Bruselas trata de asimilar el atentado con una mezcla de dolor e incredulidad

FECHA:

Bruselas, 17 oct – Vilhelm y Adam son dos jóvenes suecos que viven en Bruselas y que este martes, movidos por el dolor y la incredulidad, han ido juntos a dejar flores en el lugar donde ayer dos aficionados de su selección de fútbol murieron asesinados a tiros, en un atentado previo al encuentro de Bélgica-Suecia que la capital belga trata de asimilar.

El ramo de Vilhelm sólo lleva flores amarillas y azules, los dos colores de la bandera sueca, porque, según dijo a EFE, las víctimas fueron baleadas «por hacer algo tan ordinario como mostrar los colores de su país».

En el día después de este atentado que, según las autoridades suecas, iba dirigido contra el país escandinavo, el escenario del crimen fue tomado por periodistas que hacen sus conexiones en directo para las televisiones y por curiosos que se asoman a ver el rastro del tiroteo y a sacar fotos de lo ocurrido.

Lo que se encuentran al llegar allí son ramos de flores colocados debajo de una ventana destrozada por un impacto de bala, en un edifico de oficinas hoy cerrado, frente al cual el autor del ataque sorprendió a las víctimas cuando bajaban de un taxi, según las explicaciones dadas por la Fiscalía federal belga.

El tiroteo se trasladó al interior de la planta baja del edificio, donde alguien ha colocado otro ramo sobre un montón de serrín que absorbe un charco de sangre en el suelo, todavía sin limpiar.

Vilhelm y Adam intuyen que el atentado, cuyo presunto autor es un tunecino abatido esta mañana por la policía, es una respuesta a las quemas de ejemplares del Corán que tuvieron lugar este verano en Suecia, y que provocaron quejas diplomáticas y manifestaciones en países que tienen al islam como religión oficial.

«Es absurdo que los suecos estemos en el punto de mira», afirma Vilhelm, que lleva casi un año trabajando en Bruselas, y que lamenta que las quemas del Corán hayan extendido «una idea equivocada» de lo que es Suecia «entre el mundo musulmán».

Para Adam, el otro joven sueco, este atentado no va a hacer que se sienta «personalmente amenazado», aunque sí admite a EFE que tratará de no significarse con los colores o la bandera de su país por la calle en Bruselas, donde ha venido a realizar su Erasmus.

El primer ministro belga, Alexander de Croo, ha confirmado hoy que el presunto atacante «buscó activamente a los suecos que estaban en Bruselas» antes del partido contra Bélgica de clasificación para la Eurocopa de 2024.

Tras el atentado, publicó un vídeo en redes sociales donde afirmó pertenecer a Estado Islámico y luego se dio a la fuga. Ha sido localizado esta mañana, al ser visto por un testigo en un café situado en el barrio de Schaerbeek, a poco más de diez minutos en coche del lugar donde la tarde anterior llevó a cabo el atentado.

Durante su detención, la policía ha disparado contra el individuo y, a consecuencia de las heridas, ha acabado muriendo en el hospital.

Un vecino de la calle donde ha tenido lugar la neutralización ha explicado a EFE que no ha habido un intercambio de tiros, ya que, desde su piso, situado en la acera de enfrente del bar, él sólo ha escuchado un único disparo.

Según su relato, una ambulancia ha venido luego para tratar de reanimar al supuesto atacante abatido, y afirma que ha visto como la policía se llevaba a cuatro testigos de los hechos.

Durante toda la mañana, los agentes han establecido un perímetro de seguridad en la calle donde el sospechoso ha sido abatido, cortando el tráfico y colocando vallas con lonas para evitar que tanto la prensa como el resto de vecinos pudiesen ver de cerca las pesquisas policiales.

En los dos extremos de la calle cortada, las cámaras de televisión se mezclaban con los móviles de los vecinos de la zona: muchos de ellos grababan lo que sucedía, y en algunos casos incluso lo retransmitían en directo por redes sociales.

Los fotoperiodistas también se las ingeniaban para subir a andamios o a mesas apiladas en las terrazas de restaurantes cercanos, con la esperanza de encontrar una mejor visibilidad para sus imágenes.

En la zona hay muchos comercios regentados por miembros de la comunidad árabe o musulmana. En una panadería, una clienta se entera a través de EFE de que la presencia policial en la calle es debido a que han abatido aquí al supuesto autor del atentado.

La mujer lamenta lo ocurrido, remarca que «el islam no da derecho a matar a nadie» y afirma que en su barrio de Schaerbeek, donde la policía ha encontrado al sospechoso, todos los vecinos se respetan mutuamente, independientemente de su confesión religiosa.

«La tierra es para todos. Todos tenemos corazón. Todos tenemos niños», zanja la mujer, en declaraciones a EFE, mientras espera ser atendida en la panadería, donde compra un dulce árabe y prosigue con su día.EFE.

Bruno Fortea Miras

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