Lorica (Colombia), 6 abr – En Santa Cruz de Lorica, un pueblo del caribe colombiano donde muchos guardan la imagen de Edwin Arrieta como un estudiante excelente, generoso y buen amigo, todavía no salen del asombro por su asesinato en Tailandia, crimen del que ha sido acusado el español Daniel Sancho y por el que esperan un juicio justo.
«Edwin no se merecía eso que le hicieron, para nada; no se merecía esa muerte», dice a EFE Tarcila Reyes, cercana al médico cirujano y rectora del Instituto Ciudad Lorica (ICIL), donde Arrieta estudió varios años.
Daniel Sancho, de 29 años, hijo del actor Rodolfo Sancho y de Silvia Bronchalo, cuyo juicio arranca este 9 de abril, se encuentra detenido en la prisión de Koh Samui y está acusado por un tribunal tailandés de haber asesinado, descuartizado y posteriormente desaparecido al colombiano, de 44 años.
Edwin «era colaborador, tenía muchas iniciativas para el colegio, era una persona muy generosa», señala Reyes, quien lo define como «un estudiante excelente, un estudiante 1A».
Reyes recuerda además que Arrieta siempre fue un alumno de «matrícula de honor», que todos los años los cursó becado porque siempre obtenía el primer puesto por su rendimiento académico. «Era muy disciplinado», dice, y concluye: «Edwin siempre estaba impecablemente vestido».
Origen humilde
Edwin Arrieta provenía de un hogar humilde, donde nació en marzo de 1979. Su madre, Ana Marcela Arteaga, ya jubilada, fue profesora de primaria en Purísima, un pueblo vecino de Lorica, y su padre, Leovaldo José Arrieta, trabajó toda la vida como «radiotécnico, arreglaba equipos de sonido».
Los padres de Arrieta viven en una modesta casa del centro de Lorica y, según sus conocidos, dependían económicamente de lo que el médico les enviaba. En una visita a su pueblo natal, EFE intentó hablar con la familia Arrieta pero por la proximidad del juicio se excusaron de atender a la prensa.
Santa Cruz de Lorica es un pueblo situado en el norte del departamento caribeño de Córdoba, de unos 55.000 habitantes en su parte urbana, que conserva parte de su arquitectura republicana en la que sobresale la influencia sirio-libanesa. El pueblo es cuna de personajes como el escritor y diplomático David Sánchez Juliao y los hermanos Delia y Manuel Zapata Olivella, folclorista y escritor, respectivamente.
Impactada, pues confiesa que todavía le cuesta aceptar que Arrieta esté muerto, Reyes explica que Edwin «se destacó en la banda marcial, donde era batutero mayor, y era muy querido por todos sus compañeros».
Recuerda que los padres del joven Arrieta lo matricularon durante unos años en el ICIL porque la otra opción de estudio era «la Escuela Normal, que tenía unos precios muy altos», que en ese entonces la familia no tenía cómo pagar.
Futuro en la medicina
Juanita Hernández, que hoy trabaja como profesora en el ICIL y fue compañera de estudio de Edwin Arrieta durante cuatro años, lo define como «un chico muy inteligente, muy respetuoso, amable, alegre, que tenía buenas ideas para su futuro».
«Él siempre decía que quería ser médico, ocupó siempre los primeros puestos, trataba con todo el mundo, no hacía excepciones con las personas», afirma.
Hernández señala que el grupo que tenían durante esos años de colegio «era muy unido y él estaba siempre ahí, con su alegría; era muy versátil. En ese entonces se hacía mucho lo que llamábamos ‘centros literarios’, en los que se hacían dramas de cualquier tema que habíamos visto, y él participaba en todo».
«Yo me acuerdo que en ese entonces era muy bueno en matemáticas, sociales y biología (…) le gustaba mucho investigar», añade.
Quizás «por eso en su futuro escogió medicina, porque era de estudiar y él desde el sexto a noveno (grado de colegio) fue muy estudioso, alegre, tratable; era muy sincero, cuando nos tenía que decir algo, nos lo decía», agrega.
Confianza en un juicio justo
Los loriqueros esperan que en el juicio se haga justicia. Por eso, la rectora pide «para ese joven (Daniel Sancho) de pronto no la muerte, porque nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro, pero que sí le den cadena perpetua».
«Cadena perpetua y no la bobada que tenemos aquí en Colombia, donde meten a la persona a la cárcel y como tenga plata (le dan) casa por cárcel. No, que sea cadena perpetua, que sea en la cárcel propiamente, no en su casa», añade.
La rectora añade que desde la muerte de Arrieta, el pasado 2 de agosto, su madre «está acabada (…) ni habla».
«Hay que pedirle a Dios, yo le pido a mi Dios que le dé (a la madre de Arrieta) el consuelo, que le dé fortaleza, porque cuando se va un ser que uno quiere, duele» y más, «el hijo que es lo más grande para uno, el hijo que es irremplazable», concluye.
Ricardo Maldonado Rozo
EFE