Redacción Medioambiente, 5 de enero de 2024.- La actividad pesquera se ha reducido un 12 % en los últimos años, coincidiendo con la pandemia, pero la energía marina y el transporte se han disparado, así es que hay que «estar preparados» ante el desarrollo industrial del océano y fortalecer la vigilancia para proteger esos recursos, según los expertos.
Así lo señalan a EFE los especialistas de Global Fishing Watch que lideraron una investigación publicada en la revista Nature, en la que mediante tecnología satelital, sistemas de seguimiento de buques (AIS) e inteligencia artificial dieron con un mapa que exhibe el total de la actividad industrial en los océanos, más allá de la pesca.
«Hemos dado otro gran salto adelante en nuestra capacidad para vigilar dos tercios del planeta», sostiene en una entrevista con EFE el investigador David Kroodsma, «emocionado» tras la publicación de esta investigación a la que han dedicado tres años de trabajo.
El estudio, en el que también participaron expertos de la Universidad de Wisconsin-Madison, la Universidad de Duke, la UC Santa Bárbara, así como de SkyTruth, reveló que cerca de un 75 % de la actividad industrial en los océanos sucede fuera de los sistemas de seguimiento público, por lo que no se han podido tener en cuenta en la gestión de los recursos marinos.
Analizando hasta 2 millones de gigabytes de imágenes satelitales entre 2017 y 2021 y combinando estas tecnologías con la inteligencia artificial, los autores pudieron detectar que durante el periodo estudiado hubo una reducción de un 12 % del esfuerzo pesquero industrial, actividad afectada sobre todo por la pandemia y que, dicen, no se ha terminado de recuperar.
«Creemos que eso refleja una tendencia a más largo plazo de la importancia relativa de la pesca en los océanos», detalla Kroodsma, «porque sólo se puede pescar una cantidad limitada de peces en los océanos, y las capturas no han aumentado desde la década de 1980», sostiene, algo que a su juicio retrata el problema de la sobrepesca.
Transporte marítimo y energía
Al mismo tiempo, comprobaron que otras actividades, como la producción de energía en el mar o el transporte de mercancías, han continuado creciendo y, de hecho, más del 25 % de estas operaciones no cuentan con sistemas de seguimiento público.
Entre 2017 y 2021 la energía eólica ‘offshore’ se duplicó, un desarrollo particularmente impulsado por China, observaron, mientras que las estructuras petroleras en los océanos aumentaron en un 16 %.
«Una cosa que sorprende es la magnitud de la actividad petrolera en todo el mundo. En retrospectiva, quizá no sea tan sorprendente, porque el 30 % del petróleo mundial procede de alta mar, pero no nos habíamos dado cuenta de su distribución: en todas las costas hay petróleo y es algo que tendremos que controlar en las próximas décadas», alega Kroodsma.
«Tenemos socios que están utilizando estos datos para ver las mareas negras y vincularlas a buques específicos y plataformas petrolíferas específicas para ayudar a que rindan cuentas», explica por su parte Fernando Paolo.
Así, advierten de que conviene mirar estos datos, que ponen al servicio de la sociedad -por ejemplo, están colaborando con el Gobierno chileno-, y vigilar lo que ocurre en los océanos, pues aunque la pesca industrial sigue comportando el principal impacto sobre los ecosistemas marinos, hay que «estar preparados para el desarrollo energético y de todas estas otras actividades».
Los investigadores se muestran «entusiasmados» por poder tener por primera vez estos mapas, y por ver en ellos al mismo tiempo todas las actividades industriales, algo clave para «empezar a pensar en cómo interactúan» y cómo «equilibrar el uso humano de los océanos».
«Los grandes buques generan ruido que afecta a los ecosistemas, y también colisionan con las ballenas», arguye Kroodsma, para apuntar que el mayor riesgo para estos animales ya no es la caza, sino las colisiones con los buques portacontenedores.
«Así que si sabes dónde están esos portacontenedores y sabes dónde están las ballenas, puedes hacer algo para ayudar», explica el experto.
Uno de los hallazgos de la investigación ha sido la presencia de buques pesqueros en áreas marinas protegidas: por ejemplo, se detectó un promedio de más de 5 barcos por semana en la Reserva Marina de Galápagos y de más de 20 embarcaciones en el Parque Marino de la Gran Barrera de Coral.
«Lo que vimos es mucho esfuerzo pesquero que no cuenta con sistemas de monitoreo dentro de áreas marinas protegidas, pero no podríamos decir qué hacen esos barcos ahí», señalan los investigadores, que preparan ahora un análisis específico sobre este asunto para profundizar en el tema.
«Lo que hicimos aquí es demostrar que la tecnología funciona y esperamos que cuando abramos esta información cada país se dé cuenta de que es beneficioso compartirla con todas las naciones y para el bien común», agrega Paolo.
Marta Montojo
EFE