Belgrado/Sofía, 28 mar – La pandemia del coronavirus ha supuesto un golpe sin precedentes para la economía mundial, pero el cataclismo de las cuarentenas generalizadas también ha tenido efectos inesperados y benéficos para regiones despobladas en el sureste de Europa.
Después de tres décadas perdiendo población en favor de Europa Occidental, países como Bulgaria, Serbia y Rumanía ven en la pandemia una oportunidad para atraer a sus ciudadanos emigrados y empezar así a revertir la sangría de cerebros y mano de obra.
«Durante décadas, la migración en el sureste de Europa iba en una sola dirección: hacia las ciudades y los países más prósperos de Europa Occidental», recuerda el Fondo de Poblaciones de la ONU (UNFPA) en un estudio emitido este mes.
Según las proyecciones del UNFPA, Bulgaria tendrá en 2050 un 38,6 % menos población de la que tenía en 1990 si el declive demográfico continúa al ritmo previo a la pandemia.
En el caso de Rumanía -el país más grande de la región, actualmente con 19 millones de habitantes- se prevé una caída del 35 %, y del 23,8 % en Serbia.
«Pero desde la llegada de la covid-19, muchos emigrantes han vuelto a casa, y estamos viendo signos prometedores de una revitalización de las zonas rurales», explica el UNFPA.
ESPERANZA PARA LA REGIÓN MÁS POBRE DE LA UE
Estos «brotes verdes» son evidentes en el noreste de Bulgaria, una de las regiones más pobres de la Unión Europea (UE) y donde muchos trabajadores han vuelto tras la paralización de las economías occidentales.
Una de sus ciudades, Vidin, experimenta desde hace meses unos niveles de tránsito y movimiento en sus comercios poco habituales para este municipio cercano a las fronteras con Rumanía y Serbia.
La explicación es clara, según Lidiya Toncheva, una funcionaria oriunda de la zona: un número considerable de vecinos que han vuelto con la primera oleada de la pandemia desde Europa Occidental.
«Hay más gente en las calles y las tiendas, y se percibe una nueva dinámica en el sector inmobiliario», explica Toncheva a Efe.
Vidin es una localidad de 80.000 habitantes a orillas del Danubio, que ha perdido más de 50.000 vecinos en 20 años.
EL GRAN RETORNO
Ognyan Georgiev, analista del Consejo Europeo para Relaciones Internacionales (ECFR), explica a Efe en Sofía que no se trata de un fenómeno aislado del noreste de Bulgaria, un país de unos 7 millones de habitantes.
Según datos de la Policía de Fronteras búlgara, entre marzo y junio de 2020 entraron al país unas 610.000 personas y salieron otras 529.000.
«La diferencia, más de 80.000, se quedaron en Bulgaria», explica Georgiev, quien acaba de publicar un estudio sobre este tema titulado «El gran retorno».
El informe incluye una encuesta en la que un 19 % de los regresados dicen tener intención de quedarse, mientras que un 47 % aún no lo tenía decidido.
REPATRIACIÓN DE TALENTO
En la vecina Serbia, de 7 millones de habitantes y que aspira a entrar en la UE, 317.000 personas volvieron desde el exterior solo en marzo de 2020, según datos oficiales.
Un sondeo de «Punto de Retorno», una ONG dedicada a favorecer el regreso de emigrados, muestra que un 43 % de quienes volvieron durante la pandemia tiene una formación profesional alta y regresaron sobre todo a las ciudades.
Una de estas retornadas es Milica Madjanovic, una historiadora de 31 años, que volvió a Belgrado desde Nueva Zelanda en agosto pasado, tras cinco años de estudios y trabajo.
«Estamos en una edad en la que nos planteamos formar una familia, tener hijos, y deseamos estar rodeados de los familiares más próximos y de los amigos», declaró la joven a Efe en Belgrado.
DEL PACÍFICO AL MAR NEGRO
En una situación parecida está el búlgaro Paskal Zhelezov, de 28 años, que emigró a Estados Unidos con su familia cuando tenía 15 años y regresó a Bulgaria el pasado mayo para quedarse.
«Si no fuera por la pandemia, probablemente me habría quedado en California», cuenta Zhelezov, entrevistado para el informe del UNPFA.
El joven sigue trabajando a distancia para la start-up californiana en la que ya estaba empleado antes de la pandemia, pero ha cambiado el Océano Pacífico por el Mar Negro que baña la ciudad a la que ha vuelto, Burgas.
EL CASO RUMANO
En la vecina Rumanía, unos 1,3 millones de rumanos de la diáspora regresaron al país durante la pandemia.
Aunque no hay datos de cuántos se han quedado, el primer ministro, Florin Citu, declaró este año que una parte de ellos «han encontrado oportunidades en Rumanía, en especial en el sector de las tecnologías de la información».
Para hacer que los retornados se queden, el Gobierno pone a su disposición programas de apoyo a emprendedores financiados con fondos europeos.
Rares Dinu es uno de los responsables del proyecto «Repatriot», que busca conectar a los rumanos emigrados con oportunidades de negocio en su país.
Según cuenta a Efe, la pandemia ha provocado una avalancha de consultas de emigrados interesados en volver a casa.
POCO TIEMPO PARA ACTUAR
Si los países del sureste de Europa quieren revertir su declive demográfico y corregir los desajustes que éste provoca en su mercado laboral deberán actuar rápido.
La actual situación, prevé el investigador búlgaro Ognyan Georgiev, no durará mucho más de un año.
«En este plazo, las autoridades pueden aprovechar las circunstancias y crear condiciones y estrategias para persuadir a los ciudadanos a quedarse y no emigrar de nuevo», concluye el analista.
Snezana Stanojevic y Vladislav Punchev