Niño colombiano defensor del medioambiente, entre el activismo y las amenazas

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Villeta (Colombia), 18 feb (EFE).- La primera vez que Colombia se fijó en Francisco Vera Manzanares fue a finales de 2019 en una plenaria del Senado en la que el niño increpó a congresistas por las malogradas políticas medioambientales. Dos años después, el activista de 11 años vuelve a ganar notoriedad por las amenazas de muerte recibidas.

La elocuencia de Francisco, cuyo activismo comenzó cuando tenía seis años, lo convirtió en el protagonista de numerosos titulares de prensa en los que su liderazgo fue comparado con el de la joven sueca Greta Thunberg.

Fotografía fechada el 11 de febrero de 2021 que muestra al ninño ambientalista Francisco Vera
mientras habla en entrevista con Efe, en Villeta (Colombia). EFE/ Carlos Ortega

Francisco nació en Bogotá pero vive desde los dos años en Villeta, un pueblo a dos horas de la capital, rodeado de gallinas, patos y pájaros. Allí descubrió su amor por la naturaleza y en 2019, con nueve años, fundó con seis amigos de su edad el grupo ecologista Guardianes por la Vida.

«Cuando uno se conecta con la realidad ambiental, con el ambiente que lo rodea, uno se enamora. Cuando el ambiente se ve en esa situación de la crisis climática, de los incendios en Australia, en el Amazonas, uno actúa», dice a Efe firme Francisco, quien todavía se emociona con el canto de los pájaros de la amplia zona verde del conjunto residencial en el que vive con su mamá y su abuela.

El activista está en contra de la crueldad animal, de las corridas de toros, del tráfico de fauna silvestre y del testeo en animales. Con su liderazgo reivindica la voz de los más pequeños porque a su juicio «los niños no son el futuro sino el presente», y les corresponde a ellos, como a cualquier otro ciudadano, velar por salvar el planeta.

Las caminatas que hacía con sus amigos en las que recogían basura y arengaban contra la contaminación en su pueblo fueron sus primeros pasos en el activismo ambiental.

«Uno al crecer, al vivir, al desarrollarse, al relacionarse en ese entorno se enamora de eso, y cuando tú amas algo, si a ese algo le pasa algo, tú vas a defenderlo, vas a tratar de cuidarlo», reflexiona.

LIDERAZGO AMENAZADO

Sus pronunciamientos en contra del «fracking» en Colombia, a favor de la educación pública y en defensa de mejores políticas para enfrentar el cambio climático le han hecho blanco de duras críticas.

Francisco ya sabe cómo enfrentarlas, pero sus padres nunca pensaron que por sus ideas recibiría amenazas de muerte. El 15 de enero un usuario anónimo de Twitter amenazó con asesinarlo, un sórdido mensaje que el país y la comunidad internacional rechazó.

Aunque Francisco está ahora bajo protección especial, su familia cuestiona que todavía no haya ningún responsable o sospechoso identificado por la amenaza que recibió, agresiones que en Colombia, el país con más líderes ambientales asesinados en 2019, las organizaciones de derechos humanos se toman en serio.

«La crítica es buena y necesaria siempre y cuando sea una crítica constructiva, respetuosa, empática», dice Francisco al respecto. «Obviamente hay que diferenciar un insulto de una crítica, la crítica es bienvenida y la recibo de buenas formas», agrega.

«NO SOY UN NIÑO GENIO»

Francisco vive rodeado de árboles robustos y de un arroyo que le encanta visitar. En casa lo acompañan su perro «Pinky» y un gato negro que se llama «Foucault», como el filósofo francés.

Fotografía fechada el 11 de febrero de 2021 que muestra al ninño ambientalista Francisco Vera
mientras observa fotos tomadas durante sus viajes al páramo de Sumapaz, en Villeta (Colombia). EFE/ Carlos Ortega

Como cualquier niño de su edad disfruta jugando con sus amigos, asiste a clases virtuales para poder participar en las conferencias a las que es invitado y en las tardes, cuando termina sus tareas escolares, le gusta nadar y explotar su amor por la fotografía con una cámara que le regaló y enseñó a usar su papá.

A pesar de su amplio conocimiento sobre temas que la mayoría de niños de su edad no dominan con tanta destreza, Francisco no se considera un genio.

«No soy un niño genio, para defender el ambiente y entender que hay que cuidar la vida no hay que ser un genio, eso no es tan lejano del sentido común. Lo que sí soy es un niño al que la familia le ha dado la oportunidad de tener una mente abierta», destaca.

El crecimiento de su liderazgo «ha sido orgánico», dice a Efe su madre, Ana María Manzanares, en respuesta a quienes creen que detrás de él hay empresas patrocinadoras.

La chispa detonó cuando acompañaba a algunos familiares a manifestaciones en contra de las corridas de toros, lo que más adelante lo motivó a leer y a ver documentales sobre políticas ambientales en el mundo. Es un devorador de libros y pasa la mayor parte del día leyendo en su estudio, en el que además tiene un telescopio y una biblioteca.

A Francisco, quien a raíz de las amenazas recibió una carta de reconocimiento por su liderazgo de la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, le encantan los cuentos y los textos de astrofísica. Dice que una de sus grandes inspiraciones es la activista pakistaní Malala Yousafzai y admira profundamente a Stephen Hawking.

ACTUAR PARA SALVAR EL PLANETA

A su colectivo Guardianes por la Vida se han vinculados cientos de niños y jóvenes de Argentina, Chile, México y Venezuela con los que trabaja para articular las instituciones ambientales de sus países, generar conciencia sobre la crisis climática y la protección de los ecosistemas, y mejorar la pedagogía ambiental en instituciones educativas.

«En muchas partes del mundo hace falta el poder tener políticas públicas que sirvan para la vida, gobiernos para la vida (…). Lamentablemente en muchas partes del mundo no se presta atención a lo que los niños pueden lograr, ni siquiera se les brindan herramientas para poderlo lograr y Colombia no es la excepción», dice al criticar la falta de voluntad política de las autoridades.

Aunque cree que su mensaje ha sido escuchado, cuestiona a quienes menosprecian las voces de los más pequeños y no les permiten ser parte del cambio para el «ambiente, que es la casa de todos».

Cree que el mundo debe avanzar hacia una sociedad biocéntrica, que ponga «la vida en toda su manifestación en el centro», porque durante la pandemia del coronavirus ha visto muchos casos «donde no se ha priorizado la vida, sino la economía o la industria».

Su exposición pública le ha valido críticas desmesuradas de quienes lo acusan de tener un discurso recitado, de ser manipulado por sectores de izquierda o defender intereses particulares.

Francisco está blindado contra esas críticas porque considera que lo importante es que las discusiones ambientales en el país se sigan dando. «Uno defiende lo que ama y ama lo que conoce, cuando lo haces con el corazón contagias a los demás», asegura.

Klarem Valoyes Gutiérrez

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