Lima, 19 may – En Tailanda se le conoce como «tuk-tuk», en Pakistán como «chand gari» y en Perú se le llama mototaxi a ese ligero triciclo a motor que trepa las empinadas calles de tierra de los cerros más inaccesibles de Lima, donde este medio rodante se ha convertido en el mejor aliado de la campaña de vacunación de la covid-19.
En las puertas del complejo deportivo Cuartel Barbones, un espacio adaptado como centro de vacunación en el distrito limeño de El Agustino, el flujo de mototaxis es constante, pues son varios los vecinos de los barrios más recónditos que acuden a bordo de este particular transporte a su cita para recibir las dosis que mantendrán a raya al coronavirus.
De uno de ellos bajan Sixta Palacios y su madre, Fe, de 94 años. El conductor Esteban Delgado ayuda a la anciana a bajar del vehículo y a sentarse en la silla de ruedas con la que ingresa al interior del recinto, resguardado por militares, donde recibirá la segunda dosis de la vacuna Pfizer.
Cuando pierde de vista a Sixta y a Fe, le falta tiempo a Delgado para gritar “sale moto, papito”, el eslogan que entona a diario para captar pasajeros que entran y salen de este punto de vacunación.
“Los llevo a casa, los ayudo a bajar, y como son personas de tercera edad tenemos que ir más despacio por los baches”, relata a Efe este experto conductor, que con 16 años a los mandos de un mototaxi conoce al dedillo la zona.
MÉDICOS EN MOTOTAXIS
Más allá de ser para muchos el medio para llegar a la vacuna, este vehículo de origen asiático, tan característico de las ciudades peruanas, cobró otro rol insoslayable en medio de la campaña de inmunización contra la covid-19, por ser el único transporte capaz de acercar las dosis a los adultos mayores que habitan en la cima de los cerros y no pueden trasladarse hasta los locales de vacunación.
“Hemos implementado la modalidad de visitas domiciliarias dado que tenemos muchos adultos mayores con discapacidad, muy vulnerables, que viven solos y no pueden movilizarse. El Agustino es una zona alta y para ellos es difícil moverse”, explicó a Efe Johana Idelfonso, responsable de inmunizaciones de la Dirección de Redes Integrales de Salud (Diris) de Lima Este.
Así, a bordo de los triciclos, brigadas de médicos viajan semanal o quincenalmente con las dosis de la vacuna en neveras colgadas a los hombros, protegidos de trajes celestes, guantes y doble mascarilla, rumbo al arenoso cerro de El Agustino, que en otros procesos inmunológicos, como el de la gripe, ya había visto aplicar este particular sistema de vacunación.
EN BUSCA DE ANCIANOS
Una vez en las alturas de la populosa barriada, repleta de toscas viviendas improvisadas, el personal de salud abandona la caravana y se adentra en el asentamiento humano Amauta, donde a uno le sobran manos para contar los vecinos que llevan tapabocas.
Médicos y enfermeros buscan, casi literalmente puerta por puerta, a ancianos que ronden los 70 años y que todavía no hayan acudido a su centro de vacunación más cercano.
La visita es una sorpresa para muchos, como Sanguilina De Vargas Najarro, una viuda de 69 años que recibe, desconcertada, a la brigada en su rudimentaria casa de ladrillo desnudo.
La acompaña su sobrina, quien hace de traductora entre el personal sanitario y De Vargas, que apenas puede entenderse con una de las enfermeras por ser la única que habla quechua, como ella.
Al despedirse, la joven no duda en agradecer al personal sanitario el esfuerzo de llegar hasta la cima de la arenosa montaña para vacunar a su tía, que “no puede bajar porque se cae y le tiemblan los huesitos”.
CAMINO DE LARGO ALIENTO
La campaña de vacunación contra la covid-19 en Perú empezó en febrero y marchó a cuentagotas hasta finales de abril, cuando la llegada de nuevos lotes inyectaron velocidad al proceso de inmunización.
Hasta la fecha, el país cerró contratos para recibir durante este año unos 60 millones de vacunas y logró inmunizar a más de dos millones y medio de ciudadanos, el 7,7 % de su población, entre ellos profesionales de la salud, adultos mayores e integrantes de la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas y los Bomberos.
Tras cerrar abril como el mes más mortal desde la llegada del coronavirus en marzo de 2020, el país sudamericano ya acumula más de 1,85 millones de casos confirmados de covid-19 y cerca de 67.000 decesos por la enfermedad.
Carla Samon Ros
EFE