No es la primera ni la última vez que se presenta una asonada contra miembros de la Policía; cada año se registran no pocas agresiones contra personal de esta institución. Algunas de estas revueltas se han dado para proteger a algún criminal, otras porque los uniformados intentan que el volumen de los equipos de sonido no perturbe la tranquilidad de los vecinos que no participan del jolgorio. En algunas de estas fiestas, personajes del bajo mundo se mimetizan entre los vecinos, creyéndose los dueños de la calle y, por ende, de la comunidad. También se han presentado muchas asonadas en las que el abuso policial es evidente y provoca la airada reacción de la ciudadanía, por ejemplo, en los desalojos de predios y del comercio informal, entre otros.
En lo que va corrido de enero del 2019, se han registrado dos asonadas en Medellín. La primera ocurrió al amanecer del 1 de enero y la registramos en el artículo «Tres heridos de gravedad, uno con muerte cerebral, asonada: saldo de noche trágica en Belén Zafra». En este hecho violento tres personas resultaron heridas por atentado sicarial. El suceso se registró en el sitio conocido como El Chispero, del sector Sucre, del barrio Belén Zafra, comuna 16 de Medellín, entre las carreras 83 y 86, y las calles 21 y 24. Posteriormente vino la asonada en la que miembros de la comunidad, mezclada con sujetos pertenecientes a la banda de Sucre, impidieron realizar la inspección técnica al lugar y capturar a los responsables de actos criminales e ilegales cometidos en ese sector de la ciudad.
La más reciente asonada se habría registrado en la calle 56 con carrera 16, en límites entre los barrios La Libertad y Villatina, cerca de un sitio conocido como La Barbería, al lado de la revueltería La Gayola, cerca del colegio San Francisco de Asís, . Algunos testigos afirman que la fiesta se desarrollaba desde el sábado 12 de enero en la noche. En la celebración, aparte del consumo de licor, al parecer había también alucinógenos y hasta prostitución. Llegó el domingo y a las 11:00 a. m. la fiesta continuaba y poco importaban las quejas de los vecinos. La comunidad pidió acompañamiento de la Policía para que pusiera orden. Dicen algunos testigos que «[…] llegaron dos policías decentes a pedir que le bajaran el volumen al equipo, los que estaban en la fiesta, unas 10 personas empezaron a burlarse de ellos, los rodearon, los golpearon y sacaron a empujones».
Los uniformados pidieron refuerzos y cuando estos llegaron se inició la asonada. Para algunos lo refuerzos policiales se pusieron agresivos por el maltrato que al parecer recibieron sus dos compañeros y atropellaron a miembros de la comunidad quienes habrían reaccionado de igual manera.
Es urgente entonces que en este caso específico se realice una investigación minuciosa por parte de la Personería de Medellín, la Procuraduría General de la Nación y la Inspección General de la Policía para esclarecer las causas que desencadenaron esta asonada en la comuna 8, ya que es preciso descubrir si hubo abuso de autoridad o si, por el contario, quienes habrían golpeado y empujado a los dos uniformados quisieron hacer lo mismo con quienes llegaron a apoyar a sus compañeros agredidos. Varios ciudadanos resultaron heridos como consecuencia de los golpes recibidos. En el video se puede apreciar tal situación.
Las asonadas contra miembros de la policía no han sido pocas, reiteramos que son muchas las que ha vivido la ciudad en la última década, demostrando que, en algunos de los casos, que la criminalidad ha penetrado con fuerza la vida social de las comunas y los corregimientos de la ciudad metropolitana. No es un asunto para tomarse a la ligera, el comando de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá (Meval) debería estudiar la historia, saber cuántas han ocurrido, dónde y por qué se han presentado. A partir del análisis de esta información se debería diseñar una estrategia de seguridad preventiva que inicie con un plan de educación para que el personal oficial evite los abusos de autoridad y se fortalezcan las labores de inteligencia para que en un trabajo mancomunado con los cuadrantes puedan prevenir las asonadas o al menos minimizar su impacto en una ciudad como Medellín donde el crimen urbano tiene presencia en más del 70 % del territorio.