Por GONZALO GUILLÉN
Colombia, 8 agosto de 2021.- Una fotografía que ha permanecido inédita destapa inesperados y sorprendentes elementos sobre el magnicidio de Luis Carlos Galán. El más importante es que existe un segundo video del crimen, captado, al parecer, por un miembro del grupo que asesinó al líder, quien tendría, además, la misión de rematarlo a quemarropa en caso que fallaran los sicarios que le dispararían por debajo de la tarima instalada en Soacha para el acto político que le costó la vida, el 18 de agosto de 1989.
La fotografía revela también que no fue uno, como siempre se creyó, sino dos los sicarios que se instalaron debajo de la tarima en la que estaría Galán, de manera que sus posibilidades de sobrevivir fueran ínfimas.
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El grupo de 18 sicarios diseminado en la plaza de Soacha la noche del magnicidio después fue eliminado gradualmente por su propia organización criminal.
La fotografía llegó hace unos cinco años a las manos de un grupo de jóvenes interesados en escribir algún día la historia ilustrada de Soacha, de la cual el crimen de Galán es el episodio más sobresaliente.
Ninguno de ellos recuerda quién les entregó la foto en papel, de 15 x 10 centímetros, y en tres reuniones con este periodista, en septiembre y octubre pasados, contaron que nunca se dieron cuenta de las cuatro principales novedades históricas que contiene (marcadas para este reportaje con círculos enumerados), a saber:
1) Un hombre hizo, sin lugar a dudas, una segunda filmación, hasta hoy perdida, a escasos centímetros de Galán y a pocos segundos de ser atacado con disparos de una subametralladora que fue accionada por debajo del sitio de la tarima en el que se paró el líder para dar su discurso.
2) En la parte de atrás, debajo del saco, el hombre que filma lleva un arma, al parecer atada al cinturón o guardada entre un bolsillo. Esa, presumiblemente una pistola, sería usada en caso extremo para rematar a Galán.
3) Debajo de la tarima (extremo derecho inferior en la foto) un sicario exhibe la trompetilla de una segunda arma (al parecer ametralladora) que usaría en caso que fallara el sicario apostado más adelante pero que el día del crimen lo hizo con éxito.
4) Aunque pareciera un dato trivial, el hombre que filma en la foto calza zapatos grises brillantes, del mismo color del vestido, costumbre que fue distintiva de los narcotraficantes y esmeralderos de la época.
Los cuatro elementos de la fotografía fueron descubiertos, cuidadosamente examinados y subrayados por este periodista en reuniones separadas con un técnico forense, investigadores judiciales del caso Galán; el reconocido antropólogo, investigador y documentalista colombiano Yesid Campos y el fotógrafo colombo-canadiense Richard Emblin, ex editor de fotografía de El Tiempo y actual director de City Paper.
La filmación que está perdida debe guardar valiosa información del magnicidio, captada en tomas de contra-plano de las únicas que se conocen, hechas por el camarógrafo de la campaña política, Jesús Calderón.
En Soacha, quienes recibieron la foto en 2010, conjeturaron que había sido hecha por un viejo fotógrafo del pueblo, ya muerto, pero su viuda descartó que hubiera sido tomada por su marido.
Las fuentes de Soacha pidieron no ser identificadas por considerar que el magnicidio de Galán continúa siendo un tema en extremo peligroso. Ninguna de ellas atinó a identificar al hombre que aparece filmado en la fotografía pero todas coincidieron en que quien se encuentra de espaldas con un papel en la mano (5) es un animador de eventos del municipio, que ya murió, y quien sale armado, entre el animador y el que filma (6), es el fiel guardaespaldas de Galán, Santiago Cuervo, célebre porque en el momento del ataque se lanzó sobre su protegido para cubrirlo con su propio cuerpo y recibió disparos que 24 horas más tarde le costaron la vida.
Curso especial de sicarios
El magnicidio de Galán, en lo que se refiere a su ejecución y planeamiento operativos, continúa sin esclarecerse y solamente ahora hay luces de lo que realmente sucedió, distinto al montaje armado por el DAS y la Policía Nacional para echarle encima la culpa al inocente barranquillero Jubiz Hazbún Hazbún (hoy muerto), por lo cual el año pasado el Estado Colombiano debió confesarse culpable y pedirle perdón a la familia, por disposición de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Entre los nuevos descubrimientos, aunque tardíos, del caso Galán, surgió que, en 2009, Wilson Pérez (hermano del extinto jefe paramilitar del Magdalena Medio Henry Pérez) había declarado a la Fiscalía General de la Nación que los 18 sicarios seleccionados para concretar el magnicidio fueron adiestrados en un curso exclusivo que les dictaron mercenarios del coronel israelí Yair Klein, contratados y pagado por el narcotraficante José Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “El Mexicano”.
Wilson Pérez purgó 27 años de cárcel por haber participado en la masacre de La Rochela, en la que el 18 de enero de 1989 paramilitares bajo su mando y el de su hermano Henry, asesinaron, en el corregimiento de La Rochela (Simacota, Santander) a 12 funcionarios judiciales de un grupo de 15 que investigaba la masacre de unos comerciantes de Bucaramanga y otros delitos. Para este crimen se aliaron paramilitares, narcotraficantes y el Ejército Nacional.
Uno de los asesinos de La Rochela, Jesús Baquero Agudelo, alias “Negro Vladimir”, también declaró que los sicarios de Galán fueron preparados en un curso especial dictado por mercenarios israelíes, del que tuvieron conocimiento los generales Carlos Julio Gil Colorado, Farouk Yanine Díaz, Juan Salcedo Lora y Alfonso Vacca.
Antes de proveer el entrenamiento especial a los 18 sicarios de Galán, Rodríguez Gacha los dotó con los mejores fusiles de asalto de un arsenal que adquirió en Antigua, isla del Caribe, parte del cual fue hallado después de su muerte en la provincia de Rionegro, Cundinamarca (ver foto). No obstante, el homicidio fue cometido al final con una de varias subametralladoras UZI, de fabricación israelí, que aportó Pablo Escobar. Estas, por su pequeño tamaño, resultaron más prácticas y maniobrables.
Otra versión sobre el entrenamiento especial de los sicarios de Galán la rindió el oficial de la DIJIN, de la Policía, Alberto Tolosa Hernández, a quien la justicia le comprobó en juicio que mantenía línea directa con Luis Eduardo Rueda Rocha, el sicario que accionó el arma que mató a Galán.
Al pie de las instalaciones de la DIJIN en Bogotá, Tolosa Hernández se reunía con Rodríguez Gacha en una compraventa de carros robados y de segunda mano que este último poseía desde cuando comenzó su carrera criminal (ver foto de Gacha posando en esa compraventa).
Tolosa Hernández conoció a Rueda Rocha porque se lo presentó Luis Ernesto Rodríguez, también de la DIJIN y chofer del jefe de Operaciones Especiales de ese organismo, Mauricio Santoyo, quien llegaría al grado de general de la Policía Nacional a la sombra del ex presidente y ex senador Alvaro Uribe Vélez. Santoyo quien estuvo preso en Estados Unidos por narcotráfico, a donde fue extraditado.
Tolosa Hernández purgó 14 años de cárcel por concierto para delinquir con el grupo criminal de Rodríguez Gacha. Hoy, ya libre, vive en Cúcuta.
Tres frentes judiciales
Con tres décadas de atraso e impunidad, el magnicidio de Galán en la actualidad avanza en tres frentes judiciales.
El primero se ventiló en la Corte Suprema de Justicia contra el general de la Policía y director del DAS en la época del crimen, general Miguel Alfredo Maza Márquez, quien fue condenado.
El segundo se llevaba en el Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Cundinamarca, contra el mayor Luis Felipe Mantilla, comandante de la Policía de Soacha, y el coronel Manuel González Enríquez, quien fuera jefe de Orden Público del DAS.
El tercero lo llevó la Fiscalía 39 de Contexto, sumario número 176. Fueron acusados los coroneles Oscar Peláez Carmona, director de la DIJIN; Gustavo Leal Pérez, comandante de Policía de Cundinamarca; Gabriel Argemiro Serna, subcomandante y Gentil Vidal Sarria, Comandante Operativo.
En sumario número 038A de la misma Fiscalía de Contexto, fue investigado el teniente José Fernando Calvache Reyes, entonces de la Seccional de Investigaciones Criminales, SIJIN, en Cundinamarca, y hoy Fiscal de Derechos Humanos en Medellín, así como el capitán Gustavo Arciniegas, jefe de Policía Judicial de la DIJIN.
Montilla y Calvache Reyes, de acuerdo con pruebas y testimonios, aparecen en la nómina de sobornos a policías que pagaba la organización de José Gonzalo Rodríguez Gacha.
(Como complemento de este artículo, se recomienda leer
“Hombre clave del caso Galán estaría vivo”,
Semana, agosto 15 de 2015).
Tomado de La Nueva Prensa