Managua, 1 febrero.- La creación de una nueva «reserva de biosfera» en Nicaragua, a través de una ley emitida por la Asamblea Nacional (Parlamento), ha despertado dudas entre algunos ambientalistas del país, no solamente por usar una figura legal exclusiva de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), sino también por los intereses detrás de la misma.
El Parlamento de Nicaragua, dominado por el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), creó la semana pasada la «Reserva de Biosfera del Caribe Nicaragüense», con «carácter de urgencia», a petición del presidente Daniel Ortega, cuyo Gobierno ha sido señalado de «extractivista» por defensores del medioambiente.
Con una extensión de 44.157 kilómetros cuadrados, más que el territorio de Bélgica, Dinamarca o Suiza, la nueva área protegida en el mar Caribe, al oeste de la «reserva de biosfera Seaflower» de Colombia, es la más amplia de Nicaragua.
Su área supera los 29.992 kilómetros cuadrados que suman tres zonas nicaragüenses que sí son consideradas «reserva de la biosfera» por la UNESCO.
Su nombre genera dudas, ya que el título «reserva de biosfera» únicamente lo otorga la UNESCO a zonas protegidas propuestas por los países interesados, y tras un largo proceso de estudios ambientales, sociales, políticos y económicos.
«Para mí eso es un error, porque es una categoría internacional que te la dan como Estado, no te la das vos como país. En los países no hay esa categoría porque es de carácter internacional», explicó a Efe el director de la Fundación del Río, Amaru Ruiz.
Los registros de la UNESCO confirman que en Nicaragua, a día de hoy, únicamente existen tres reservas de biosfera: Bosawás (1997), Sureste de Nicaragua (2003) y Ometepe (2010).
Esto indica que el «Caribe Nicaragüense» no cumple con el requisito fundamental: el reconocimiento internacional.
Según la UNESCO, las reservas de biosfera «gozan de reconocimiento internacional y constituyen zonas especialmente designadas para probar enfoques interdisciplinarios para comprender y gestionar los cambios e interacciones de los sistemas sociales y ecológicos, incluida la prevención de conflictos y la gestión de biodiversidad».
La Fundación del Río considera que la creación de la nueva área protegida bajo el título de «reserva de biosfera» podría tener objetivos no divulgados por Ortega, al que acusó de no honrar los compromisos de Nicaragua con la UNESCO en las zonas reconocidas.
Ruiz recordó que, tanto en Bosawás, como en el Sureste de Nicaragua y Ometepe, «hay negligencia, deforestación, degradación».
A lo anterior se suman los conflictos sangrientos por la tenencia de la tierra y por razones políticas, que han dejado decenas de muertos, en su mayoría indígenas y campesinos propietarios.
«El interés detrás de ese proceso puede estar en la explotación de recursos petroleros y pesqueros, que no es menor, porque por eso Colombia pedía la soberanía de esa zona (hasta 2012)», señaló Ruiz.
Diferentes mapas oficiales que definen las áreas permitidas para la explotación de recursos naturales en Nicaragua, hasta ahora muestran espacios en blanco cerca de la Reserva Biológica Cayos Miskitos, pero esto podría cambiar si se aplica la nueva Ley de Reserva de Biosfera del Caribe Nicaragüense, ya que este título permite una mayor intervención humana si esta sirve para el desarrollo del país.
Por ahora la situación en la zona ofrece la certeza de que esta reserva de biosfera no está reconocida por la UNESCO, y una incertidumbre de que no se sabe qué ocurrirá en ella.