Jerusalén, 9 de noviembre de 2021.- El Ejército israelí ha instalado un extensivo sistema de vigilancia, que incluye cámaras de reconocimiento facial y sensores de movimientos, en los territorios palestinos de Cisjordania ocupada, según revelan testimonios de soldados retirados a los que ha tenido acceso Efe.
Esta red de vigilancia, implementada en los dos últimos años, utiliza la tecnología «Blue Wolf» que, instalada en los teléfonos inteligentes de los soldados, detecta el rostro de palestinos, envía la información a una base de imágenes del Ejército para identificar a la persona y extrae sus datos personales.
«Si se pone rojo lo arrestamos; si es amarillo lo detenemos temporalmente. Lo llevamos a la base y los retenemos durante un par de horas», señala el testimonio sobre Blue Wolf de un exsargento israelí, recogido por la organización Breaking the Silence.
«Los testimonios muestran cómo desde el Ejército se alienta, e incluso se incentiva, a los soldados a fotografiar y cargar los detalles de tantos palestinos como sea posible en el sistema, lo que a menudo se les presenta como una competencia entre las unidades militares que sirven en la zona», explicó a Efe Ori Givati, director de campañas de Breaking the Silence, organización formada por exsoldados israelíes que denuncian los abusos en los territorios palestinos ocupados.
Se estima que las caras de miles de palestinos, incluidos ancianos y niños, están cargados en ese sistema sin su conocimiento ni consentimiento.
Además de Blue Wolf, el Ejército israelí ha instalado cámaras de escaneo facial en la ciudad dividida de Hebrón, la segunda mayor de Cisjordania ocupada, para ayudar a los soldados en los puestos de control a identificar a los palestinos incluso antes de que presenten sus tarjetas de identificación.
Una red más amplia de cámaras de televisión de circuito cerrado y sensores de movimiento, denominada «Hebron Smart City», proporciona un seguimiento en tiempo real de la población de la ciudad y, según el relato bajo anonimato de un exsoldado, a veces puede ver el interior de las casas particulares por lo que supone una «violación total de la privacidad de todo un pueblo».
«Como soldados se nos dijo que la política oficial del Ejército en los territorios ocupados es dar a los palestinos la sensación de estar vigilados y perseguidos constantemente. Con el desarrollo y la implementación de esta tecnología de vigilancia orwelliana, la administración de la ocupación y el proceso de anexión de facto se simplifica cada vez más, a expensas de los derechos individuales de los civiles palestinos», apuntó Givati.
Esta tecnología de vigilancia es similar a las cámaras de reconocimiento facial empleadas en los puntos de control fronterizos israelíes desde 2019, aunque «la diferencia fundamental es que los palestinos que viven en Hebrón no participan a sabiendas y con consentimiento en esta forma de monitoreo digital», indicó Givati.
Hebrón es uno de los principales focos de violencia en Cisjordania ocupada, donde cerca de un millar de colonos israelíes -la mayoría extremistas- llevan años instalados en el centro de la ciudad donde viven unos 200.000 palestinos, a los que se les restringe el acceso a avenidas principales e incluso a partes del casco histórico, fuertemente custodiado por el Ejército israelí.
El uso oficial de tecnologías de reconocimiento facial está prohibido en una decena de ciudades de EEUU y el Parlamento Europeo ha pedido que se prohíba su uso por parte de la policía de los Estados miembros en lugares públicos.
Sin embargo, Israel, donde el argumento de la seguridad está por encima de la privacidad, es uno de los países que utiliza estas tecnologías de manera más elaborada y extensiva, según la organización de derechos civiles digitales AccessNow.
«En Cisjordania, sin embargo, Israel utiliza la infraestructura de ocupación ahora profundamente arraigada, cuya base se ha sentado durante los últimos 54 años, para mantener a cientos de miles de palestinos bajo estrecha vigilancia, sin ningún debate público, transparencia o responsabilidad», añade Givati.
Sara Gómez Armas
EFE