Bogotá, 14 jun – En medio de la crisis en la negociación con el Estado Mayor Central (EMC), principal disidencia de las FARC, tras la división de este grupo, el Gobierno colombiano confía en lograr un acuerdo con la parte menos beligerante «si no definitivo, sí irreversible en el camino de la paz».
Así lo afirmó el jefe negociador del Gobierno, Camilo González Posso, en una entrevista con EFE en la que afirma que la delegación gubernamental es consciente de que les queda poco más de dos años -los que le restan al presidente Gustavo Petro- para lograr los mayores avances posibles en este proceso.
«Hay que acelerar año y medio en los tiempos políticos en los que hay que cruzar el río», indicó.
El nuevo ciclo de diálogo que arrancará en las próximas semanas será sin una parte del EMC, la que comanda alias ‘Iván Mordisco’ y que ha incrementado los atentados en el suroeste del país, tras la fractura que dividió en dos partes al grupo.
«Quedan en la mesa la mayor parte de los delegados que fueron nombrados por el EMC desde un principio, los bloques de la parte amazónica y de la frontera con Venezuela y Antioquia, que son el bloque Briceño y el bloque Magdalena Medio-Catatumbo», explicó el jefe negociador, que insistió en que sigue siendo «un proceso muy firme con este sector muy serio».
En este contexto, «hay mucha confusión», admite González Posso, porque todo el mundo se pregunta «dónde está (Iván) Mordisco», máximo cabecilla de esta organización y que ya no está en la mesa.
Los dos EMC
El proceso de paz con el EMC estuvo, desde el principio, marcado por los tropiezos y rifirrafes entre delegaciones, y pasó más de un año hasta que finalmente instalaron oficialmente la mesa de negociación, en octubre del año pasado.
Apenas unos meses después, tras la suspensión del cese el fuego por parte del Gobierno debido a la violencia del grupo armado contra poblaciones indígenas y campesinas, la división se consolidó: los bloques del suroeste, los más beligerantes, se desmarcaron del proceso y quedaron por fuera.
Desde entonces han aumentado sus ataques, causando zozobra en esa zona del país.
El paisaje desde octubre «ha cambiado mucho», confirma González Posso, que detalló que los guerrilleros del Cauca «no aceptaron una serie de protocolos sobre centros poblados, presencia de la fuerza pública y transformación de economías ilegales», algo que derivó en «situaciones muy críticas de violencia», especialmente en el Cañón del Micay, una zona tradicionalmente cocalera que está en el centro de la tensión.
«Desde el punto de vista territorial, los que están en la mesa tienen una cobertura mayor porque tienen territorios en Putumayo (sur), Caquetá (sur), sur del Meta (centro), un pedazo del Guaviare, en el norte de la frontera con Venezuela, Antioquia (noroeste) y sur de Bolívar (norte)», afirma el negociador.
Avances en la mesa
Las partes pactaron un cese al fuego -suspendido con el EMC de Mordisco en tres departamentos- que se extiende hasta el 15 de julio: «Hemos hecho diálogos con más de 4.000 representantes de comunidades en los territorios (…) yo creo que es un buen augurio para la prórroga del cese el fuego», dice esperanzado González Posso.
Actualmente, la mesa está centrada en «unos acuerdos especiales en territorios para diálogos con comunidades (…) en territorios donde nunca ha llegado la institucionalidad de una manera efectiva, donde no se aplicaron los acuerdos del 2016», aunque la delegación del Gobierno es consciente de que «se tienen que abordar otros temas de agenda».
«Se va generando confianza, se van generando hechos que demuestran que es posible el paso de la ilegalidad la legalidad y que eso beneficia a las comunidades», explica.
Por eso, en el nuevo ciclo evaluarán el cese el fuego y las experiencias territoriales, pero también comenzarán a tratar temas como una agenda ambiental, asuntos de reforma política, democratización y reforma agraria.
En el futuro, no aclara si inmediato o lejano, también tendrán que abordar «lo relacionado con justicia, con armas, con seguridad».
En el punto de mira también está el «acuerdo político nacional», que es «como la sombrilla general», ya que el diálogo con el EMC «va al tiempo con varios procesos de paz», con la también disidente Segunda Marquetalia o con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y todos tendrán que «confluir» para que no sea «una sola mesa de paz, sino un gran proceso de paz».
«Esa es la apuesta», subrayó González Posso.
Laia Mataix Gómez
EFE