Santiago de Chile, 29 de septiembre de 2022.- El Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, conocido como TPP-11, desata filias y fobias en Chile: mientras unos defienden que es un acuerdo moderno y respetuoso con las industrias nacionales, otros consideran que le quitará «soberanía económica».
En vigor desde diciembre de 2018, el acuerdo busca eliminar o reducir barreras arancelarias en los 11 países miembro y abarca un mercado de casi 500 millones de personas, lo que representa el 13 % del PIB mundial.
El tratado sustituyó al original TPP, en el que estaba Estados Unidos hasta que el expresidente Donald Trump anunció su retirada al poco de tomar posesión en 2017, cumpliendo así una de sus principales promesas de campaña.
Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam decidieron entonces, en plena guerra comercial entre China y EE.UU., repensar la alianza y sellaron un nuevo acuerdo, rebautizado como TPP-11, en marzo de 2018 en Santiago de Chile.
El anfitrión de aquella firma, sin embargo, lleva desde entonces planteándose su ratificación. La Cámara de Diputados lo aprobó en 2019 con un estrecho margen y, tras pasar varios años en un cajón, el Senado retomó esta semana su discusión entre gran expectación y polémica.
«El TPP-11 no forma parte de nuestro programa, por lo tanto no es algo que estemos impulsando», aseguró la semana pasada el presidente Gabriel Boric, quien dijo que como Gobierno tienen «el deber de resguardar los intereses de Chile».
VENTAJAS Y DESVENTAJAS
Quienes defienden el tratado resaltan que abre la puerta a la exportación sin aranceles de más de 3.000 «líneas arancelarias» (subproductos) y que generaría ingresos anuales para Chile de 1.200 millones de dólares.
Heraldo Muñoz, quien siendo canciller de Michelle Bachelet (2014-2018) formó parte de las negociaciones, dijo a Efe que «representa una oportunidad en un momento de estrecheces económicas» y que «se perfila como uno de los esquemas de integración más potentes del futuro», pues países como China, Reino Unido o Corea del Sur quieren ingresar.
«Tras el retiro de Estados Unidos, los otros países se esforzaron en darle un perfil progresista, potenciando los capítulos de género, pymes, anticorrupción, medioambiente, derechos laborales y responsabilidad social empresarial», añadió.
Ana María Vallina, de la Universidad Católica de Valparaíso, aseguró a Efe que el TPP-11 «considera productos que estaban excluidos en otros tratados comerciales» y alertó de que si Chile no lo firma «puede ir perdiendo competitividad».
Para sus detractores, el tratado «recorta el espacio de los Estados para llevar adelante sus políticas públicas» y otorga a las trasnacionales derechos a demandar a los Estados en instancias arbitrales internacionales, una especie de tribunales «ad hoc».
Esteban Silva, portavoz de la plataforma «Chile mejor sin TLC», consideró que el TPP-11 es «innecesario», pues Chile ya tiene firmado acuerdos bilaterales con casi todos los países miembros.
«Es un atentado contra nuestra soberanía y este Gobierno dijo que iba a estar con nosotros», exclamó a Efe Marcelo Soto, un joven estudiante que participó esta semana en una protesta en Santiago.
UN GOBIERNO CON DOS ALMAS
Es precisamente en las dos coaliciones que integran el Gobierno donde hay más controversia: Apruebo Dignidad, integrada por el Frente Amplio y el Partido Comunista y con la que Boric ganó las elecciones, está totalmente en contra del tratado e incluso el mismo mandatario votó en contra cuando era diputado.
En la otra coalición oficialista, Socialismo Democrático (centro izquierda), las filas están divididas y el gran punto de discordia es el mecanismo de resolución de conflictos.
El Gobierno chileno está negociando con los otros países del acuerdo eximirse de esa cláusula, «una estrategia que podría ayudar a su ratificación en el Senado», reconoció Múñoz.
Para Dorotea López, de la Universidad de Chile, «las críticas y las bondades del acuerdo han sido exageradas y se han prestado a una desinformación importante».
«El TPP-11 se ha convertido en una bandera de lucha política más que de transformación económica. Chile ha reafirmado su compromiso de integración con el mundo en diferentes foros y firmar o no el acuerdo no debe significar que haya un giro hacia una política autárquica», concluyó.
María M.Mur
EFE