Santa Cruz de La Palma (España), 3 de enero de 2022.– Mauro y Carmen, dos de los miles de vecinos evacuados tras la erupción, el 19 de septiembre del 2021, del volcán de la isla canaria de La Palma han retornado este lunes a sus viviendas «con alivio e ilusión» a un paisaje ya diferente, pues «es muy triste mirar para allá y ver esa sombra negra».
Ambos son parte de las casi mil personas que pueden volver a partir de hoy a sus domicilios tras acordar este domingo el Plan de Prevención de Riegos Volcánico de Canarias (Pevolca) el levantamiento de las evacuaciones en varias zonas afectadas por la erupción volcánica, que se dio por oficialmente terminada el pasado día de Navidad.
Mauro, que es vecino de Cruz de Tajuya, ha explicado en declaraciones a EFE que durante estos casi tres meses de erupción ha estado ayudando también a una familia que tras la evacuación se dirigieron a Tenerife, de donde regresaron ayer.
«La verdad es que esto es un alivio después de casi tres meses. Estoy contentísimo, pero ellos sobre todo, pues no habían visto todavía su casa», comenta.
Él en cambio ha podido entrar con frecuencia, dos o tres veces por semana e incluso en ciertas ocasiones a diario, a realizar labores de limpieza de ceniza «porque la arena era increíble y había que quitarla, sobre todo después de que llovió, cuando había mucho peso en las losas».
La lava se detuvo a apenas 500 metros de la casa de Mauro, quien confiesa que llegó a asustarse cuando una de las coladas se desbordó cerca de su casa.
«Había un gran río de lava, pero paró ahí, gracias a Dios», exclama este vecino, quien no obstante lamenta que el paisaje que conoció «ya no es el mismo: mirar para allá y ver esa sombra negra es muy triste».
Explica que parte de los residentes en la zona ya están de vuelta «y nos saludamos otra vez, pero otros ya están lejos de aquí».
En la zona de Tacande, a poco más de un kilómetro del volcán, se encuentra la casa de Carmen Nieves Sanfiel, quien ha encontrado el lugar hecho «un desastre» y con trabajo de limpieza para meses.
En el momento de hablar con EFE se encontraba abriendo la casa para ventilar y esperando la llegada de los técnicos para supervisar si hay desperfectos en la vivienda aunque, adelanta, ve fisuras en algunas partes.
A Carmen le produce ilusión el haber podido retornar a su casa, el trabajo de muchos años de su vida y sobre la que tenía la necesidad de saber si estaba o no en pie.
Ahora, mirando al sur, también el paisaje ha cambiado con la aparición del volcán, algo «espectacular», en su caso una visión un poco tapada por los pinos.
Carmen Nieves ha pasado los meses de evacuación en el domicilio de su madre y ha podido proporcionar alojamiento a su vez a otras personas «que tenían necesidad».
«Ver gente que ha perdido sus casas, todos sus enseres, ha sido muy duro, pues algunos no los han podido recuperar. Esto es muy difícil porque se unen varios factores, con gente que tampoco tiene trabajo y no es fácil ahora empezar de nuevo. Era el trabajo de toda una vida», lamenta esta vecina de Tacande.
En la misma localidad, Pedro, evacuado desde el primer día de la erupción, cuando tuvo que salir «por patitas», ha encontrado la casa aparentemente bien tras pasar estos meses en una caravana, que era el vehículo que pensaba utilizar tras su jubilación para coger «carretera y manta».
Selena, del barrio de La Laguna en Los Llanos de Aridane, exclama que ya era hora de estar de vuelta a su vivienda en la que, aunque ha podido limpiar esporádicamente, aún queda trabajo por hacer, lo que no critica porque hay gente «que no puede» al haber perdido su hogar arrasado por el volcán.
Al barrio de San Borondón ha regresado hoy Mari Carmen tras ser evacuada el pasado 20 de octubre, lo que le provocó incertidumbre al principio y después más tranquilidad al estar alojada con familiares. También admite que le va a costar mucho «poner en marcha esto otra vez, porque se sacó todo» fuera de la vivienda.
Las zonas a las que a partir de hoy pueden regresar los vecinos ocupan unas 345 hectáreas y el Pevolca ha pedido que no se acceda a espacios bajo rasante -garaje, trasteros o sótanos- sin una medición de gases previa, que no se acuda a las edificaciones en solitario y que antes de encender la electricidad se ventile la casa al menos 15 minutos.
Luis G. Morera-Miguel Calero
EFE