Saná, 27 de enero de 2022.- Con la reciente escalada de la violencia en el Yemen y sin perspectivas de poder regresar a sus hogares pronto, más de cuatro millones de personas viven en campos de desplazados que están cada vez más saturados y en condiciones insalubres, muchos sin acceso a agua potable o a un baño.
La familia de Saif al Din Fara, de nueve miembros, es una de las muchas que se vio obligada a dejar su casa hace casi cinco años, huyendo de los combates entre los rebeldes hutíes y las tropas saudíes en la frontera del Yemen con Arabia Saudí, y ahora vive en un campamento en las afueras de la capital, Saná.
Un total de 47 familias viven en este espacio, donde carecen incluso de los servicios más básicos de saneamiento.
«Vivimos en un campamento sin baños. Ninguno de nosotros, de nuestros hijos y mujeres podemos defecar a cualquier hora ni tomar una ducha», dice Fara a Efe-Epa.
«Algunos tienen que hacer sus necesidades en bolsas de plástico dentro de las tiendas, especialmente las mujeres», explica. «Hay un desagüe debajo de una carretera en el exterior del campamento donde las mujeres van a hacer sus necesidades. Casi 50 hacen cola esperando para hacerlo dentro del desagüe».
Unicef calcula que menos de uno de cada diez desplazados internos yemeníes, de los que el 70 % son mujeres y niños, tiene acceso a un baño.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) asegura que en 2021 hubo 137.500 nuevos desplazados en el país, a los que en las dos primeras semanas de este año se sumaron 1.200 familias más que tuvieron que huir de sus hogares con el recrudecimiento del conflicto armado.
Con ellos, el número total de desplazados internos asciende a 4,2 millones, del total de 30 millones de habitantes en el Yemen, desde que estalló el conflicto, en 2014, y la ONU ha avisado reiteradamente que los fondos que recibe no alcanzan para cubrir las necesidades de ayuda humanitaria en el país.
FALTA DE HIGIENE Y FAMILIAS ROTAS
Jamal Ali Ozman tuvo que dejar su hogar en la ciudad portuaria de Al Hudeidah hace tres años en medio de intensos combates entre los hutíes y las fuerzas leales al Gobierno reconocido internacionalmente.
En el campamento, solo puede tomar una ducha un par de veces al mes y lo tiene que hacer a la intemperie, cubriéndose con una toalla y echándose agua con una botella de plástico.
«Sufrimos de falta de higiene, de acceso a un baño, a agua limpia, los que causa la propagación de enfermedades como el cólera, el sarampión y la sarna», señala Ozman a Efe-Epa.
Para algunos de los desplazados la guerra ha supuesto además la ruptura de sus familias, como para Matarah Ali.
Esta anciana mujer dejó Al Hudeidah junto con sus vecinos el año pasado, dejando allí a su marido, que se negó a abandonar su casa, y ahora, sola, lucha para sobrevivir en medio de las dramáticas condiciones del campamento de desplazados.
«Uso pañales o bolsas porque no puedo salir del campamento a hacer mis necesidades en el desagüe de las mujeres. Desde que llegué, llevo un año sin poder ducharme», indica frente a su chabola improvisada.
EFE