Feria de las Flores, sabrosa pero costosa

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Feria de las Flores. Imagen tomada de Internet.

Por Luis Fernando Quijano Moreno

 

Culminó la Feria de las flores en Medellín. Todo parece haber transcurrido en calma —así lo informaron las autoridades—, sin embargo, eso no es tan cierto; una vez más, durante los diez días de fiesta, se presentaron homicidios en el Valle de Aburrá. El reporte habla once homicidios en la ciudad anfitriona y de seis en el resto del área metropolitana. La violencia no paró en las fiestas.

De los once homicidios en Medellín, dos masculinos fueron hallados a las 11:40 p. m., el 5 de agosto, envueltos en costales. Cada uno portaba un letrero escrito en hojas de papel que decía: “Por robar motos y taxis”, y el otro: “Por robar repuestos de motos y taxis”.  Los dos hallazgos dejan la sensación de que los occisos pudieron haber recibido tortura sicológica. Aunque a la institucionalidad no le guste escuchar esas historias, estos hechos podrían dar indicios sobre las casas de tortura. ¿Para qué meterán dos cuerpos en costales? ¿Dónde se realizó la acción macabra? ¿Será que el hecho fue realizado en plena vía pública?

Pero no fueron solo homicidios lo que vivió el Medellín metropolitano, también el crimen urbano hizo su agosto; la vacuna (extorsión) pululó en la mayoría de los eventos de ciudad: se le cobró al comercio informal, a los que cuidaban motos y carros en parqueaderos improvisados, al comercio formal; en fin, a todos los que generaban ingresos con la Feria de las Flores se les vacunó. También el licor adulterado y de contrabando se distribuyó en todas partes. La fábrica de licores del crimen compitió hombro a hombro con la fábrica de licores legal, ambas también hicieron su agosto.

Lo expuesto deja dudas sobre el papel cumplido por la institucionalidad en la Feria de Flores, no se entiende cómo, a sabiendas de que son unas fiestas que reúnen nacionales y extranjeros en gran número, no se haya dispuesto de una estrategia integral de prevención que no dejara actuar al libre albedrío al crimen urbano. Muchos se preguntan: ¿dónde estaba la Policía representada en cuadrantes e inteligencia?

Se deduce que no solo homicidios y vacunas vivió la ciudad metropolitana durante los diez días de jolgorio, ¿qué habrá ocurrido con el turismo sexual, la pedofilia y la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes? ¿Cuántas desapariciones forzadas, desplazamientos forzados intraurbanos y amenazas se presentaron? Muchas preguntas quedan. Se espera que el alcalde de Medellín, así como lo ha hecho anteriormente, presente un informe detallado de lo ocurrido, pues es a él a quien le toca poner la cara ante los problemas de seguridad y violencia, mientras otros creen que enojándose podrán alejar la responsabilidad mayor que les atañe.

Esperemos que en la fiestas decembrinas el crimen no haga nuevamente su agosto. Se espera que la Policía actúe con responsabilidad, eficacia y eficiencia. Muchos recursos económicos y logísticos reciben, lo mínimo es que ejerzan con prevención y control, la lucha contra el crimen no se gana ante los medios de comunicación.

 

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