Kabul, 3 septiembre de 2021.- Los talibanes intensificaron su ofensiva contra la norteña provincia de Panjshir, el último bastión en Afganistán contra los islamistas que, como sucedió durante el último régimen talibán entre 1996 y 2001, resiste los ataques.
«Los talibanes perdieron a cientos de combatientes, dejaron cadáveres en las montañas y se retiraron de algunas áreas», aseguró hoy a Efe una fuente del Frente Nacional de Resistencia (NRF) de Panjshir, formado por guerrillas locales y tropas del Gobierno afgano derrocado que se refugiaron en la región durante su retirada.
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Varias fuentes de la formación aseguraron que la mayoría de los ataques de los talibanes fueron rechazados, incapaces por ahora de adentrarse en Panjshir, la única de las 34 provincias afganas que aún no ha caído en manos de los islamistas, una ofensiva que culminó el pasado 15 de agosto con la toma incruenta de Kabul.
Los islamistas, sin embargo, aseguran que la operación para tomar el control de Panjshir sigue su curso, y que solo en un par de zonas de la provincia mataron al menos a 31 soldados «enemigos», explicó a Efe el portavoz talibán Bilal Karimi.
«El enemigo está rodeado en Panjshir, la situación no está a (su) favor», agregó.
Otra fuente de los talibanes, que pidió el anonimato, detalló a Efe que han solicitado el apoyo de miles de combatientes que se encuentran en varias provincias cercanas para atacar Panjshir, y hasta ahora han «capturado decenas de puestos de control enemigos».
Las fuerzas en Panjshir están dirigidas por el exvicepresidente afgano Amrullah Saleh, autoproclamado nuevo presidente de Afganistán tras la huida del país durante la toma de Kabul del exmandatario, Ashraf Ghani, y Ahmad Massoud, hijo del difunto comandante afgano Ahmad Shah Massoud, «el león del Panjshir», una leyenda por haber hecho frente a los soviéticos y a los talibanes.
Panjshir también fue el centro de la resistencia contra el grupo islamista durante el anterior régimen talibán, entre 1996 y 2001, que concluyó con una invasión estadounidense que llegó precisamente esta semana a su fin tras casi dos décadas de guerra.
Saleh, en una serie de mensajes en Twitter, denunció que los talibanes «han bloqueado el acceso de ayuda humanitaria a Panjshir», han utilizado a jóvenes de la provincia para caminar sobre campos minados y han cortado la electricidad o las líneas telefónicas.
«Los talibanes están cometiendo crímenes de guerra y no respetan el derecho internacional humanitario. Hacemos un llamado a los líderes mundiales y de la ONU para que tomen nota de este claro comportamiento criminal y terrorista de los talibanes», sentenció.
Habitantes de Panjshir aseguraron a Efe que los talibanes les están pidiendo acudir a la primera línea del frente para recoger los cadáveres de sus combatientes.
NUEVO GOBIERNO
Mientras continúan los combates por la conquista del último reducto antitalibán del país, los islamistas se preparan para anunciar su nuevo Gobierno, aunque «hasta ahora no se ha decidido una fecha exacta», reveló a Efe el portavoz talibán Karimi.
El portavoz sí reconoció sin embargo que las consultas entre las filas de los talibanes y políticos afganos sobre la formación del nuevo sistema islámico que regirá Afganistán han concluido, un proceso que se aceleró después de la salida definitiva de las tropas estadounidenses del país antes de la medianoche del 31 de agosto.
Existen rumores de que el mulá Abdul Ghani Baradar, cofundador de los talibanes y jefe de la oficina política de los insurgentes en Catar, pueda ser el próximo presidente de Afganistán, y que el actual líder de los talibanes, el mulá Hibatullah Akhundzada, estará por encima como una especie de líder espiritual supremo del país.
Ese Gobierno, sin embargo, no parece que vaya a contar con mujeres entre sus puestos de mando, algo contra lo que protestaron hoy por segundo día consecutivo decenas de mujeres, que reclaman sus derechos y participar en el nuevo Ejecutivo.
Una de las organizadoras de la manifestación hoy en Kabul, Samira Khairkhwa, explicó a Efe que en la protesta participaron mujeres de todos los ámbitos de la sociedad afgana, que reclaman «una participación significativa en la vida pública» del país.
Muchas mujeres recuerdan aún el anterior régimen talibán, en el que fueron recluidas en el interior de los hogares y se les prohibía ir a trabajar o a la escuela, algo que algunas temen que pueda repetirse ahora.
El respeto de los islamistas a los derechos de las mujeres será sin embargo uno de los puntos clave para que los organismos internacionales decidan retomar el flujo de fondos de ayuda a Afganistán, que suponen alrededor del 43 % del producto interior bruto del país, según el Banco Mundial.
Por ahora, Emiratos Árabes Unidos, Catar o China parecen haber mostrado interés en contribuir a la reconstrucción del país con los islamistas en el poder, con la llegada por ejemplo hoy de un avión emiratí con suministros médicos y comida.
Además, Catar espera que se pueda abrir un corredor humanitario en el aeropuerto de Kabul «en las próximas 24 ó 48 horas», según aseguró hoy su enviado especial en Afganistán, Mutlaq al Qahtani.