Buenos Aires, 3 marzo.- Un año después de registrar su primer contagio por coronavirus, Argentina continúa como uno de los países más afectados por la pandemia en América Latina, con más de 2 millones de contagios, 52.000 fallecidos y una campaña de vacunación que avanza a un ritmo mucho más lento del esperado.
Así lo considera Jorge Geffner, profesor titular de Inmunología de la Universidad de Buenos Aires, quien insiste en que «hay que agilizar» la vacunación de los mayores de 60 años para prevenir los efectos de una posible segunda ola del contagio en invierno.
«El objetivo sería, si esa segunda ola es en abril, mayo, tener a la mayor cantidad de gente mayor vacunada para bajar la tasa de fallecimientos. Estamos un poquito atrás de ese objetivo», afirma en conversación con Efe el experto, que tilda de «preocupante» el estado actual de la pandemia en el país suramericano.
DEL «PACIENTE CERO» A LA CUARENTENA OBLIGATORIA
Para entender cómo se llegó hasta este punto, primero es necesario retrotraerse al 1 de marzo de 2020, cuando un empresario argentino de 43 años aterrizó en el aeropuerto bonaerense de Ezeiza procedente de Roma.
Pocas horas después de su llegada empezó a encontrarse mal, acudió a un centro médico y allí, el 3 de marzo, fue diagnosticado con covid, convirtiéndose de esta forma en el «paciente cero».
A partir de entonces, los acontecimientos comenzaron a precipitarse como una cascada: el 7 de marzo, Argentina notificó su primer muerto por covid-19 y dos semanas más tarde ya registraba un total de 128 casos y 3 decesos, cifras que llevaron al Gobierno argentino a imponer un «aislamiento social, preventivo y obligatorio» desde el 20 de marzo.
Esa cuarentena dura se prolongó hasta el 26 de abril en todo el territorio nacional, momento en que las autoridades optaron por una estrategia de «segmentación geográfica» del encierro, puesto que más del 90 % de los casos se concentraban en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la zona más densamente poblada en Argentina y la más golpeada por la pandemia.
En cualquier caso, los primeros meses del aislamiento sirvieron al Gobierno para incorporar más de 4.000 unidades de terapia intensiva, construir 12 hospitales modulares y sumar 3.300 nuevos respiradores, evitando de esta forma el colapso sanitario.
UNA EXTENSA PRIMERA OLA CON «REBOTE» EN DICIEMBRE
Aunque la mayoría de jurisdicciones, entre ellas el AMBA, flexibilizaron sus cuarentenas en invierno, la pandemia no dejó de avanzar, llegando al pico máximo de contagios el 21 de octubre (18.326 positivos en un día).
De hecho, el décimo mes de 2020 fue el más devastador: 401.922 contagios y 10.714 muertes durante esos 31 días, unas cifras que comenzaron a declinar en noviembre y llegaron a su punto más bajo en diciembre.
Pero a finales del año los casos volvieron a crecer de forma alarmante, un efecto «rebote» que, según el inmunólogo Jorge Geffner, fue producto de «descuidos generalizados», con «falta de uso del barbijo (tapabocas), no respeto del distanciamiento, manifestaciones pro y antigubernamentales y el velorio de Maradona»
«Eso obviamente hizo lo que tenía que hacer: aumentó el número de contagios y de fallecidos», asegura Geffner en relación a un rebote que llegó a su punto álgido el 7 de enero pasado (13.835 positivos) y que poco a poco empezó a bajar de nuevo.
Con todo, hasta este 3 de marzo la pandemia ha dejado en Argentina un total de 2.118.676 contagios (el duodécimo país del mundo con más casos confirmados, según el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins) y 52.192 muertes.
Y a esto se suma un balance socioeconómico que es igual de desalentador, puesto que el PIB nacional se contrajo un 10 % en 2020, la inflación cerró el año en un 36,1 % (la segunda más alta de América Latina) y la pobreza se disparó hasta afectar al 40,9 % de los argentinos.
UN LENTO RITMO DE VACUNACIÓN
En este contexto, la campaña de vacunación iniciada el pasado 29 de diciembre con la Sputnik V rusa supuso un aire de esperanza, con un Gobierno decidido en un primer momento a inmunizar al 25 % de su población durante el verano.
Sin embargo, los datos demuestran que se está lejos de alcanzar esa cifra: según la última actualización del Monitor Público de Vacunación, de las 2.231.310 dosis distribuidas por el país tan sólo se han aplicado un total de 1.181.292 , alrededor de 18.457 inoculaciones diarias desde el inicio de la campaña.
De ese número, 874.916 personas recibieron una dosis y 306.376 fueron inmunizadas con las dos, por lo que tan sólo un 0,68 % de la población está totalmente protegida contra el coronavirus.
Otro motivo que explica estos bajos números es el retraso en la distribución por parte de Rusia (2.470.540 dosis de las 30 millones que se esperaban para marzo), obligando al Gobierno argentino a explorar otras opciones, como la china Sinopharm (ya hay un millón en el país) o la Covishield fabricada en India (580.000).
Pero lo más sonado en los últimos días fue, sin duda, el escándalo de la «vacunación VIP», una red de vacunación irregular de personas cercanas al Gobierno que acabó con la dimisión del ministro de Salud, Ginés González García, y su sustitución por su número dos, Carla Vizzotti.
«Lo del ‘vacunatorio VIP’ fue un escándalo horrible, no se tiene que volver a ver. Ahora, démosle un voto de confianza a la nueva ministra y colaboremos con ella», pide Jorge Geffner.
Con el invierno a la vuelta de la esquina, el profesor de la UBA hace hincapié en el peligro de una segunda ola en el país -el ritmo de contagio volvió a acelerarse en los últimos días- y pidió una «campaña de comunicación» masiva para recordar que no hay margen para la relajación.
Javier Castro Bugarín