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El crimen organizado en Medellín va de la opulencia a la miseria. Con el mismo rigor con el que las Organizaciones Delincuenciales Integradas al Narcotráfico (Odin) amasan al mes 100 millones de dólares por narcotráfico, sus combos vacunan con 2.000 o 3.000 pesos diarios a viejitos que venden tinto en las calles.

Con la lista de actividades ilegales al frente, el secretario de Gobierno de Medellín, Jorge Mejía Martínez, afirma que “estamos ante mafias que disfrutan de jugosas rentas legales, cooptan al Estado y lo ponen a su servicio”.

Agrega que la sociedad ha sido miope y connivente con estas organizaciones, cuyas fuentes de recursos se deben atacar. Luis Fernando Suárez Vélez, vicealcalde de Gobernabilidad y Seguridad, también cree en la fórmula dedejar a estas agrupaciones  sin su oxígeno, o sea el dinero que ganan. De ahí la reciente entrada en operación del Cuerpo Élite de Objetivos de Alto Valor, al que pronto se unirán dos unidades especializadas en la lucha antinarcóticos y el robo de automotores.

Juan Felipe Campuzano Zuluaga, concejal de Medellín, sostiene que se debe aplicar con fuerza la ley, para romper el vínculo entre el dinero fácil y la elevada cuota de muerte que ponen las estructuras criminales. Invita a cambiar el discurso oficial, porque la criminalidad no nace de la falta de oportunidades; al contrario, es una oportunidad de enriquecimiento.

Para Luis Fernando Quijano Moreno, director de la ONG de derechos humanos Corpades, “es casi seguro que en Medellín todos le pagamos a la delincuencia, directa o indirectamente. Aquí no hay negocio suelto y estamos ante una mafia que explota todo lo que dé plata. Hasta esconder a jefes de carteles de droga de otros países, como México, podría incluirse en ese amplio menú de rentas ilegales.