El actual estado de los carteles de México

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Los ‘Matazetas’, producto de la fragmentación criminal

Tomado de In Sight Crime ” Crimen organizado en las Américas”

Escrito por Malcolm Beith* Jueves, 26 Septiembre 2013

Es tentador separar los carteles de la droga de México en seis grupos jerárquicos, cada uno compitiendo por un territorio para el tráfico. La realidad, sin embargo, es que la Federación de Sinaloa, el Cartel del Golfo, el Cartel de Tijuana, el Cartel de Juárez, los Zetas y La Familia, por no hablar de varias nuevas organizaciones, son carteles fluidos y dinámicos; organizaciones con animo de lucro que a veces operan bajo lo que son conglomerados efectivos, pero que más a menudo operan como franquicias independientes de menor escala.

En este artículo se examina el estado actual de la Federación de Sinaloa, Los Zetas y otros carteles mexicanos. Se estima que debido a la presión policial en los últimos años, las organizaciones narcotraficantes de México se han fragmentado cada vez más, y bien pueden terminar consolidándose bajo la influencia del último cartel que quede en pie. Es probable que ese cartel sea la Federación de Sinaloa, que sigue siendo hoy en día el cartel más poderoso de México.

La Federación de Sinaloa

La Federación de Sinaloa es la organización narcotraficante más poderosa de México, con la mayor presencia a nivel nacional y mundial. Con sede en el estado de Sinaloa en el noroeste de México, cuenta con agentes en al menos 17 estados de México. En años recientes, sus miembros han sido conocidos por haber operado en ciudades de Estados Unidos. A la cabeza del cartel está Joaquín «El Chapo» Guzmán Loera, y está acompañado de varias otras figuras clave, entre ellos Ismael «El Mayo» Zambada y Juan José Esparragoza «El Azul» Moreno. Estos tres personajes, de entre 50 y 60 años, han manejado la Federación de Sinaloa, desde los años noventa, a través de un estilo vertical estricto y de no intervención. Aunque el mismo cartel puede emplear hasta 100.000 agentes, se cree que el liderazgo raramente se comunica directamente con ellos, prefiriendo en su lugar la emisión de órdenes de amplio alcance y permitiendo que los jefes de plaza -los responsables de las zonas específicas de tráfico- manejen sus operaciones como si fueran franquicias. Por esta razón, el Cartel de Sinaloa es conocido como la Federación.

No obstante, en 2008 y 2009, la Federación de Sinaloa sufrió su primera gran ruptura cuando los hermanos Beltrán Leyva y Edgar Valdez Villareal (también conocido como La Barbie) se separaron para formar sus propios grupos independientes: la Organización de los Beltrán Leyva y el Cartel del Pacifico Sur. Como resultado, uno de los hermanos Beltrán Leyva y Villareal fueron arrestados en 2008 y 2010 respectivamente, mientras que otro hermano más fue asesinado en 2009. No está claro si el líder de Sinaloa, Guzmán, y su círculo íntimo informaron a las autoridades de las ubicaciones de los tres como venganza por haberse independizado, o si simplemente se mostraron incapaces de manejar las operaciones por su propia cuenta. La Federación de Sinaloa, sin embargo, nunca sería la misma. A pesar de que se expandiría en tamaño -nacional e internacionalmente- sufriría contratiempos y perdería influencia cerca de su propia tierra natal de Sinaloa y Durango, así como en el suroeste de México.

Desde 2008, decenas de lugartenientes de alto rango del Cartel de Sinaloa han sido abatidos por las autoridades, entre ellos el antiguo socio y suegro de Guzmán: Ignacio Coronel Villareal (también conocido como Nacho Coronel), quien fue asesinado en un tiroteo en Guadalajara en julio de 2010; y el hijo de Ismael Zambada, Vicente Zambada Niebla, quien está siendo juzgado en Chicago. El Cartel de Sinaloa ha seguido expandiéndose en México y en el mundo, pero se ha enfrentado a una creciente presión por parte de los grupos rivales, particularmente los Zetas. Pese a que ya no es tan eficaz como lo era antes, la Federación de Sinaloa sigue siendo el cartel más amplio y organizado que opera en México en la actualidad.

Los Zetas

Los Zetas son la organización narcotraficante más letal de México. Originalmente un grupo muy unido de aproximadamente 30 exmiembros de una unidad de las Fuerzas Especiales de México que operaba como el brazo paramilitar del Cartel del Golfo, los Zetas han crecido exponencialmente desde la primera década del siglo XXI. Fiel a sus orígenes en las Fuerzas Especiales, algunos de los reclutas han recibido armas avanzadas y entrenamiento en comunicaciones, que es lo que originalmente diferenció al grupo de otros carteles en México.

No obstante, hoy en día muchos miembros de los Zetas han tenido poco entrenamiento; desde el año 2008, pequeños grupos de «matones» rapados que afirman ser miembros de los Zetas han aparecido en pequeños pueblos en México, rápidamente declarando como suyo el territorio. Los miembros de los Zetas han estado involucrados en batallas territoriales en los bastiones del Cartel de Sinaloa, como la ciudad de Culiacán, y han sido vistos por el sur hasta Guatemala y Honduras. Sin embargo, a pesar de los pocos intentos aparentes de consolidar la multitud de grupos que se hacen llamar Zetas, el grupo permanece fragmentado.

Las autoridades han obstaculizado continuamente la capacidad de los Zetas para utilizar la tecnología para comunicarse. En agosto de 2012, por ejemplo, los militares incautaron 15 instalaciones de comunicaciones, incluyendo una torre de telecomunicaciones de 50 pies, al norte en el estado de Tamaulipas. En el último año, las autoridades también han tenido éxito en arrestar o dar de baja a algunos de los principales líderes de los Zetas. El 7 de octubre de 2012, el líder de los Zetas, Heriberto Lazcano Lazcano, alias «El Lazca» o «Z- 3» (que indica su alto rango dentro de la unidad original Zeta), fue dado de baja por la Armada de México. El 15 de julio de 2013, el sucesor de Lazcano, Miguel Ángel Treviño Morales («Z-40»), fue detenido en Tamaulipas sin disparar un solo tiro y, al parecer, con la ayuda de la inteligencia de Estados Unidos. La presión de la policía durante la mayor parte del gobierno de Calderón se centró en los Zetas y La Familia, en gran parte debido a que estos dos grupos fueron los más decididos en ejecutar actos de violencia indiscriminada.

Sin estos líderes, los Zetas seguirán siendo probablemente una operación dispar, con la intención de generar violencia y dispuesta a participar en casi cualquier actividad ilícita para obtener ganancias; pero, cada vez más desorganizada y, en consecuencia, con menos control sobre el narcotráfico y menos capaces de socavar la autoridad y el Estado. También es probable que la Federación de Sinaloa repita un movimiento de su manual de estrategias de 2004 y trate de tomar el control del lucrativo corredor de tráfico de Nuevo Laredo, dado el arrinconamiento en el que se encuentran los Zetas.

Otros carteles de México

Hay más de un puñado de otros carteles operando en México, pero ninguno al nivel de la Federación de Sinaloa y los Zetas. Ya hay indicios de que la Federación de Sinaloa podría intentar lograr una alianza con los remanentes del Cartel del Golfo; el cual, desde la extradición de Osiel Cárdenas Guillén en 2007 (recibió una condena de 25 años en Houston en 2010), ha estado considerablemente debilitado. Sus miembros han estado en conflicto constante con los Zetas, desde Tamaulipas hasta Guatemala. El nivel actual de influencia del Cartel del Golfo no es claro, otrora la organización narcotraficante más poderosa en la costa oriental de México. Es razonable suponer que todavía controla la mayoría de las operaciones de tráfico de drogas en Tamaulipas, pero es imposible estar completamente seguro de la condición actual del Cartel del Golfo debido a la incertidumbre rodea al mundo criminal de Tamaulipas.

De los otros grupos, el Cartel de Tijuana es quizás el menos peligroso. Desde la caída de los últimos antiguos lideres del grupo, los hermanos Arellano Félix en 2008, el grupo se ha mantenido en gran medida por fuera del radar. Se cree que una hermana de los hermanos Arellano Félix, Enedina, puede estar tratando de dirigir las operaciones, pero hay indicios de que la Federación de Sinaloa se ha instalado en su territorio. Una situación similar existe en Ciudad Juárez, donde sólo uno de los hermanos Carrillo Fuentes, Vicente, se mantiene al frente de lo que solía ser el poderoso Cartel de Juárez, pero ahora es una organización con operaciones más fluidas que se asemejan a las guerras entre pandillas que a la violencia dentro de los carteles, con las operaciones de narcotráfico de alto nivel aparentemente dirigidas por miembros de los Carteles de Sinaloa y del Golfo. En cierto modo, Sinaloa siempre ha tenido un pie en Juárez: en los años noventa, Esparragoza Moreno fue considerado como el «número tres» de la Federación de Sinaloa, así como el «número dos» del Cartel de Juárez, a pesar de que las organizaciones eran oficialmente rivales.

Lo que queda en el resto de México es una mezcla de nuevos grupos que apuestan cada vez más por disputar territorio desde Veracruz hasta Guadalajara y Acapulco. La Familia, un grupo pseudoreligioso ubicado en el estado de Michoacán, que por un lado predica valores saludables mientras venden metanfetamina por el otro, ha sido prácticamente destruida bajo la presión de la ley; aunque los llamados Caballeros Templarios han tomado fuerza en su lugar. Los Caballeros Templarios, como La Familia, operan detrás de una fachada de pseudoreligiosidad, cuestionando cuán independientes son de lo que fue La Familia. Dado el crecimiento de La Familia durante los primeros años del gobierno de Felipe Calderón, es poco probable que la organización simplemente haya desaparecido por completo.

Grupos como el Cartel de Jalisco-Nueva Generación (CJNG), con sede en Guadalajara, y los Matazetas (los «asesinos de los Zeta» que son supuestamente una facción de la organización de Jalisco mencionada con anterioridad, ahora ubicada en gran parte en Veracruz) han aparecido en los últimos dos o tres años; atrayendo la atención con decapitaciones, otros asesinatos violentos y narcomantas (pancartas) reclamando su territorio. No obstante, un examen más detallado revela que estas pueden no ser realmente nuevas organizaciones en absoluto: el Nueva Generación fue un nombre comúnmente utilizado alrededor de Guadalajara en colaboración con el capo de la Federación de Sinaloa, Coronel Villareal, en 2008; mientras que el nombre de Matazetas apareció en 2004 en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, al norte, cuando los operativos de la Federación de Sinaloa desafiaron a los Zetas por su territorio. Es casi imposible confirmar si las nuevas organizaciones son o no facciones de los principales carteles. Aunque muchos agentes descontentos a menudo son tentados a tratar de formar sus propias organizaciones, a veces incluso con la bendición de sus líderes, rara vez es claro si funcionan de forma independiente o bajo su amparo.

Conclusión

Si hay una certeza que ha surgido de unos seis años de lucha contra los carteles en México, es que las organizaciones narcotraficantes en el país están más fragmentadas que nunca, y ahora carecen de la dirección de capos organizados y orientados a los negocios.

Hay varios escenarios para el futuro. Si facciones como Nueva Generación, los Zetas y los Matazetas -que han demostrado una propensión a la violencia sin sentido que no tiene paralelo en la historia de México- siguen ganando terrero, México puede convertirse en un terreno tan difícil para mover las drogas que los traficantes pueden llegar a recurrir de nuevo al Caribe, el cual abandonaron en los años noventa después de la creciente presión de las fuerzas de seguridad de Estados Unidos alrededor de las islas. Los narcotraficantes también pueden optar por utilizar a Centroamérica como un epicentro, dada su falta de instituciones fuertes.

También existe la posibilidad de que la Federación de Sinaloa y el Cartel del Golfo busquen consolidar el control sobre las diversas facciones e incorporarlas a sus organizaciones más grandes. Si esto sucede, la violencia probablemente disminuirá, pero el tráfico de drogas florecería, y tanto los cuerpos de seguridad de Estados Unidos como los de México en la frontera serían sometidos a una creciente presión.

*Malcolm Beith es un periodista independiente y autor del libro El Último Narco: Dentro de la Caza de El Chapo, el Narcotraficante Más Buscado del Mundo (The Last Narco: Inside the Hunt for El Chapo, the World’s Most Wanted Drug Lord). Este artículo apareció originalmente en el CTC Sentinal y es publicado con permiso. Vea el artículo original, con referencias, aquí.

Perfil del Cartel de Sinaloa

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El Cartel de Sinaloa, a menudo descrito como la organización de narcotráfico más grande y más poderosa en el hemisferio occidental, es una alianza de algunos de los capos más importantes de México. Los miembros de la coalición operan en conjunto para protegerse entre sí, contando con conexiones en los niveles más altos y sobornando a porciones de la policía federal y el ejército, para mantener ventaja sobre sus rivales.

Los tentáculos del cartel se extienden desde Nueva York a Buenos Aires y a casi todas las ciudades importantes que se encuentran entre las dos. Ha penetrado con éxito el gobierno y las fuerzas de seguridad dondequiera que opera. A menudo opta por el soborno por encima de las balas, y las alianzas sobre la lucha, pero no está por encima de la organización usar sus fuerzas para invadir zonas que quiere controlar por la fuerza. Su vínculo principal es la sangre: muchos de sus miembros están relacionados por sangre o matrimonio. No obstante, el cartel a menudo también actúa más como una federación que como una organización muy unida. El núcleo del grupo, la Organización de los Beltrán Leyva (OBL), se separó en 2008. El Cartel de Sinaloa ha creado desde entonces nuevas alianzas con antiguos enemigos en el Cartel del Golfo y la Familia Michoacana, y parece haber negociado un pacto con el Cartel de Tijuana. 

En años recientes, el Cartel de Sinaloa se ha visto envuelto en una serie de enfrentamientos violentos. En 2012 el Cartel salió victorioso de una batalla sangrienta contra el Cartel de Juárez por el control de Ciudad Juárez. Sin embargo, la guerra con el rival Cartel de los Zetas, el cual en algunas regiones se ha aliado con remanentes de la OBL, se ha extendido a lo largo del país especialmente en los estados de Sinaloa, Durango, Coahuila, Nuevo León, Jalisco, hasta llegar incluso a Guatemala. La ventaja en esta guerra ha sido fluida dependiendo de la región, pero con los Zetas cada vez más fragmentados, el Cartel de Sinaloa parece cimentar su posición como la fuerza dominante del hampa mexicano.

No obstante, el cartel continúa enfrentándose a desafíos por parte de otras organizaciones narcotraficantes. En enero de 2013 Estados Unidos reconoció oficialmente a la red Meza Flores como una organización narcotraficante, llamándola el «principal rival» del Cartel de Sinaloa en México; y culpando a esta rivalidad por el aumento de la violencia en el estado de Sinaloa. La cabeza de esta red, Fausto Isidro Meza Flores, alias «Chapito Isidro», era anteriormente identificado como el líder de una facción de la OBL.

Orígenes

Por mucho tiempo, el estado de Sinaloa ha sido un centro de contrabando en México, así como un hogar para el cultivo de marihuana y amapola. Casi todas las organizaciones traficantes en México tienen su origen en la región. Éstas fueron, en esencia, pequeños grupos de familias campesinas que vivían en áreas rurales del estado. En los años sesenta y setenta, se movieron del contrabando al comercio de drogas, en particular la marihuana. Uno de los primeros en traficar marihuana en gran volumen fue Pedro Avilés, quien luego integró al negocio a un amigo de su hijo, Joaquín Guzmán Loera, alias «El Chapo”.

Avilés fue asesinado en un tiroteo con la policía en 1978. A finales de los setenta, las diversas familias diversificaron sus actividades moviendo la cocaína para los traficantes colombianos y centroamericanos, y desplazó sus actividades a Guadalajara, en el estado de Jalisco. Sus líderes incluyeron a Rafael Caro Quintero, Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carrillo. Trabajando estrechamente con el hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros, los hombres entraron en contacto con el Cartel de Medellín, de Colombia. Matta Ballesteros vivió medio tiempo en Colombia, donde operaba como el principal intermediario entre los traficantes colombianos y mexicanos, en especial, los carteles de Medellín y Guadalajara. Ellos establecieron los patrones que hoy vemos repetirse: el movimiento de cargamentos de cocaína vía aérea y marítima hacia Centroamérica y México, y luego por vía terrestre hacia los Estados Unidos. La audacia de los traficantes mexicanos se hizo evidente cuando ellos asesinaron un agente encubierto de la DEA, Enrique Camarena, en 1985.

La muerte de Camarena fue el principio del final del Cartel de Guadalajara. La presión de Estados Unidos obligó a las autoridades mexicanas a actuar, y los líderes del cartel huyeron. Las facciones que quedaron establecieron bases en varios lugares de México. Los hermanos de Arellano Félix establecieron un campamento en Tijuana. La familia de Carrillo Fuentes se trasladó a Ciudad Juárez. El Chapo y su socio, Héctor Luis Palma Salazar, permanecieron en el área de Sinaloa.

Las batallas entre estas organizaciones comenzaron casi de inmediato. En noviembre de 1992, Guzmán envió 40 hombres armados para irrumpir en una fiesta del Cartel de Tijuana en Puerto Vallarta, matando a nueve personas. El Cartel de Tijuana respondió tratando de asesinar a Guzmán en el aeropuerto de Guadalajara en 1993, asesinando en su lugar a un cardenal mexicano. Guzmán huyó hacia Guatemala, donde fue arrestado dos semanas después. Palma Salazar fue arrestado en 1995.

Las operaciones se mantuvieron bajo los auspicios de los hermanos de Joaquín, Arturo Guzmán Loera, Ramón Laija Serrano, y Héctor, Alfredo y Arturo Beltrán Leyva. Guzmán mantuvo cierto control desde la cárcel, pasando mensajes a través de sus abogados. Escapó de la cárcel en 2001, anticipándose a una decisión de extradición a los Estados Unidos. Rápidamente retomó el control total de la organización y asumió el legendario estatus por eludir constantemente la captura.

Modus Operandi

El Cartel de Sinaloa parece haber tomado el ejemplo del Cartel de Cali en Colombia, al establecer fuertes conexiones con la élite política y económica de México. Los contactos más poderosos del cartel están en el Partido Acción Nacional (PAN), lo cual, según algunas fuentes, ayuda a explicar su crecimiento en la última década. Vicente Fox y Felipe Calderón del PAN lanzaron numerosas ofensivas contra las organizaciones traficantes, y algunos líderes importantes han sido capturados, incluyendo a Osiel Cárdenas Guillen, jefe del Cartel del Golfo, y Benjamín Arellano Félix, jefe del Cartel de Tijuana. Tan fuerte es la percepción de que el PAN favorece a Sinaloa que los funcionarios judiciales mexicanos emitieron un comunicado en 2010 negándolo, mientras que el gobierno de Calderón realizó un video en 2011 con la misma intención. Sin embargo, la percepción se mantiene.

Los negocios han crecido desde la huida de El Chapo, especialmente después del encarcelamiento y la muerte de los líderes del Cartel del Norte del Valle y los líderes paramilitares colombianos; los dos proveedores claves de cocaína pura a las facciones de Sinaloa, y la encarcelación y muerte de algunos de los rivales mexicanos de Guzmán. En efecto, desde su fuga en 2001, Guzmán implementó un ambiciosos plan. Este comenzó con una reunión que él organizó en Monterrey con Ismael Zambada, alias «El Mayo«, Arturo Beltrán Leyva y Juan José Esparragoza Moreno, alias «El Azul«. Los cuatro hombres son más que socios del tráfico. Ellos son de la misma sangre: primos por matrimonio, cuñados, o conectados por las pequeñas comunidades de las que provienen, por lo que a menudo se le conoce al grupo como la «alianza de sangre».

Juntos planearon la muerte de Rodolfo Carrillo Fuentes, en 2004, quien era uno de los jefes del Cartel de Juárez. El grupo de narcotraficantes, a quienes las autoridades suelen llamar como la «Federación», ahora opera en 17 estados mexicanos, numerosas ciudades en Estados Unidos, y desde Guatemala a Argentina. Según algunas estimaciones, opera en hasta 50 países.

Fuentes

Héctor de Mauleón, «Atentamente el Chapo,» Nexos, 1 Agosto 2010.

Programa de Recompensas Anti-Narcóticos del Departamento de Estado de Estados Unidos: Joaquin Guzman Loera.

Comunicado sobre la Acusación del Cartel de Sinaloa del Departamento de Justicia de los Estados Unidos (Agosto 2009).

Lwpie Freeman, «State of Siege: Drug Related Violence and Corruption in México,” Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, 2006.

MJ Stephey, «Joaquin Guzman Loera: Billionaire Drug Lord,» Time, marzo 13, 2009.

Ricardo Ravelo, «Los Capos: Las narco-rutas de México,» (Ciudad de México, 2005).

Diego Enrique Osorno, «El Cartel de Sinaloa: Una historia del uso político del narco,» (Ciudad de México, 2010).

Malcom Beith, «The Last Narco: Inside the Hunt for El Chapo, the World’s Most Wanted Drug Lord» (Nueva York, 2010).

Patrick Radden Keefe, «How a Mexican Drug Cartel Makes its Billions«, Revista New York Times, junio 15 de 2012.

El perfil de los Zetas

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Los Zetas, anteriormente el brazo armado del Cartel del Golfo, es uno de los grupos más violentos de México, con una creciente presencia en la vecina Guatemala. Los Zetas comenzaron como una pandilla armada del Cartel del Golfo, tomando su nombre del código de radio utilizado para los oficiales de alto rango del ejército mexicano. No sólo son muy organizados, sino que además el uso de tácticas crueles y encaminadas a causar conmoción –bombas de gasolina, decapitaciones, y bloqueos de carreteras–  ha llevado a la DEA a describirlos como quizás «el grupo paramilitar más tecnológicamente avanzado, sofisticado y violento». No obstante, una serie de arrestos y asesinatos de sus líderes, así como rumores de divisiones internas, han debilitado al grupo.

En términos tecnológicos, los Zetas son conocidos por preferir los rifles de asalto AR-15, lanzagranadas e incluso por utilizar helicópteros. En términos de sofisticación, gracias a sus amplias redes de inteligencia, que van desde vendedores ambulantes hasta comandantes federales, el grupo es capaz de lanzar ataques a gran escala contra las estaciones de policía y prisiones. En términos de violencia, los Zetas son quizás incomparables.

Orígenes

En 1997, 31 miembros de un grupo élite del ejército mexicano, el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES), desertaron y comenzaron a trabajar como sicarios, guardaespaldas y transportistas para el Cartel del Golfo y su líder, Osiel Cárdenas Guillén. El líder original del grupo armado, el teniente Arturo Guzmán Decenas, alias «Z1», murió en 2002. Después de la detención y extradición de líder del Cartel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, los Zetas aprovecharon la oportunidad para independizarse. Bajo la dirección de Heriberto Lazcano, alias «El Lazca» o «Z-3«, los Zetas, unos 300 hombres, establecieron sus propias redes independientes de tráfico de personas, armas y drogas.

La sofisticación logística del grupo ayudó a catapultar a los Zetas al poder. Se sabe que usan armas y equipos de comunicación de última tecnología, y que emplean la disciplina militar para la planificación de sus operaciones y la recopilación de inteligencia.

Modus Operandi

Los Zetas operan ahora en una serie de células aisladas semi-independientes, que se encuentran desde la costa del Golfo hasta América Central, siendo su fortín el corredor que se extiende desde Nuevo Laredo hasta Monterrey, Nuevo León. Muchos de los 31 miembros originales han sido exterminados, pero lo que los miles de nuevos reclutas pueden carecer en formación de Fuerzas Especiales, lo compensan con las  tácticas crueles y de impacto. Los pequeños grupos al interior de los Zetas incluyen a una banda dedicada al tráfico de armas, conocido como los «mañosos”; jóvenes que llevan a cabo labores de inteligencia en las calles, conocidos como «halcones» y «ventanas»; y «oficiales» que coordinan secuestros y asesinatos con tecnología de comunicaciones sofisticada, conocidos como «la dirección».

Actualmente, los Zetas están luchando violentamente contra el Cartel del Golfo por el control del estado fronterizo de Tamaulipas, especialmente en las ciudades de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo, así como el clave centro económico de Monterrey, en el vecino estado de Nuevo León. Dominan casi totalmente la costa del Golfo (incluidos los estados de Tabasco, Chiapas y Yucatán, lo que les garantiza el control de las principales rutas del narcotráfico en Centroamérica), aunque desde septiembre de 2011, el grupo puede estar enfrentando un desafío por parte de las facciones del Cartel de Sinaloa por el control de Veracruz. Los Zetas también están presentes en la ciudad de México y en la costa del Pacífico. También hay evidencia de que los Zetas operan en Texas y en otros estados y ciudades estadounidenses.

La sofisticación y crueldad de los originales Zetas obligó a los otros carteles mexicanos a reaccionar y a formar sus propias estructuras paramilitares, como el caso de la Familia Michoacana, que recibió entrenamiento de los Zetas. Los Zetas parecen no titubear al momento de lanzar ataques audaces contra el estado, o de participar en enfrentamientos abiertos con las fuerzas de seguridad. Esto los ha catalogado como una de las principales amenazas para el gobierno mexicano, el cual se encuentra actualmente luchando por establecer su autoridad en las zonas donde operan los Zetas.

Los Zetas se encuentran trabajando de la mano de la Organización de los Beltrán Leyva, y también han establecido alianzas en todo el hemisferio, incluyendo una presunta alianza con la Mara Salvatrucha (MS-13) en Nicaragua, El Salvador y Guatemala; con Maximiliano Bonilla, alias «Valenciano«, de la Oficina de Envigado en Colombia; y las pandillas de Estados Unidos con sede en el suroeste, especialmente en Texas.

Anteriormente, cuando los Zetas aún trabajaban para Cárdenas Guillén, a menudo recibían respaldo de las fuerzas locales de seguridad. La organización sigue siendo conocida por su poder de corromper a las fuerzas de seguridad –han coordinado escapes masivos de prisión, y se sabe que han penetrado profundamente en las fuerzas policiales de Hidalgo y Tabasco, entre otras regiones.

Pero, a diferencia de otros carteles, los Zetas no compran sus alianzas si no más bien aterrorizan a sus enemigos. Ellos torturan a sus víctimas, cuelgan cuerpos y masacran indiscriminadamente, como fue el caso en agosto de 2010, cuando 72 inmigrantes fueron asesinados y tirados en una fosa en Tamaulipas, o el asesinato de un alcalde ese mismo mes, o el asesinato de un candidato a gobernador en junio. Por ahora, los Zetas no son tan conocidos por sobornar a funcionarios gubernamentales para que cooperen. En lugar de forjar alianzas, los Zetas prefieren tomar control del territorio al estilo militar, manteniendo el control a través de la fuerza bruta. La intimidación parece ser su táctica preferida.

Tal vez no sea exagerado decir que los Zetas es uno de los carteles de la droga más despiadados de la historia. No sólo han sido capaces de establecer rutas del narcotráfico a través de Guatemala y Nicaragua hacia México, sino que recientes reportes indican que también pudieron haber cooptado la ruta de tráfico de cocaína que va hacia Europa a través de Venezuela y África Occidental, lo que representa un nuevo mercado lucrativo para la organización. Los Zetas han estado mejor equipados y entrenados que los cárteles rivales. Y siempre ha estado la preocupación de que los Zetas podrían de hecho estar mejor equipados que las fuerzas policiales y militares, desplegados para detener la expansión del grupo. De hecho, su único rival parece ser el Cartel de Sinaloa, que ha formado una alianza estratégica con sus antiguos jefes, el Cartel del Golfo y la Familia, en un esfuerzo para frenar el ascenso de esta poderosa organización.

En medio de un aumento en las medidas de seguridad en México, los Zetas están moviendo cada vez más su base de operaciones hacia Guatemala. Ellos comenzaron a aparecer en ese país en 2007, aliándose con los narcotraficantes locales, como Walther Overdick. En marzo de 2008 consolidaron su poder al matar a Juancho León, descendiente de la dinastía criminal local, los Leones, posiblemente con el patrocinio de otros grupos guatemaltecos. Esto le permitió a los Zetas tomar el control del territorio de los Leones, y adentrarse más en el país, desplazando a aliados y rivales. El alcance del control de los Zetas en Guatemala quedó claro luego de la masacre de 27 campesinos en mayo de 2011 en el estado norteño de Petén, con el fin de ajustar cuentas con el dueño de la plantación donde trabajaban. (Vea la Investigación especial de InSight Crime sobre las operaciones de los Zetas en Guatemala).

En 2012 corrió el rumor de que una facción liderada por Lazcano e Iván Velázquez Caballero, alias «El Talibán», se había separado de la facción de Miguel Ángel Treviño Morales, alias «Z-40«. A esto le siguió la caída de varios altos mandos de los Zetas en rápida sucesión, incluyendo a Lazcano y a El Talibán, lo que sugiere que el grupo puede perder su poder y su influencia rápidamente.  

Fuentes

George W. Grayson, «Los Zetas: the Ruthless Army Spawned by a Mexican Drug Cartel,» Foreign Policy Research Institute, Mayo de 2008.

Sam Logan, «Los Zetas: Evolution of a Criminal Organization,» International Relations and Security Network, Marzo 11 de 2009.

«Drug Wars in Tamaulipas: Cartels vs. Zetas vs. the MilitaryFrontera NorteSur (Center for Latin American and Border Studies, New Mexico State University), Marzo 1 de 2010.

Alfredo Corchado, «Cartel’s enforcers outpower their boss,» Dallas Morning News, Junio 11 2007.

John P. Sullivan and Sam Logan, «Los Zetas: Massacres, Assassins and Infantry Tactics,» Security Solutions International, Noviembre 2 2010.

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