Apunte Urbano
Delaurbe ha publicado el artículo «La extorsión: un parásito criminal en el Valle de Aburrá» en este se muestra cómo el comercio, las empresas, el transporte, los contratistas y obviamente los venteros informales son víctimas de la extorsión conocida popularmente como la vacuna, nadie sabe a ciencia cierta cuantos son los ingresos a las finanzas criminales que esta produce lo que si es claro es lo lucrativa que resulta.
«Por la casa de Clara Vargas**, en el barrio Las Acacias, del municipio de Itagüí, los domingos pasan tres o cuatro jóvenes, entre los 16 y 20 años, tocando las puertas de las viviendas para solicitar una “colaboración” por la supuesta seguridad del sector». “Mientras unos cobran, otros vigilan las esquinas ‘campaneando’ que no aparezca la policía”, dice Clara con cierta desazón. Ella expresa: “A veces en mi casa no tenemos plata para dar, pero cuando nos toca damos mil o dos mil pesos. A uno le da susto por la facha de esos muchachos y porque hace tres años mataron a un señor en su propio negocito porque no quiso pagar la ‘vacuna’, y eso generó mucho miedo en la gente del barrio”.
La vacuna es una microextorsión que se ha masificado en el Medellín metropolitano, pareciera no sentirse, es cotidiana y oscila entre dos mil y cincuenta mil pesos, le deja sumas importantes de dinero al crimen urbano y la otra la mensual es la extorsión que representa cifras millonarias que empresas, familias adineradas pagan pero que pocas veces lo reconocen.
