Teherán, 26 agosto de 2021.- Irán y Pakistán apostaron este jueves por reforzar la cooperación bilateral y regional con el fin de ayudar al vecino Afganistán a lograr una paz duradera, tras la toma del poder por los talibanes y la retirada de las tropas extranjeras.
El ministro paquistaní de Exteriores, Shah Mahmood Qureshí, se reunió en Teherán con el presidente iraní, Ebrahim Raisí, y con su homólogo Hosein Amir Abdolahian, en el marco de una gira por países vecinos a Afganistán que ha incluido Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán.
En la reunión, Raisí subrayó que «los países de la región, especialmente Irán y Pakistán, pueden trabajar juntos para facilitar la interacción entre los distintos grupos en Afganistán para crear seguridad y paz en el país».
Qureshí señaló en la misma línea que su país e Irán pueden «establecer y fortalecer la paz y la estabilidad en la región, especialmente en Afganistán», según el comunicado de la Presidencia iraní.
Mientras Pakistán ayudó a los talibanes en los años 90 y acogió a sus líderes tras su derrota en 2001, la relación de Irán con este movimiento ha sido bien distinta, aunque ahora las autoridades persas mantienen abierta su embajada en Kabul y se muestran conciliadoras.
La postura actual de Irán hacia los talibanes sorprende si se compara con lo sucedido durante el primer gobierno extremista (1996-2001), pero no tanto si se analiza la evolución de los últimos años.
UN GIRO DE 180 GRADOS, PERO GRADUAL
La relación ha sido turbulenta ya que en sus orígenes el movimiento talibán era anti-chií, la rama del islam predominante en Irán, y en 1998, durante su asalto a la ciudad de Mazar-e-Sharif, asesinaron a diez diplomáticos iraníes y al corresponsal de la agencia oficial de noticias IRNA.
El Gobierno talibán de entonces solo fue reconocido por Pakistán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, siendo este último país el principal rival regional de Irán y al que Teherán acusa de financiar a grupos extremistas contrarios a su sistema.
Sin embargo, en los últimos años, las autoridades iraníes han recibido en Teherán a representantes de los talibanes e incluso han mediado más recientemente entre ellos y el ya depuesto gobierno de Kabul, al asumir que eran una parte más del tablero político y no iban a ser derrotados.
«La política de Irán se considera realista», asegura a Efe el analista político iraní Mehdi Motaharnia, profesor en la Universidad Azad de Teherán, quien indica que Irán «se esfuerza para que los buenos lazos con los talibanes permitan prevenir antes que curar».
En opinión de este catedrático de ciencias políticas, el sistema iraní no puede afrontar ahora otro conflicto en sus fronteras ni intervenir en el mismo debido a la grave crisis económica, el descontento interno y la gran inversión realizada para mantener su influencia en otros países, como Irak, Siria, el Líbano o el Yemen.
«El cambio hacia un estilo más negociador de los talibanes ha fomentado que Irán entre en ese ámbito político para evitar posibles ataques terroristas en el futuro con el armamento que los talibanes tienen a su alcance», apunta Motaharnia.
Irán quiere estabilidad en el país vecino, mantener su comercio, que ya ha vuelto a la normalidad, y evitar que grupos yihadistas como la rama afgana del Estado Islámico perpetren ataques en su territorio.
LA SALIDA DE EEUU: UN PUNTO DE INFLEXIÓN
Las autoridades iraníes han puesto más el foco en lo positivo de la retirada de EEUU de Afganistán que en lo que puede suponer un Gobierno talibán, un mantra que volvió a repetir hoy Raisí.
El presidente insistió en su reunión con Qureshí que Washington «no tiene la capacidad de crear paz y estabilidad duraderas en Afganistán» y que el sistema de tutela impuesto durante 20 años es «un modelo fallido».
«Los países vecinos deben facilitar el establecimiento de un gobierno inclusivo y participativo con la presencia de todos los grupos políticos y étnicos afganos», aseveró.
Qureshí estuvo de acuerdo en la necesidad de un enfoque coordinado y añadió que «la paz en Afganistán generará beneficios económicos y políticos para la región», según un comunicado del Ministerio de Exteriores paquistaní.
La paz y la prosperidad en Afganistán, aunque improbables en el corto plazo, son vistas por Teherán e Islamabad como la fórmula para evitar una nueva ola de refugiados afganos.
Pakistán, que alberga a 1,4 millones de afganos registrados legalmente y alrededor de otro millón indocumentados, ya anunció que no permitirá la entrada de ningún afgano sin visado en esta ocasión.
Por su parte, Irán acoge a 4 millones de refugiados afganos, muchos de ellos indocumentados, y seguirá apoyando al pueblo de ese país, según dijo hoy Raisí, aunque por ahora la situación en la frontera no es nada clara.
El analista Motaharnia se muestra pesimista. A su juicio, habrá «inmensas olas de refugiados» y la toma del poder por parte de los talibanes puede «fomentar la división y, en vez de generar estabilidad, desatar el caos en la región».
Marina Villén