Pasto (Colombia), 6 ene- Monos de colmillos gigantes, pulpos, piratas, «carros voladores» e incluso algún que otro dragón recorrieron este viernes los siete kilómetros que conforman el Desfile Magno del quinto día del carnaval de Negros y Blancos de la ciudad colombiana de Pasto, capital del departamento de Nariño (suroeste).
Abriéndose camino entre una bruma blanca fruto de los juegos y batallas de talco, una treintena de carrozas y el mismo número de disfraces individuales y comparsas exhibieron el talento de los artesanos que trabajaron durante meses para volver a impresionar a locales y extranjeros con sus coloridas y faraónicas obras, tras dos años de paro por la pandemia.
Además de los gritos de «¡viva Pasto, carajo» y «¡viva el 6 de enero» que emanaban del público concentrado a ambos lados de la vereda carnavalera, las murgas animaron el ambiente al ritmo del son sureño y con instrumentos de percusión como el shekere o el bombo.
Este Desfile Magno coincide con el «Día de Blancos», una jornada fiestera que encuentra su origen en el amanecer de un 6 de enero de 1912 en el que un grupo de bohemios trasnochados se encontraba en la casa de fiestas de «Las Robby» celebrando el «Día de Negros».
Llegada la mañana, uno de ellos se hizo con los polvos de talco de la joven con la que compartía su copa y, junto a sus contertulios, se lanzaron a las calles para arrojar este producto a los transeúntes que se dirigían a la iglesia, mientras gritaban «¡viva el día de blancos!», explicó a EFE el estudioso y exgerente del carnaval Leonardo Sansón.
VÍRGENES «GUANEÑAS» Y UNA MIRADA A TOMORROWLAND
Entre las carrozas desfilantes destaca por su despliegue tecnológico, en forma de pantallas LED o cortinas de serpentinas, la propuesta del maestro Jairo Andrés Barrera dado que esto, según matizó, nunca antes se había visto en el pasacalles pastuso.
«Para la cortina de serpentinas nos inspiramos en grandes conciertos como el festival de música electrónica de Tomorrowland», explicó.
En su caso, el nombre de la carroza es «Guaneña», canción tradicional y término utilizado para referirse a las mujeres guerreras que defendían a su familia y región, acompañando a sus esposos en batalla.
«Nosotros acá le decimos guaneña a todas las mujeres. Es la mujer ternura, la mujer que enseña, la abuela», aclaró Barrera al tiempo que explicó que, al calor de esta premisa, decidieron incorporar a los bastidores de la carroza a otras dos guaneñas: la Virgen de Las Lajas, patrona de Nariño, y la pastusa Virgen de la Merced.
Por otra parte, con vocación de sensibilizar y generar conciencia acerca del impacto del ser humano en la naturaleza y bajo el nombre de «Inmortal», la carroza del maestro José Vicente Revelo la encabeza un mono que representa al ser humano y sus intentos de sobreponerse por la fuerza a la naturaleza, perdiendo sus raíces y cultura.
Convencido de que «se es inmortal, cimentando cada día más nuestros valores e identidad», Revelo destacó de su obra los rostros que encarnan a los «dueños» del saber: campesinos, indígenas, afrodescendientes o raizales; y a la figura de un niño que juega con un lobo como símbolo de la inocencia.
PRESERVAR LA TRADICIÓN
La noche antes del desfile, Barrera insistió en una entrevista con EFE desde su taller ubicado en el barrio pastuso de Anganoy, sobre la importancia de atraer a los más jóvenes ya que, pese a que «hay mucho talleres que pasan de generación en generación, los chicos cada vez más optan por otros oficios».
«Hay que tener en cuenta que esto es un oficio de cada año. Para los que decidimos profesionalizarnos en esto es un trabajo constante de todo el tiempo, pero es algo que se está perdiendo», lamentó.
Para el artista el color representa una manera de captar a las nuevas generaciones de futuros maestros de las carrozas en la medida en que, como dijo una de las manos más jóvenes de su taller «eso es el carnaval: color, magia y una oportunidad para mostrar una versión que no se puede enseñar todos los días».(EFE).
Maribel Arenas Vadillo