París, 28 jul – El italiano Nicoló Martinenghi frustró el retorno del británico Adam Peaty que se vio privado en los metros finales de un triunfo en la final de los 100 braza que el nadador inglés parecía tener a su alcance completos tres cuartos de la prueba.
De hecho, Peaty, que buscaba su tercer título consecutivo de campeón olímpico de la distancia, tuvo que compartir la medalla de plata con el estadounidense Nic Fink que tocó la pared a la vez que el británico.
Pero nada pudo borrar la sonrisa del rostro de Peaty que dejó claro este domingo en la piscina de La Defense Arena de París que está de vuelta, tras escapar de un tenebroso viaje a los infiernos de la depresión y la autodestrucción.
Un «oscuro pozo», como lo definió el propio Peaty, en el que nadie pensó que el británico pudiera caer cuando a finales de 2021, apenas unos meses después de revalidar el título de campeón olímpico de los 100 braza, hizo público el «proyecto inmortal».
El plan con el que Adam Peaty, el único nadador en la historia capaz de bajar de la barrera de los 57 segundos en el hectómetro braza, pretendía llevar a una nueva dimensión su ya de por sí estratosférico récord del mundo -56.88- nadando en un tiempo que «nadie pueda superar».
Un titánico reto que se desmoronó, como toda la vida del nadador inglés, cuando una mañana de febrero de 2022 Peaty, hizo lo que nunca había hecho ante, abandonó un entrenamiento y le dijo a Mel Marshall, la entrenadora que había dirigido su carrera desde los 14 años, que no podía seguir «nadando más».
Depresión a la que sumó la fractura que sufrió en un pie y que no sólo le impidió participar en los Mundiales de Budapest 2022, sino que le condenó a afrontar en un precario estado los Juegos de la Commonwealth de Birmingham y en los que Peaty encajó su primera derrota en ocho años en los 100 braza.
Circunstancias que llevaron al nadador inglés a caer en una «espiral de autodestrucción» que le llevó al alcohol y de la que comenzó a salir cuando regresó a los entrenamientos en el verano de 2023.
El mismo momento en el que el chino Haiyag Qin pareció arrebatar la corona de ‘rey’ de la braza a Peaty, tras lograr un triplete histórico al ganar los 50, 100 y 200 braza en los Mundiales de Fukuoka.
Justo la motivación que necesitaba Peaty para volver y tratar de demostrar en estos Juegos de París quien es el rey de la braza, en un final en la que el británico y el chino fueron los primeros en tomar la cabeza.
Una eléctrica pugna en la que Haiyang Qin tomó una ligera ventaja tras completar los primeros 50 metros con una renta de 5 centésimas sobre Adam Peaty, que cruzó el ecuador de la prueba en segunda posición.
Panorama que cambió en el segundo largo en el que el británico fue distanciando cada vez más y más al nadador chino, que acabó por hundirse hasta la séptima posición.
Pero cuando todo parecía dispuesto para la coronación de Peary surgió, sin que nadie lo esperara, desde la calle siete el italiano Nicoló Martinenghi que para arrebatar el triunfo al inglés y proclamarse nuevo campeón olímpico con una marca de 59.03 segundos.
Dos centésimas menos que Peaty el estadounidense Nic Fink, que compartieron la medalla de plata con un crono de 59.05, que no impidieron que el británico fuera el hombre más feliz del mundo tras haber culminado su regreso de infierno.
EFE