Berlín, 15 diciembre.- La canciller alemana, Angela Merkel, advirtió hoy de que las segundas olas por regla general siempre han sido más duras que las primeras y reconoció una cierta inercia por parte de Europa ante la posible llegada de una pandemia al continente.
«Históricamente las segundas olas de una pandemia son frecuentemente las más peligrosas y mucho más duras que las primeras olas. En la primera ola todos caen primero en un estado de conmoción, y en la segunda ola nos creemos que ya sabemos más o menos lo que se puede hacer», dijo.
El invierno será «mucho, mucho más duro» y esto «hay que tenerlo siempre en cuenta», advirtió Merkel en una conversación virtual con estudiantes de diversas universidades de todo el país.
Una pandemia es una «prueba de estrés» para el mundo entero y también para Alemania y un «acontecimiento inusual», señaló.
Nunca antes habíamos vivido algo así en estas dimensiones y «sinceramente, tampoco nos hemos preparado suficientemente», reconoció.
Europa siempre ha observado las pandemias desde la distancia, como algo que ocurre en África o Asia, y aunque se era consciente de que también podía darse en este continente, la idea siempre ha sido «hacer todo lo posible» por evitar que llegará hasta aquí, dijo.
EUROPA ESTÁ PEOR PREPARADA
«Que ahora en Europa nos ha afectado de pleno y que estamos visiblemente peor preparados que, por ejemplo, los países asiáticos, que en parte ya lo han vivido alguna vez, eso se nota», reconoció.
Respecto al papel de Alemania en Europa y en relación a los acontecimientos a escala global, afirmó: «Todavía vivimos con la opinión de que de alguna manera de todas formas somos los mejores y que en cualquier otro lado siempre nos van algo por detrás».
«Pero esto hoy en día ya no es así, y su generación lo va experimentar con mucha dureza», dijo Merkel a los estudiantes.
Por otra parte, la canciller coincidió en la opinión de que la población está menos dispuesta ahora a aceptar el nuevo parón de la vida pública que entrará en vigor mañana y que incluye el cierre de todos los comercios no esenciales y también de los centros educativos.
Afirmó que «es devastador», sobre todo si se tiene en cuenta que la cifra diaria de muertos supera de media los 400.
Algunos argumentan que la edad media de las víctimas mortales es «muy elevada», pero «que mis padres mueran a los 80 o a los 90 hace la diferencia, son diez años de vida que pierde una persona», dijo.
Lamentó, asimismo, que aunque muchas personas son muy responsables, «existen unos cuantos que aprovechan cualquier resquicio no regulado», lo que, agregó, pone en peligro también la cohesión social.
Por otra parte, Merkel se refirió al «gran desafío» que suponen aquellos que difunden teorías de la conspiración y con los que el «razonamiento habitual» no funciona.
Habrá que investigar mucho aún, y probablemente esto sea tarea de los psicólogos, acerca de «cómo se aparta uno del mundo de los hechos y cae en un mundo en el que se habla otro idioma», basado no en hechos, y en el que se rechaza el debate.
Agregó que con la Ilustración, Europa emprendió el camino de formarse una visión del mundo basada en hechos.
Será «muy difícil» volver a sacar a estar personas de su mundo a un mundo donde los unos se escuchan a los otros, dijo, al tiempo que subrayó la necesidad también de observar el papel de las redes sociales en el fenómeno de las teorías de la conspiración.