Viena, 9 de noviembre de 2021.- Austria inauguró este martes en Viena un monumento a las víctimas del Holocausto que recoge el nombre de los más de 64.000 judíos austríacos asesinados por el régimen nazi.
La inauguración del Muro de los Nombres de la Shoá coincide con el 83 aniversario de «La noche de los cristales rotos», una masacre promovida por los nazis, en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, que se considera el punto de radicalización de las políticas antijudías del III Reich.
El monumento rodea el parque Ostarrichi, situado entre un edificio de la Universidad de Viena y el Banco Nacional, y está formado por 160 bloques de granito en los que se encuentran grabados los nombres de los 64.440 judíos de todas las edades asesinados por los nazis.
«Durante demasiado tiempo Austria se vio exclusivamente como una víctima del nacionalsocialismo (…), pero demasiados miraron a otro lado o participaron cuando a sus conciudadanos se les robó, deportó y asesinó», reconoció el canciller austríaco, Alexander Schallenberg, en la ceremonia de inauguración del monumento.
«Hemos mirado demasiado a otro lado hasta hacernos conscientes de nuestro papel y de nuestra responsabilidad», insistió, subrayando que con ese memorial Austria asume el «capítulo más oscuro de su historia».
«Con este muro evitamos el olvido de sus nombres y sus historias, les devolvemos su nombre, su individualidad y, con ello, parte de su dignidad, y un lugar en su país. Todo eso que se les quitó sin piedad», agregó.
Schallenberg se comprometió a que la responsabilidad de Austria no se refiera solo al pasado sino también a la lucha presente y futura contra toda forma de antisemitismo en todo el mundo.
El sobreviviente del Holocausto Kurt Yakov Tutter, de 91 años, ha luchado durante más de dos décadas por la construcción de un memorial que recordase a todos los judíos austríacos que murieron en el Holocausto.
En 1939, cuando Tutter tenía nueve años, su familia huyó de Austria a Bélgica, donde fueron detenidos y deportados al campo de exterminio de Auschwitz en 1942. Sus padres fueron allí asesinados.
«Este memorial no trata acerca de mi familia, sino del recuerdo de personas olvidadas. Cuando los austríacos vengan aquí podrán leer cada nombre y preguntarse: ¿Quién era esta persona?», explicó hoy Tutter a los periodistas.
«Cada nombre es una persona, una vida», destacó Tutter sobre las decenas de miles de víctimas de la Shoá inscritas en ese muro, la mayor de ellas de 101 años mientras que la menor fue asesinada al poco de nacer.
CRÍTICAS DE HISTORIADORES
El monumento -aprobado en 2018- ha sido criticado por destacados historiadores debido a diversos motivos: por su ubicación, por no incluir a todas las víctimas de la persecución nazi y por su tardía inauguración, más de 75 años después del final de la II Guerra Mundial.
Algunos historiadores pedían emplazar el monumento en Heldenplatz -una plaza simbólica para el régimen nazi debido a que el dictador Adolf Hitler dio allí en marzo de 1938 un multitudinario discurso tras anexionarse la alemania nazi a Austria-, o incluso frente al Parlamento.
Por el contrario, el memorial se ha instalado en un parque sin vinculación histórica con el Holocausto y fuera del casco histórico de Viena.
Otros expertos consideran que el monumento debería recordar a todas las víctimas de las políticas de exterminio nazis, incluyendo a represaliados por sus ideología, por su tendencia sexual, por su discapacidad, así como a la población gitana que también murió en el Holocausto.
Después de la II Guerra Mundial, Austria defendió la política oficial de que el país fue la primera víctima del nazismo y se mostró renuente a reconocer la responsabilidad del Estado, algo que ha cambiado en las últimas tres décadas.
No solamente Hitler era austríaco sino numerosos responsables de las políticas de exterminio nazis, como Adolf Eichmann.
En medio de la polémica, el diario Der Standard informó de que la empresa que ha construido el memorial, Mörtingerbau participó en programas nazis que empleaban mano de obra esclava, incluida judía, durante la Segunda Guerra Mundial.
El actual propietario, que compró la constructora en la década de los 70, aseguró que desconocía que durante la época nazi Mörtingerbau hubiera empleado a judíos húngaros en trabajos forzados.
Luis Lidón
EFE