La Oficina quiere hacer la paz urbana, ¿Les creemos?

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Imagen de dos jefes de la Oficina. Tomada de Vanguardia.com

Por Luis Fernando Quijano Moreno

Estamos en el mes 11 del año 2016, faltan 50 días para terminar el año, la violencia y la criminalidad siguen azotando el Valle de Aburrá, otras urbes y zonas rurales de Colombia, a la par de eso en la Habana Cuba sigue confeccionándose un nuevo acuerdo de paz que de por terminado parte del conflicto armado, social y político que se ha vivido por más de medio siglo entre las FARC-EP y el Estado colombiano, dirigido hoy por el Juan Manuel Santos.

Igualmente se espera que inicie prontamente los diálogos y la negociación pública con el ELN y por ende se pueda establecer el proceso de paz con el EPL.

Mientras eso ocurre se empieza a mirar con más detenimiento qué va a pasar con los otros actores de la guerra rural y urbana, casos como los de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, la Oficina del Valle de Aburrá, y aproximadamente otras doce organizaciones paramafiosas que hacen presencia en las regiones de Colombia.

Hasta el momento solo se ha escuchado la negativa del gobierno nacional de dialogar y negociar con paramilitares y mafias. Sin embargo, estoy convencido que el Estado colombiano deberá darle cabida al dialogo y a la negociación con ellos, de lo contrario la paz quedaría incompleta, y daría cabida a nuevas escaladas de violencia y criminalidad en la geografía colombiana.

Sigo convencido de que la paz rural está abriendo el camino para la paz urbana y que estas dos juntas darán posibilidad a iniciar el largo camino de la reconciliación nacional para que algún día desemboque en el deseado posconflicto. Mientras eso pasa, reitero, se deberá dialogar y negociar con las catorce o más estructuras paramilitares y mafiosas existentes y obviamente con las bandas armadas que ellas controlan.

Hoy, 11 de noviembre de 2016, se ha conocido un comunicado público de la Oficina que se ha denominado como el DCO, una especie de dirección colegiada de grupos armados que dicen estar agremiados a la estructura de la Oficina del Valle de Aburrá, denominada  también como la Oficina de Envigado, en dicho comunicado hablan de la necesidad de la paz urbana y la paz rural, y desean ser incluidos en un proceso exploratorio que desemboque en diálogos y negociación. Buscan, al parecer, el reconocimiento político y ser incluidos en la Justicia Transicional.

En uno de los apartes del comunicado plantean: «Peticionamos ser incluidos en un proceso exploratorio que tenga como fin general la consolidación de una paz urbana como complemento necesario al esfuerzo por la paz rural; mediante la aplicación de la justicia transicional que nos facilite una viable disolución política, legal y social de nuestras estructuras armadas; el acompañamiento de la sociedad civil y las instituciones para un escalonado desmonte de escenarios de ilegalidad tanto en las ciudades como en el campo».

Por lo pronto, recibo con esperanza y agrado que por fin la Oficina comience a poner los pies en la tierra y estén entendiendo que el camino de la paz es el más adecuado. Esperemos que esto sea algo serio y responsable.

He recibido información que desde hace unas dos semanas, varios jefes y subjefes de renombre de la Oficina, como son Diego Chamizo, Soto, Chata, la línea Douglas, entre otros, han estado comunicándose, incluso por teléfono, buscando parar la confrontación que se vive en algunas zonas de la ciudad metropolitana. Podría ser que estén buscando la tregua navideña, cosa que ha ocurrido en años anteriores, pero espero que no sea solo por eso; ojalá sea el paso inicial para mostrar la intención de desmovilizar su aparato militar y económico, su nómina paralela y la separación del anclaje criminal que han establecido en el movimiento social e institucional.

La discusión nuevamente se abre, espero que por fin se inicien los diálogos urbanos y que estos vayan más allá de intereses particulares sólo por sacar jefes criminales de las cárceles, sin importar el desmantelamiento real del crimen urbano y sus altas dosis de violencia. También deseo que está oferta de paz urbana vaya más allá de paralelismos que lleven al surgimiento de una versión recargada de la desmantelada corporación Democracia y un nuevo Job, versión que ya viene haciendo sus primeros pinos, y ellos y yo sabemos de quién estamos hablando.

En principio felicito y aplaudo. Quiero creer en la iniciativa que presenta la Oficina. Espero, eso sí, que todos sus subjefes, jefes, patrones, patrones de patrones, estén en ella incluidos, en otras palabras: toda la estructuras paramafiosa.

El debate lo abro proponiendo lo siguiente: ¿Ley de sometimiento a la justicia o Justicia transicional? Bienvenido sea el debate, espero que la Oficina no olvide que la paz la hacen los enemigos, no el coro de amigos y mucho menos de áulicos.

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