Roma, 27 abr – En la semana en la que en Italia reabren teatros, cines y espectáculos, el histórico Circo Lidia Togni no sabe si lo podrá hacer. La pandemia les ha dejado 15 meses acampados en un terreno al lado de una de las carreteras de salida de Roma y la superviviencia de sus 43 trabajadores y de sus 30 animales sólo ha sido posible gracias a las ayudas de ciudadanos y asociaciones.
La situación que atraviesa el circo Lidia Togni es similar a la de los otros 60 que existen en toda Italia, uno de los sectores más afectados por los cierres de la pandemia, y su recuperación será difícil. Para realizar una gira se necesita una inversión inicial y se han quedado sin fondos: «Sólo nos queda pedir ayuda al Estado» para empezar de cero, dice el director Vinicio Canestrelli, nieto de la histórica matriarca circense Lidia Togni.
En octubre pasado se estaban preparado para reabrir, habían adoptado todas las medidas de seguridad requeridas, pero la esperanza sólo duró siete días, pues se volvió a decretar el cierre de los espectáculos.
Ahora que parece que las reaperturas van a durar, la situación es totalmente diferente. «No contamos con una economía lo bastante fuerte como para afrontar una temporada. Se necesita dinero para alquilar los espacios, la publicidad…Sólo mantener a los animales son 6.000 euros al mes», explica a Efe Canestrelli.
Cuando llegó la pandemia tenían un gira que iba a llegar, como solía ser habitual, a unas 30 ciudades, pero de repente todo se detuvo. «Ni con la II Guerra Mundial se había detenido nuestro circo, incluso viajó para entretener a las tropas», explica Canestrelli, quien ha heredado las riendas de su abuela y se dedica también a la doma de los siete tigres.
Ahora son nueve, porque hace dos días nacieron dos crías. Una pequeña alegría en todos estos meses.
Acostumbrados a viajar, la población de la que era una pequeña ciudad en movimiento vive una situación aún más inédita que el resto de las actividades. Cuando los ahorros se terminaron, empezaron a tener problemas sobre todo con la superviviencia de los animales, que necesitan ingentes cantidades de alimentos.
Un tigre, explica Canestrelli, come entre ocho y diez kilogramos de carne al día, mientras que los dos elefantes necesitan al menos 150 kilos de pienso, además de fruta y verdura, y lo mismo los caballos, llamas y camellos de este circo itinerante.
La supervivencia de esta gran familia ha sido posible gracias a Cáritas, que se ha ocupado de llevarles paquetes con alimentos de primera necesidad, pues las ayudas económicas del Gobierno no llegaban a los 200 euros mensuales por trabajador.
Además, los agricultores de la zona y asociaciones como la Confederación Nacional Agrícola (Coldiretti) han ayudado en la alimentación de los animales durante todo este tiempo.
Coldiretti se ha encargado de mantener alimentados a los animales de los cerca 60 circos italianos, cuya situación, explica la organización, «ya en crisis durante años, se ha vuelto dramática con la pandemia ante la imposibilidad para trabajar, pues necesitan seguir asumiendo la mayor parte de los costes ordinarios de gestión, incluidos los de animales, que cuestan más de 2,7 millones de euros al año solo en alimentación”.
En la visita de Efe al circo, triste y silencioso, los trabajadores limpian la verdura que darán a los animales. Por ahora tenemos para dos días, explican desanimados.
Los artistas no han dejado de entrenarse, aunque últimamente es más difícil tener alta la moral. En una pista vacía, Alessandro Togni, uno de los artistas, nacido en España durante una gira cuando éstas duraban años, sigue haciendo sus juegos malabares a la espera de poder recibir en breve el aplauso del público.
Canestrelli recuerda que el circo Lida Togni ha sido uno de los que actuó durante las audiencias generales ante el papa y ahora pide que Francisco les reciba para bendecirles y darles algo de apoyo.
Cristina Cabrejas