Por Luis Fernando Quijano Moreno
Desde hace varios años las administraciones municipales de turno han propuesto planes de intervención en el centro de la ciudad con el objetivo de recuperar la legitimidad del Estado —cedida al cogobierno criminal urbano hace más de dos décadas—. La administración saliente y la actual, por señalar solo las más recientes, han convertido la recuperación de la comuna 10 en uno de sus programas banderas.
Por ejemplo, Aníbal Gaviria trató de hacerla pero se encontró con tal resistencia por parte de la legalidad y la ilegalidad que allí habitan, que siendo uno de sus programas prioritarios vio cómo este se fue diluyendo a lo largo de sus cuatro años de gobierno. En concreto, el poder real, que no es otra cosa que legalidad e ilegalidad en alianza, le ganó la partida.
Federico Gutiérrez retomó el tema y anunció desde el inicio de su administración que haría el plan de intervención en el centro con énfasis en la renovación urbanística, el espacio público y la seguridad. El plan buscaba atender integralmente la comuna 10, sector vital de la ciudad donde se desarrollan con fuerza los negocios ilegales y donde más control tiene el crimen urbano de alto nivel. Además, esta comuna sigue teniendo una de las tasas de homicidio más alta de la ciudad. En esta es evidente que la criminalidad, la violencia y la connivencia de un sector de la institucionalidad van de la mano.
La postura del mandatario Federico Gutiérrez de enfrentar el crimen del centro trajo tensiones y presiones indebidas por parte del exdirector de Fiscalías de Medellín, Germán Giraldo. Igualmente develó la existencia de un patrón del bajo mundo en la comuna 10, conocido como Pedro Pistolas, quien al parecer fraguaba un plan para asesinar al alcalde de la ciudad, todo por el empeño que el mandatario local había mostrado de erradicar una parte del crimen que agobia la comuna.
A pesar de los riesgos que acechan por parte del poder criminal enquistado en el centro y la crisis institucional presentada con la dirección de Fiscalías —aclarando que no es la única institución que maneja doble juego a la hora de la lucha contra el crimen urbano—, Federico Gutiérrez ha continuado con el plan de intervención, el cual pareciera ir a toda marcha.
En este se están conjugando varias estrategias, tales como la coordinación institucional entre dependencias como Alcaldía, Policía y la recién llegada directora de Fiscalías de Medellín, Claudia Carrasquilla; la depuración de la institucionalidad y los trabajos de inteligencia para enfrentar al crimen urbano. Se ven las ganas y el empeño del mandatario municipal de afrontar la realidad sin ocultar la verdad.
Sin embargo, el plan de intervención no está funcionando en la práctica, no hay golpes contundentes, solo se ven operativos mediáticos y el crimen sigue intacto, principalmente en sus actividades financieras y de negocios.
El crimen pulula en todos los rincones del centro, no se salvan ni siquiera las estaciones de la Policía y algunas dependencias de la Alcaldía. La ilegalidad se ve activa y fortalecida, los jefes están ahí, mostrando que son intocables, salvaguardados por la protección oficial. EL patrón no es solamente Pedro Pistolas, también lo son Don Omar, Don Hernán y Don Juan, entre otros, los que siguen delinquiendo y ganando ingentes recursos.
Igual ocurre con las 35 agrupaciones Convivir, que después de dos décadas de existencia no han sido tocadas realmente, tan solo la operatividad efectuada por la institucionalidad las ha logrado tocar por encima, los subjefes de las mismas son cambiados permanentemente, ayer eran Ferney el Montañero, Diadema y Carnero, hoy son Cejas, Rosario, Martín y una la lista que sigue y es larga.
Tampoco jefes poderosos que se lucran del centro han sido perseguidos y menos aún judicializados, Diego Chamizo, es un ejemplo de esto, criminal que maneja parte de las Convivir del centro y es lugarteniente del Señor de la M, patrón de alto nivel de la Oficina del Valle de Aburrá, personaje muy singular ya que porta una Biblia en la mano derecha y en la mano izquierda una pistola. A la par que reza da órdenes para que su lugarteniente cobre las deudas a sangre y fuego, igual que ocurre con los llamados hijos de la Oficina, conocida como la línea Douglas. El crimen urbano parece estar ganando la partida a la institucionalidad.
No solo son jefes, subjefes, grupos Convivir y patrones criminales que tienen entradas económicas en el tráfico de drogas, las apuestas ilegales, la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes y los pagadiarios, hay una entrada financiera que poco ha sido explorada y menos aún atacada, el lavado de activos que tiene su epicentro en la comuna 10, principalmente en su zona comercial.
Hay que recordarle nuevamente al señor alcalde de Medellín que cuando se inicia una cruzada tan loable como la de enfrentar al crimen urbano se necesita, principalmente, tener un buen grupo de coequiperos que la saquen avante. ¿Será que Federico Gutiérrez sí tiene un buen equipo?
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