Liverpool, 3 de noviembre de 2021 – «Al lugar donde fuiste feliz, no debes tratar de volver». Se lo advirtió Joaquín Sabina, un rojiblanco, a Luis Suárez, un futbolista que cada vez que ha decidido volver a su casa lo ha hecho para sufrir y para llevarse una decepción tras otra.
Solo dos ocasiones han sido las que Suárez ha visitado Anfield desde que abandonó Inglaterra rumbo a Barcelona en 2014, pero han sido dos noches negras para su equipos. La primera de ellas es imposible de olvidar, tanto para los aficionados del Barcelona como para los del Liverpool. Fue en 2019, cuando los blaugrana acudieron a Anfield defendiendo un 3-0 de la ida.
Lo de aquella noche fue una pesadilla para él y para sus compañeros, el naufragio del proyecto de Ernesto Valverde y la confirmación de que hacía falta una renovación en el Camp Nou. Por segundo año consecutivo, con Suárez sobre el campo, el Barcelona se estrellaba en Europa.
Aquel día quedó marcado para Suárez, que tenía la oportunidad este miércoles de desquitarse. Retornada a Anfield, con otra camiseta, con otro espíritu, con otro ánimo. «Liverpool nos trae buen recuerdo», admitía Enrique Cerezo hace unas semanas. Eso ya es historia.
Suárez se encontró un ambiente hostil ya desde el calentamiento. En su primer contacto con el verde recibió la pitada de la grada, pero era normal, estaba acompañado de todo el equipo y si por algo se caracteriza Anfield es por no ofrecer respiro a sus rivales.
El segundo golpe llegó cuando la megafonía dijo su nombre. Oleada de abucheos. No hay viejos amiguismos que valgan. Le tocó a él sacar de centro y otra vez la bronca desde la grada.
Estaba en su mano acallarlo en el terreno de juego, pero ni a él, ni al Atlético, le salió nada. Ni una pizca de fortuna, ni una sonrisa de la suerte. Con 2-0 abajo, con un compañero menos sobre el césped, atisbó una esperanza, un disparo con rebote que superó a Alisson.
Pero tampoco. Llamada al colegiado, VAR y tanto anulado. Se acabó el partido de Suárez, sustituido y con otro mal sabor de boca en Anfield.
Cuando enfilaba el banquillo, la grada empezó a pitarle de nuevo, pero poco a surgieron algunos aplausos y al final hubo división de opiniones. Un mero reconocimiento al hombre que hizo más de 80 goles con los ‘Reds’, que fue Bota de Oro de la Premier en 2014 y que rozó traer la primera Liga en muchos años a Liverpool.
Pero como hace dos años, a Suárez le volvió a tocar marcharse por la puerta de atrás de la que una vez fue su casa.
Manuel Sánchez Gómez
EFE