Londres, 13 enero.– El lobo gigante (Canis dirus) y las especies de lobo actuales compartieron un antepasado por última vez hace 5,7 millones de años, dice un estudio publicado este miércoles en «Nature», que concluye que el primero se originó en las Américas y seguramente se extinguió porque vivía aislado.
Un equipo de científicos liderado por Lauren Frantz, de la Universidad Queen Mary de Londres, secuenció el ADN de los huesos de cinco fósiles de lobo gigante o terrible, de una antigüedad de entre 12.900 y 50.000 años.
Los expertos señalan en su artículo que, en el análisis de sus muestras, no hallaron evidencia de «flujo genético» entre el Canis dirus y los actuales lobo común o gris (Canis lupus), coyote o perro salvaje, cuyos ancestros evolucionaron en Eurasia antes de colonizar América del Norte.
El equipo de Frantz considera que el lobo gigante se extinguió porque evolucionó en aislamiento geográfico de los antepasados del lobo gris o del coyote, lo que impidió que adquiriera rasgos genéticos que le hubieran ayudado a subsistir.
Cánido de gran tamaño, el lobo gigante vivió desde América del Norte hasta las Pampas del centro de la Argentina durante el Pleistoceno tardío, hace entre 12.000 y 126.000 años.
Por sus similitudes morfológicas con el lobo común, se cree que estaban relacionados, pero el tipo de vínculo es lo que este grupo de científicos deseaba precisar, se señala en «Nature».
Se sabe que, como otros cánidos, los Canis dirus eran animales sociables que vivían y cazaban en manada; comparado con el lobo actual, era más robusto y sus patas proporcionalmente cortas.
Con unos 80 kilos de peso, el morro era largo y las mandíbulas potentes, con unos dientes gruesos y fuertes capaces de triturar huesos.