Los Ángeles, 23 dic- Casi tres décadas después de haber sido adoptada por una familia estadounidense de origen italiano, la colombiana Melissa Guida-Richards espera en 2023 conocer a su madre biológica. Un paso que, según dijo a EFE, le servirá en su lucha para que padres adoptivos permitan a sus hijos conocer sus raíces.
Los esfuerzos de Guida-Richards por dar voz a los «niños adoptados» comenzaron después de que a sus 19 años descubrió que había sido adoptada y que era latina.
Asegura que fue un «tiempo muy confuso y doloroso» porque su familia adoptiva, conformada por inmigrantes blancos de Italia y Portugal, tenía prejuicios profundamente arraigados contra las personas de color, algo que le causó un estado grave de depresión y problemas de identidad.
«Crecí escuchando comentarios racistas realmente horribles de tías y tíos. Por eso cuando descubrí que era latina fue muy confuso porque no entendía cómo podían amarme y apreciarme si yo también era latina», advirtió Guida-Richards en una entrevista telefónica desde Pensilvania.
«Llegué a pensar que me ocultaron mi cultura colombiana porque era algo de lo que había que avergonzarse», subraya la joven, de tez blanca.
Este dilema fue el que impulsó a Guida-Richards a iniciar una lucha por dar voz a las personas adoptadas, especialmente aquellas que vienen de etnias o razas diferentes a las de sus padres adoptivos, como recoge en su libro «What White Parents Should Know about Transracial Adoption» (2021).
Para concebir su libro, que cuenta con un prólogo de su mamá adoptiva, Paula Guida, la joven tuvo primero que iniciar un diálogo con sus padres «para ayudarlos a comprender lo complicado que fue descubrir que era adoptada siendo adulta, y que las historias de su procedencia eran mentiras».
«Con la adopción, mis padres creían que estaban haciendo algo completamente desinteresado, que me salvaron de una vida difícil». Pero lo que no consideraron es que la adopción también puede generar a la persona adoptada dolor y trauma por la separación familiar y no conocer las raíces, señala la activista.
«Tuvimos muchas conversaciones sobre la adopción, la raza, el privilegio blanco y las cosas que habían sucedido en nuestra familia que me hicieron sentir como si fuera menos», recuerda la colombiana.
También cuestionó por qué sus padres no estaban preparados para adoptar a un niño de otra cultura.
Subraya que en su proceso de sanación encontró que en EE.UU. no hay muchos recursos sobre adopción interracia,l lo que generó en ella la necesidad de abogar por dar voz a los adoptados, una perspectiva que casi nunca es considerada.
En su esfuerzo comprendió que para ella era importante conocer sus raíces, su cultura, y a su madre biológica, decisión que apoyaron sus padres. La documentación de la adopción solo le permitió saber que había nacido en 1993 en Bogotá y fue entregada a sus padres cuando tenía 5 meses porque su mamá biológica no tenía recursos para mantenerla.
Tuvo que contratar a un investigador privado, después de escuchar las experiencias de un grupo de Facebook de más de 3.000 personas adoptadas nacidas en Colombia.
En 2020, Guida-Richards logró encontrar a Sandra, su mamá biológica. También se enteró de que tenía cinco hermanos. Dos de ellos vivían en EE.UU., Jssica Rheault y Sara Merth, que también fueron dadas en adopción cuando eran pequeñas a una misma familia blanca de Minesota.
Las primeras conversaciones con Sandra, una mujer humilde que quedó embarazada muy joven sin apoyo de la familia, fueron muy difíciles: «Era solo sollozar, nunca en mi vida había escuchado tanto dolor en otra persona. Podía sentir lo frustrada que estaba por habernos colocado en esta situación».
Sandra tiene graves problemas de salud y ha estado entrando y saliendo del hospital. Incluso ella piensa que «Dios la está castigando» por haber dado a sus hijas en adopción, asegura Guida-Richards.
La ahora activista mantiene conversaciones semanales con Sandra y sus hermanos menores. Y ha estado preparando con sus dos hermanas, Jessica y Sara, un viaje para Colombia para el próximo año.
«Espero que este encuentro se pueda dar. Estoy segura que nos ayudará a todos, incluso a otros adoptados», advierte Guida-Richards, quien es madre de dos niños y dedica todo su tiempo por crear mejores condiciones en la «industria de la adopción».
Con este viaje también rendirá de alguna forma honor a su padre adoptivo, que ya falleció. «Siempre me decía: ‘la familia es muy importante, tus raíces son muy importantes’. Y yo soy una persona con una combinación de culturas europeas, estadounidense pero también latina, colombiana», enfatiza la activista.
El viaje también servirá de inspiración para su próximo libro, donde pretende contar su experiencia para educar sobre «los matices de la adopción, lo hermoso que puede ser y lo complejo que puede ser», concluye Guida-Richards.(EFE).
Ana Milena Varón