Nicosia, 2 de diciembre de 2021.- El papa Francisco llegó hoy a Chipre y en su primer acto al encontrar a los representantes de la minoría católica de la isla, formada sobre todo por migrantes, afirmó que «no debemos sentir la diversidad como una amenaza contra la identidad» y que no puede «haber muros en la Iglesia».
Francisco comenzó su viaje a Chipre -que le llevará también a Grecia- con una visita a la catedral de Santa María de Las Gracias, donde se reúne la antigua comunidad maronita, de la que quedan no más de 8.000 fieles, procedencia es Líbano y luchan por mantener su identidad sobre todo tras la ocupación de Turquía en 1974 de un tercio del país, lo que sufrieron particularmente.
«Cuando pienso en el Líbano siento mucha preocupación por la crisis en la que se encuentra y noto el sufrimiento de un pueblo cansado y probado por la violencia y el dolor. Llevo a mi oración el deseo de paz que sube desde el corazón de ese país», dijo el papa en su discurso.
Recordó que la Iglesia católica ha crecido en este país gracias a la presencia de migrantes, por lo que «se presenta como un pueblo multicolor, un auténtico lugar de encuentro entre etnias y culturas diferentes», y dijo que así debe ser la Iglesia, «es decir, universal, espacio abierto en el que todos son acogidos y alcanzados por la misericordia de Dios y su invitación a amar».
«No hay ni debe haber muros en la Iglesia católica, es una casa común, es el lugar de las relaciones, es la convivencia de la diversidad», observó el pontífice.
Y afirmó que este un mensaje también «para la Iglesia en toda Europa, marcada por la crisis de fe».
«No sirve ser impulsivos y agresivos, nostálgicos o quejicas, es mejor seguir adelante leyendo los signos de los tiempos y también los signos de la crisis. Es necesario volver a comenzar y anunciar el Evangelio con paciencia, sobre todo a las nuevas generaciones», aseveró.
En este país que recibe a tantos refugiados y migrantes, Francisco advirtió: «no debemos sentir la diversidad como una amenaza contra la identidad, ni debemos recelar y preocuparnos de los respectivos espacios» pues «si caemos en esta tentación crece el miedo, el miedo genera desconfianza, la desconfianza conduce a la sospecha y, antes o después, lleva a la guerra».
Destacó también que el Mediterráneo, cuna de numerosas civilizaciones, es «un mar del que todavía hoy desembarcan personas, pueblos y culturas de todas partes del mundo» y pidió a los chipriotas que con su fraternidad «pueden recordar a todos, a toda Europa, que para construir un futuro digno del hombre es necesario trabajar juntos, superar las divisiones, derribar los muros y cultivar el sueño de la unidad».
Francisco también escuchó algunos testimonios, entre ellos el de una monja que recordó como tras la invasión de las fuerzas turcas en 1974, muchas religiosas tuvieron que huir de la parte invadida de Chipre y pensaron que sería una noche «pero esta larga noche dura 47 años».
La monja afirmó que la ocupación ha sido «una página dramática» para la población y que «no sólo cambió la parte política y social sino también la misión en la zona ocupada de la parte norte» pero que han continuado asistiendo a los necesitados de estas zonas.
EFE
