Bogotá, 27 de mayo de 2022.- Herederos de una casta gobernante que se remonta a dos siglos y exponentes de la vieja política, los expresidentes colombianos juegan un papel preponderante en las elecciones presidenciales del próximo domingo, pero sin el caudal de votos de otras épocas.
En la mayor parte de su vida republicana Colombia fue gobernada por un sistema bipartidista de los partidos Liberal y Conservador, que incluso llegaron a pactar la alternación del poder mediante el Frente Nacional que estuvo vigente entre 1958 y 1974, tras el cual comenzaron a surgir nuevas fuerzas políticas, con el consecuente debilitamiento de las tradicionales.
César Gaviria (1990-1994), Ernesto Samper (1994-1998), Andrés Pastrana (1998-2002), Álvaro Uribe (2002-2010) y Juan Manuel Santos (2010-2018) forman ese ramillete de figuras políticas que detentaron el poder y que aún siguen sonando, un caso único en América Latina.
«Los expresidentes en Colombia tienen un poder político pero mucho menor al que se les atribuye desde afuera», expresa a Efe el profesor de Ciencia Política de la Universidad Javeriana Andrés Dávila.
Y es que para Dávila es mejor mirar caso por caso a los exgobernantes, de los que dice que «claramente un caso aparte es el de Uribe» porque fundó un partido político, fue presidente, senador y se encargó de catapultar a Santos y al actual presidente colombiano, Iván Duque.
CORTEJOS DE LOS CANDIDATOS
En la actual campaña el más cortejado fue Gaviria, director del Partido Liberal, quien después de escuchar a varios candidatos decidió apoyar a «Fico» Gutiérrez, de la coalición de derechas Equipo por Colombia, con el que ha estado agitando el «trapo rojo», color que identifica a los liberales en los mítines.
Después de ser presidente, Gaviria fue secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), regresó al país y quedó al frente del liberalismo pero el partido está muy lejos de aquel que ponía presidentes o alcaldes y aglutinaba a millones de personas.
Ahora, dice Dávila, es «un partido que tiene un poder disminuido y Gaviria trata de ponerse como el fiel de la balanza» sin serlo.
El conservador Andrés Pastrana también se adhirió a la candidatura de «Fico» pero su influencia política es limitada y ha estado marcada por los bandazos, incluso en su relación son otros exmandatarios, como Uribe y Santos.
«Actualmente tampoco tiene una fuerza electoral que sea decisiva para elegir a un presidente en Colombia», sostiene Dávila.
En lo que hace referencia a Samper, que fue secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), se ha visto más cercano a la candidatura de Gustavo Petro, de la coalición de izquierda Pacto Histórico.
Dávila recuerda que Samper salió muy desgastado de la Presidencia por los problemas de la financiación de su campaña por el narcotráfico. Al igual que sus otros de sus pares, Samper tampoco tiene una base de votantes que le pueda transferir al candidato que apoya.
Mientras tanto, Santos se ha mantenido fiel a su promesa de no inmiscuirse en política y se ha dedicado a la academia y a defender el proceso de paz, que firmó en 2016 con la entonces guerrilla de las FARC.
Sin embargo, algunos de quienes lo acompañaron en el Gobierno fueron a parar a la campaña de Petro, de los cuales el más visible es el ex secretario general de la Presidencia Alfonso Prada, actual jefe de debate del candidato izquierdista.
Otros aterrizaron en la coalición de Centro Esperanza, de Sergio Fajardo, una campaña que no ha logrado calar en el electorado.
Santos tampoco tiene votación propia y sus triunfos electorales fueron basados en votos que le pusieron caciques políticos regionales y el apoyo de Uribe en su momento.
URIBE, CASO ÚNICO
Para Dávila, el caso de Uribe es «único» en Colombia, pues estuvo ocho años en la Casa de Nariño (sede de Gobierno), luego fue senador y pieza fundamental en las elecciones que llevaron al poder a Santos y a Duque.
«Uribe es un expresidente que nunca salió de la política. De hecho luego de ser presidente volvió a la política activa como senador y también fundó el partido Centro Democrático (2013) y pasó a estar en la oposición», explica el catedrático.
El jefe del Centro Democrático fue elegido senador en dos periodos seguidos: 2014-2018 y 2018-2022, pero renunció a su escaño en agosto de 2020 alegando violaciones procesales de la Corte Suprema de Justicia en un expediente en su contra por presunto fraude procesal y soborno de testigos, que con su salida del Senado pasó a la Fiscalía.
Uribe se culpó por los malos resultados de su partido en las legislativas de marzo pasado, en las que perdió 21 escaños, y de cara a las presidenciales no ha hecho explícito el apoyo a «su candidato natural», que sobre el papel es Gutiérrez, a quien muchos consideran una carta oculta del uribismo, que en estas elecciones, por primera vez en 20 años, no tiene un nombre propio para la Presidencia.
EFE