Estrasburgo (Francia), 18 de enero de 2022.- La eurodiputada popular maltesa Roberta Metsola se convirtió este martes en presidenta del Parlamento Europeo para la segunda mitad de la legislatura comunitaria, hasta 2024, y será la tercera mujer en ocupar este cargo en la historia de la Eurocámara, además de la más joven y la primera en proceder del país más pequeño de la Unión Europea.
Con un ramo de flores y el “cumpleaños feliz” por parte de sus colegas –cumple hoy 43 años-, Metsola agradecía con gesto solemne el apoyo de una amplia mayoría de la Eurocámara para auparle a la presidencia de una institución en la que lleva trabajando desde 2013, tras unos años en la carrera diplomática y una juventud de apoyo a la causa europea.
En su primer discurso tras ser elegida, Metsola quiso advertir contra los nacionalismos y autoritarismos “falsos y baratos”, “que no ofrecen soluciones”, y pidió “contrarrestar la narrativa antieuropea” de quienes siguen “poniendo a prueba los valores democráticos» de la Unión.
La labor de la Eurocámara, dijo, “importa” para colectivos como los jueces amenazados por su independencia, los trabajadores esenciales o los que huyen de desastres naturales, así como a “cada mujer en Europa que aún está luchando por sus derechos”.
Metsola se definió como parte de los europeos que vivieron por primera vez el programa Erasmus –ella fue una de las primeras maltesas en disfrutarlo– y aseguró que su generación “no ve una Europa vieja o nueva”, sino una en la que se celebren las diferencias, “porque son lo que nos hace únicos”.
“La UE es una amenaza simplemente por existir”, aseguró la nueva presidenta del Parlamento Europeo, que se dirigió a los que “socavan la democracia, el Estado de derecho, la libertad de expresión y los derechos fundamentales” o a quienes ven a las mujeres y el colectivo LGTBIQ+ como “objetivos” para transmitirles que el Parlamento “siempre les hará frente”.
En uno de los momentos que arrancaron el aplauso unánime de todo el hemiciclo, Metsola se dirigió también a las familias de los periodistas asesinados en los últimos años en Europa para decirles que “su lucha por la verdad y la justicia” es también la del Parlamento Europeo.
Criticada por su postura respecto al aborto, Metsola quiso también recordar que haber elegido a una mujer para presidir el Parlamento por primera vez en más de dos décadas “importa dentro y fuera de nuestras paredes”, pero pidió que se vaya “más allá”.
“El compromiso de nuestras instituciones de tener más diversidad e igualdad de género y de garantizar los derechos de las mujeres, todos nuestros derechos, debe reafirmarse”, incidió.
“Me he subido a hombros de gigantes”, afirmó la que hoy se convierte en la tercera mujer en presidir el Parlamento Europeo y primera líder de una institución comunitaria que procede de Malta, el país más pequeño de la Unión Europea con poco más de medio millón de habitantes.
Así, reconoció y agradeció el legado de Simone Veil, superviviente del Holocausto y primera mujer en presidir la Eurocámara, así como de todas las mujeres sin nombre que lucharon “para que nosotras tengamos las oportunidades que ellas nunca tuvieron” y también de las que han perdido la vida por la violencia machista.
Metsola se llevó 458 votos de los 616 emitidos de forma válida, una mayoría bastante más dilatada que la que logró en 2019 su predecesor, David Sassoli, si bien compuesta por los mismos grandes grupos: populares, liberales y socialdemócratas, que llegaron a un acuerdo de última hora en la tarde del lunes.
A esta coalición se sumaron esta misma mañana los diputados del grupo conservador y reformista (ECR), que retiraron a su candidato a primera hora y votaron a la diputada maltesa.
Las otras dos contendientes, la sueca de Los Verdes Alice Bah Kuhnke y la española de la Izquierda Sira Rego, obtuvieron 101 y 57 votos respectivamente.
Metsola sucede en el cargo al socialdemócrata italiano David Sassoli, fallecido el pasado martes a los 65 años, y tiene un mandato para los próximos dos años y medio, hasta que concluya la legislatura y se celebren de nuevo elecciones a la Eurocámara.
Laura Zornoza
EFE