«Para limpiar el corazón frente a los escombros humanos»

FECHA:

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Imagen del evento de víctimas en la ‘Escombrera’ en la comuna 13. Análisisurbano.com

El lunes 27 de julio de 2015, se realizó el acto simbólico en memoria de los desaparecidos de la Comuna 13, en la ciudad de Medellín, como preámbulo al inicio de las excavaciones en uno de los sectores de la ‘Escombrera’ donde hay serios indicios de que numerosas víctimas yacen enterrada bajo escombros, producto de la alianza paraestatal que ha controlado a sangre y fuego esa zona de la ciudad.

En este sitio que ha sido considerado como la mayor fosa común urbana, se realizó la homilía por parte del Sacerdote Jesuita Javier Giraldo, defensor de los Derechos Humanos y una de las personas más importantes que luchan en Colombia, contra los poderes establecidos.

Análisis Urbano y la ONG Corpades, consideran oportuno difundir el mensaje de lucha y de no resignación que tan ilustre luchador le entrega a las víctimas, a la ciudadanía de Medellín y el llamado de atención que le hace al Estado colombiano y a la institucionalidad que en ultimas son los que han permitido mucho de los hechos de horror y sangre a los que han sido obligados a vivir los más débiles en Colombia.

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Imagen del acto simbólico de las víctimas realizado en la ‘Escombrera’ en la Comuna 13.

Homilía en el Acto de Memoria de las madres y familiares de los desaparecidos de la Comuna 13 de Medellín

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S. J. Javier Giraldo, en la homilía realizada el 27 de julio de 2015, en la ‘Escombrera’ . Imagen tomada de http://www.javiergiraldo.org/

Queridas madres y familiares de los desaparecidos de esta Comuna 13, escenario de muchos de los episodios más atroces que arrastra nuestra historia nacional.

Ustedes encarnan hoy, de manera muy conmovedora, la actitud y el espíritu de aquella viuda destacada por Jesús, en el relato evangélico que acabamos de escuchar, cuya tenacidad e intransigencia venció la indolencia y la deshumanización del juez inicuo, logrando ustedes que se inicie este proceso de búsqueda de los despojos mortales de sus seres queridos, exhumando a la vez una memoria dolorosa y vergonzosa que mancha ante el mundo entero nuestra identidad nacional.

Vuelven a nuestra memoria forzosamente las jornadas de mayo y octubre de 2002, con sus operaciones Mariscal y Orión, con los centenares de detenciones arbitrarias y los perversos montajes que las facilitaron, que habían sido minuciosamente diseñados; con los bombardeos indiscriminados, con las desapariciones y asesinatos, con los desplazamientos forzados, con el dolor y la angustia de los pobladores que los grandes medios supieron ocultar o tergiversar.

No puedo olvidar el silencio bochornoso con que un gran público recibió meses después, en la Universidad de Antioquia, el informe que les presentamos con la versión de las víctimas. Luego de un largo silencio, un profesor se levantó a solicitar que no interpretáramos ese silencio como un signo de indolencia o de indiferencia sino de perplejidad y de vergüenza, pues apenas caían en la cuenta de que esas atrocidades habían ocurrido a muy poca distancia de sus claustros académicos y ellos no se habían enterado.

Un muro simbólico separaba y sigue separando ciertamente los espacios de la ciudad tecnificada y embellecida por la publicidad, y las comunas periféricas donde la pobreza y las luchas por la dignidad producen estigmas y miedo, creando imaginarios infernales, a los que se remite mediáticamente la concentración más aterradora de la violencia y el delito. Toda esta creación artificial e ideológica constituía, sin ninguna duda, el elemento justificador de la barbarie que se desplegó en esos históricos operativos militares, que se le vendieron al país y al mundo como los más grandes aportes a la seguridad del pueblo.

Y en medio de esa orgía de barbarie, este territorio destinado a recibir los escombros y desechos de una ciudad que se moderniza y se embellece para adaptarse a los cánones de rentabilidad del espacio, fue elegido también para mezclar en sus enormes capas de escombros los cuerpos desechables de numerosas víctimas, que en la mentalidad de los tecnócratas del poder, se identificaban plenamente con los escombros urbanos que deben ser sepultados y escondidos para dar paso a las estructuras modernas y rentables de una ciudad y sociedad que debe plegarse a las exigencias excluyentes y segregativas de los grandes capitales. (Continuar leyendo aquí).

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Imagen tomada en La ‘Escombrera’ Comuna 13. Análisisurbano.com

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‘Escarbando la verdad, desenterrando la justicia’

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