Cali (Colombia), 10 de diciembre de 2021.– Cerca de 3.000 indígenas, montados en sus «chivas» (autobuses), llegaron este viernes a la ciudad colombiana de Cali desde sus resguardos en el suroeste del país para denunciar el aumento de amenazas, homicidios y masacres en sus territorios, especialmente, en las zonas del departamento del Cauca.
En las coloridas camionetas, ocupando una fila de más de un kilómetro de extensión, la minga indígena, como se conoce a su forma de protesta, recorrió Cali, ondeando banderas con los colores icónicos de sus pueblos, música festiva y mensajes alusivos a la paz, pero también al exterminio que, aseguran, padecen.
Los integrantes de once comunidades indígenas del suroccidente del país fueron recibidos en la tercera ciudad más importante de Colombia, en medio de tensiones después de las críticas levantadas durante los meses de protesta en abril y mayo, por un amplio operativo policial.
La minga quiere «entregar un mensaje de reconciliación a través de la palabra» y denunciar lo que el dinamizador político del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), Guiovanny Yule, denomina «un proyecto de muerte», en el que grupos armados como las disidencias de las FARC, los paramilitares o la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) están causando desplazamiento, amenazas, homicidios y masacres en sus territorios», según explicó a Efe.
Según las más recientes cifras del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), durante este 2021, en todo el país han sido asesinados 53 indígenas que ejercían el liderazgo social y la defensa de los derechos humanos.
La oficina de la ONU de Derechos Humanos en Colombia, por su parte, ha verificado 67 homicidios de personas defensoras, de las cuales 13 son indígenas o afrodescendientes, y está verificando nueve más.
Es por eso que Yule insiste en que «se han ensañado en contra de nuestros niños, nuestra gente indígena que vive en los territorios», y añadió que llegaron a Cali también «a proponer el ejercicio de diálogos humanitarios donde se establezca el mínimo del respeto del derechos humanos».
Los cerca de 3.000 indígenas caminaron con un primer anillo de seguridad conformado por la guardia indígena, un poco más alejados acompañaban integrantes de la Policía desarmados y civiles de la Secretaría de Paz y Cultura Ciudadana de Cali hasta la Plazoleta de Las Banderas, en el suroeste de la ciudad.
«Salimos a marchar todos los territorios por la defensa de la vida, en contra de los asesinatos de líderes, de jóvenes, de mujeres; queremos que Colombia escuche y reconozca nuestros derechos como pueblos indígenas», dijo a Efe Yanina Cantero, una guardia indígena.
La minga llegó a Cali en el primer semestre para unirse a las protestas que se tomaron el país y que dejaron varios muertos en esta ciudad del suroeste y que produjeron tensos episodios en el barrio residencial de Ciudad Jardín, donde algunos civiles dispararon contra ellos, después de denunciar atracos e invasiones a sus edificios.
La vuelta a la ciudad transcurrió con calma, salvo algunos episodios tensos en los que jóvenes encapuchados e identificados como «primera línea», ajenos a los indígenas, que se unieron a la marcha increparon al secretario de Seguridad Ciudadana de Cali, Carlos Soler, quien se acercó a la manifestación para verificar de primera mano que no hubiera brotes de violencia.
EFE