No solo fue a los paramilitares, Chiquita Brands también financió a las guerrillas en Colombia

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Apunte Urbano

En el segundo artículo de una serie elaborada por National Security Archive y Verdad Abierta, se conoció una de las historias del conflicto armado en Colombia antes oculta por los avatares de la guerra. La financiación por parte de la multinacional estadounidense Chiquita Brands a los grupos guerrilleros que operaron en el Urabá antioqueño para la época de los 90.

Las FARC, el ELN, el EPL y sus disidencias, recibieron dineros de la empresa durante la confrontación armada en el Urabá. Los testimonios de los directivos conferidos a la Comisión de Bolsas y Valores (SEC, por sus siglas en inglés),  justifican los pagos hechos a los grupos armados por factores de seguridad. Según estos, sino se hacían estos recaudos, los grupos insurgentes mataban a los trabajadores y atentaban contra las instalaciones de la empresa.

Sin embargo, todo parece indicar que los altos directivos de la compañía se sentían conformes con estos pagos, mientras que los funcionarios que se encontraban en Medellín para aquella época tenían serios cuestionamientos a la forma en cómo se iban a llevar los registros contables de estos dineros.

National Security Archive y Verdad Abierta publican en su portal el testimonio de Jorge Forton, contador peruano que trabajó para Chiquita Brands desde 1990 hasta 1998. Para 1994, la multinacional le ofreció trabajar en Medellín para ocupar el cargo de supervisor financiero de Banadex, oficina de Chiquita Brands en esta ciudad.

Su labor como contador en Banadex fue unificar las cuentas para que desde Cincinnati, filial de Chiquita Brands en Colombia, se pudieran hacer los seguimientos correspondientes a los pagos efectuados a las guerrillas.

Su estrategia en el Urabá consistió en sustentar los dineros a través de recibos y que los pagos siempre fueran en efectivo. Los encargados de hacer los recaudos fueron intermediaros en la región, principalmente el personal de seguridad de la empresa bananera.

Para el caso colombiano, Juan Manuel Alvarado y John Stabler eran los encargados del área de seguridad y al mismo tiempo eran los que reportaban los pagos hechos a los grupos armados en esta región antioqueña.

No obstante, Jorge Forton no estaba del todo de acuerdo con este sistema de financiación de grupos ilegales en Colombia. Para el contador peruano, estos dineros no podían ser sustentados legalmente y podían haber tenido problemas en una auditoria por no tener una justificación de esta fuga de capitales. Pero Forton no fue el único que se quejó en Banadex por ese tema, John Paul Olivo, su sucesor, también dio muestras de inconformidad con este asunto.

Lo más seguro es que ellos sabían que estaban financiando una guerra en territorio colombiano. Según los registros publicados, no solo fue el cobro de extorsiones la relación de las guerrillas con la Chiquita Brands en el Urabá, estos también prestaron servicios de seguridad cuando la compañía los necesitó. Así las cosas, no fue solo bajo amenaza que Banadex se relacionó con la insurgencia, también les fue útil para su expansión productiva en la región.

Fuente: http://www.verdadabierta.com/especiales-v/2017/chiquita/conflictos-internos.html#.

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