Tibú (Colombia), 16 de mayo de 2022.- El pueblo Barí, una de las comunidades indígenas de la región colombiana del Catatumbo, decidió salir de sus resguardos en la espesura de la selva para reclamar sus derechos a vivir en armonía con la naturaleza y preservar su bien más preciado, la «Ishtana», su tierra.
Bajo un calor de 41 grados que sofoca toda actividad por las tardes en Tibú, pueblo petrolero del departamento de Norte de Santander y fronterizo con Venezuela, centenares de indígenas fueron llegando desde los rincones más alejados del Catatumbo para hacer sentir su voz en defensa de la vida.
Para ellos, «sin tierra no existe el barí y sin barí no se conserva la tierra» y por eso fueron hasta Tibú a manifestarse en defensa de sus derechos.
La concentración indígena, que comenzó este sábado y continuó el domingo, se detuvo en el sector de Los Higuerones, donde justo hace un mes fue asesinado Camilo Borou Bosachira Axducaracyara, un indígena defensor del territorio de la comunidad Iquiakorora.
«Exigimos que la muerte de nuestro hermano Camilo Borou se esclarezca, que no quede en la impunidad», se leía en una de las pancartas que llevaban dos jóvenes de la comunidad aborigen.
MANIFESTACIÓN CON TRADICIONES
Convocadas por la Asociación de Autoridades Tradicionales del Pueblo Barí «Ñatubaiyibari», familias enteras, con niños cargados sobre los hombros e incluso ancianos, acudieron a la cita para hacer sentir su voz en las calles de Tibú, la localidad más importante del Catatumbo.
Algunos caminaron descalzos; los hombres con el tradicional guayuco o en ropa interior, y las mujeres, con faldas típicas y con el pecho descubierto, llevando cestos de artesanía hechos con fibras naturales.
En los casi 10 kilómetros de recorrido los representantes de esta comunidad, también conocida como Motilón-Barí, exhibieron sus arcos y flechas, que usan para cazar y pescar. También llevaron ejemplares de la fauna silvestre, como un mono, una serpiente y una zarigüeya.
El paso de la multitud fue animado por caciques que entonaban cantos en su lengua nativa, el Bari Ara, y algunos en español, siempre acompañados por la Guardia Indígena.
La comunidad indígena Barí, compuesta por unas 6.000 personas, habita en la cuenca del río Catatumbo, repartidos en las zonas selváticas de los municipios de Tibú, El Carmen, Convención, Teorama y El Tarra, en el departamento de Norte de Santander, donde operan grupos guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes, así como en el estado venezolano de Zulia.
UN PUEBLO UNIDO
En representación de más de 56 comunidades indígenas asentadas en Venezuela, cerca de 100 indígenas llegaron a Tibú en apoyo a esta manifestación, para lo cual atravesaron la selva en recorridos de diez horas a pie y ocho a caballo, según contaron, porque son «un solo pueblo barí».
«Si maltratan a un barí maltratan a todo el pueblo barí», fueron las palabras de Miguel Agbatrai, representante de la Asociación de Indígenas Barí de Venezuela (Asobariven).
Los barí son reconocidos como un pueblo guerrero que logró sobrevivir a la Conquista y la posterior colonización que llegó con la industria petrolera en el siglo XX, guiados por su dios Sabaseba, que fue quien organizó el mundo y sus vidas.
Pese a ello, en Tibú rechazaron la violencia contra uno de los suyos por medio de la movilización pacífica, unidas las comunidades de Colombia y Venezuela como un solo pueblo.
TRES GENERACIONES BARÍ
Entre los participantes en este acto en defensa de la vida y la «Ishtana» estaban tres generaciones de la comunidad Iquiakorora que atravesaron ríos en canoas y caminaron por trochas para llegar hasta Tibú, donde reclamaron sus derechos territoriales y a su identidad.
«Protección del agua y del medioambiente. Le exigimos al Gobierno nacional que nos garantice el derecho a la vida y que paren los asesinatos de los líderes e integrantes de nuestras comunidades», dijo a Efe Yean Clokt, en su lengua nativa.
El coordinador de Derechos Humanos de la Comunidad Barí, Alexander Dora, aseguró que con estos actos pretenden llamar también la atención del Gobierno nacional y local para que cumplan una sentencia de la Corte Constitucional que avala la delimitación y ampliación de su territorio y la consulta previa para el acceso a sus tierras.
El encuentro terminó el domingo por la noche con una velatón donde se conectaron con sus dioses para pedir que cese la violencia hacia ellos y que puedan disfrutar de sus tierras en paz.
EFE