Por Luis Fernando Quijano Moreno
Desde el año 2010, en plena guerra de las dos alas de la Oficina del Valle de Aburrá —denominada Oficina de Envigado—, una dirigida por Valenciano y la otra por Sebastián, ambos extraditados a los Estados Unidos; desde la ONG Corpades lancé la alerta sobre la llegada al Valle de Aburrá de Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) o Clan del Golfo, estructura paramafiosa que fue bautizada como los Urabeños. Con el solo anuncio inmediatamente empezaron, desde la institucionalidad, a descalificar. Me imagino que ellos, los sátrapas en la Policía, la Alcaldía de Medellín, la Gobernación de Antioquia y la Fiscalía olvidarán hoy que lo hacían, no se arriesgarán a tener que asumir responsabilidades por ocultar la verdad del monstruo paramilitar que se asentaba en el Valle de Aburrá.
Hace poco leí, con algo de satisfacción, que el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, y el brigadier general Óscar Gómez Heredia, comandante de la Meval, reconocían lo que se sabía de años atrás; ellos, los paramilitares y los mafiosos de las AGC se encontraban aquí y no precisamente en plan de paseo o refugio; incluso admitieron que fueron las que atentaron contra miembros de la Policía en el sector de Pajarito.
Al menos ya se reconoció lo que era imposible de ocultar, aunque la satisfacción no fue completa porque hablaron de que las AGC operaban en la ciudad metropolitana a través de franquicias, revelación que no es tan veraz, pero lo claro es que se nota el avance en reconocer la realidad y no ocultarla, como algunos de sus antecesores en esos cargos lo hicieron.
Ahora que ya se sabe que están las AGC presentes en Medellín y el resto del área metropolitana, se centra el debate en si su presencia es directa o se hace bajo la modalidad de franquicias a través de algunas bandas de la ciudad metropolitana. Déjenme decirles que la institucionalidad se equivoca al presentar el asunto así; es más complejo de lo que parece. El simplismo de adjudicar la presencia de las AGC en cuerpo ajeno es tan frágil como desconocer la presencia del crimen trasnacional o el Pacto del Fusil en el Valle de Aburrá. Respetuosamente debo decirle a quienes dirigen la ciudad que miren más allá de esa realidad que les han presentado por medio de la inteligencia o asesores internos o externos.
Es cierto y eso comparto con el alcalde y el general, aquí hay aliados de las AGC que literalmente se han vendido a ellas por una importante cantidad de dólares sirviéndoles de franquicia para controlar la Oficina, principalmente en su parte militar. Recordemos que esa estructura paramafiosa tiene el dinero suficiente para hacer ese tipo de transacciones y adquisiciones, ¿quiénes estarían en el crimen urbano bajo la modalidad de alianza y posibles franquicias?
Serían ellos, la línea de Diego Chamizo, conocida como los BJ o Chamizos, que se encuentra hoy bajo el mando de alias Queso. Hacen presencia en buena parte de las comunas 8, 9 y 10. La línea de Soto, conocida como la Oficina del Doce Octubre, al mando actualmente de alias Pichi, quien protege al verdadero jefe que es alias Cataño, hace presencia total en la comuna 6 y en algunas zonas de las comunas 5, 7, 10, 16, además en el municipio de Bello, en el barrio París y el asentamiento Nuevo Jerusalén.
La línea de Los Chatas, que encabeza Juan Carlos Mesa Vallejo alias Tom o Carlos Chata, quien constituyó la alianza criminal del norte con las AGC, que se ha venido consolidando en Copacabana, Girardota, Barbosa, Porce, Yolombó, San Pedro de los Milagros y la ruta de la Leche, además de la ruta a Urabá que incluye San Jerónimo, Santa Fe de Antioquia, Buriticá, entre otros.
Recientemente se ha conocido que la banda Pachelly de Bello habría forjado otra alianza con las AGC para expandirse a los municipios de Vegachí, Yalí, Briceño, Anorí y la zona del Valle de Toledo, incluso podrían estar en sectores del municipio de Ituango.
En el caso de los Pesebreros, todavía se debe investigar más si hacen franquicia para las AGC. Reitero que dos hechos lo confirmarían: el asesinato de Alicia López Guisao y el atentado con granada a la Policía en Pajarito, pero no está claro cuál papel estarían jugando con esa estructura paramafiosa. Se rumora que Los Pesebreros estarían debilitados por la pérdida de territorios y disputas internas como la ocurrida con Alejandro Cachama y Gordo Arepas que se enfrentaron al Diablo.
Esos serían los aliados o las franquicias de las AGC en una parte del Valle de Aburrá. Hay indicios de que tendrían alianzas en Itagüí, La Estrella, Caldas, entre otros municipios.
Pero se debe tener claridad de que en el caso de Medellín, léase bien, tiene bastiones muy importantes y poderosos, uno de ellos es el que opera en la parte alta de la comuna 8 y comprende Villa Turbay, parte de Villa Lilian, La Sierra, Media Luna, Piedra Gorda, Santa Elena y estarían consolidando la ruta hasta Rionegro para tener control del futuro túnel de Oriente. En esos territorios ya no hace presencia desde hace años ninguna banda delincuencial llamada La Sierra, en estos opera el Bloque Sierra de las AGC —no son franquicia—, son miembros activos de la estructura. Se calculan unos 200 miembros.
Otro bastión se encuentra en el corregimiento Altavista que está totalmente controlado por las AGC, además tienen presencia en la comuna 16 a través de la banda Los Chivos que fue sometida por ellos y los que están en barrio Bolsa en Belén Rincón.
Finalmente se sabe que están en la mayor parte de los corregimientos de San Antonio de Prado y San Cristóbal. En el primero lo harían con la alianza que han construido con la banda de Los Triana, en el segundo serían ellos directamente los que hacen presencia.
Este es el panorama de lo que son las AGC en Medellín y el resto del Valle de Aburrá, pero debo aclarar que su objetivo principal es la toma y la consolidación de las periferias de esta subregión para enlazar corredores estratégicos con otras subregiones del departamento de Antioquia, acción que vienen logrando a partir de que inició y se mantiene el Pacto del fusil. Es claro que mientras la institucionalidad persigue bandas de la Oficina, las AGC se apropian de los territorios más estratégicos. No reconocer su presencia y enfrentarlos ha dado pie a su fortalecimiento y consolidación.
Apunte Urbano
- El panorama es complejo. Espero que la institucionalidad, en cabeza del alcalde Federico Gutiérrez, el comandante de la Meval y la IV Brigada del Ejército tengan en cuenta este análisis. Lo que no espero de la Dirección Seccional de la Fiscalía de Medellín y de Antioquia. Es claro que se debe mirar más arriba. El fiscal general y su vicefiscal son serios y entenderán la realidad.
- En Medellín, de los pocos que han impedido el avance y la consolidación de las AGC ha sido la línea Douglas, conocida también como La Terraza o Hijos de la Oficina y su aliado, la Oficina de San Pablo. ¿Hasta cuándo lo harán?
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