La Habana, 25 ago – Cuba está acostumbrada a «navegar en aguas turbulentas», afirma José Ramón Cabañas, director del oficialista Centro de Investigaciones de Política Exterior (CIPI) de Cuba, al ser preguntado en una entrevista a EFE sobre el potencial enrarecimiento del contexto internacional para la isla.
La posibilidad de que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca, la inestabilidad en Caracas tras las elecciones, el cambio en la presidencia de México y el giro a la derecha en las instituciones europeas luego de los últimos comicios son elementos que pueden afectar a Cuba, de por sí en una profunda crisis.
«Cuba ha sido capaz de navegar en aguas bien turbulentas», responde Cabañas, quien fue embajador en Washington durante el acercamiento bilateral conocido como «deshielo».
Reconoce que el endurecimiento de la política de EE. UU. y la UE frente a Cuba, así como el distanciamiento de algún socio regional, «puede ser una de las posibilidades» en «el futuro inmediato».
No obstante, añade que la isla es «un país de luchar y vencer» y que su diplomacia «tiene experiencia» en contextos adversos. «De una manera u otra hemos estado en guerra desde el año 59», dice en referencia al triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro.
A su juicio, las sanciones de EE. UU. contra la isla tienen «exactamente» los mismos efectos «desde el punto de vista económico» y «social» que un conflicto armado. Luego está lo que denomina batalla cultural y mediática, que contribuyen a generar un «estado de tensión» equivalentes y son parte de «un escenario de guerra».
Sobre si esa situación justifica limitaciones de derechos fundamentales, pide que no se le exija a Cuba «cuestiones que en otro lugar no son noticia», y apunta a los recientes juicios a los manifestantes violentos de ultraderecha en Reino Unido.
Según registros independientes, en Cuba hay más de mil presos por motivos políticos, la mayoría tras las protestas antigubernamentales del 11 de julio de 2021. La Habana asegura que fueron juzgados siguiendo el debido proceso.
Cambio en la Casa Blanca
Cabañas argumenta que la política exterior estadounidense no va a modificarse «dramáticamente» gane la demócrata Kamala Harris o el republicano Donald Trump. «Biden no ha sido diametralmente distinto a Trump», apostilla.
Considera que las posiciones con respecto a Israel, Ucrania, China o Venezuela se mantendrán iguales. Cuba, continúa, «no es un tema estratégico» para EE. UU., aunque es parte de «esa gran ecuación». Sólo en el tema migratorio la isla caribeña es «fundamental».
En Washington, dice, hay una «apuesta» por la «implosión» de la isla, aunque también hay sectores que plantean otro enfoque.
En este punto, Cabañas desdeña «el argumento de los derechos humanos» para mantener las sanciones: «Está a mano para cuando no hay otra razón». La clave, opina, es que haya «decisión política» en la Casa Blanca para conversar y cooperar, pese a las diferencias, como sucedió durante el deshielo.
Con respecto a la Unión Europea (UE), lamenta que siempre busque «el reflejo de EE. UU.» en su relación con Cuba, cuando cree que sería más ventajoso que «pensara en términos de beneficio de UE como grupo de países, incluso en su relación con América Latina».
Preguntado sobre si las necesidades económicas y energéticas de Cuba generan relaciones descompensadas que Moscú o Pekín aprovechan para su rédito geopolítico, Cabañas asegura que la relación comercial de un país «subdesarrollado» con una potencia «siempre es asimétrica».
Sin embargo, defiende la independencia de la política exterior cubana: niega que haya bases de espionaje chinas en la isla y que la reciente visita de una flotilla de guerra rusa a La Habana pusiese en entredicho su defensa de que América Latina y el Caribe son «zona de paz».
También niega que La Habana haya seguido el argumentario ruso en la guerra de Ucrania. «Cuba considera que las diferencias entre estados deben dirimirse de manera pacífica», señala Cabañas, quien pide no olvidar los antecedentes y el papel de la OTAN.
Pese al efecto combinado de la dolarización del país, la inseguridad alimentaria y la dependencia económica y energética exterior, el director del CIPI sostiene que la soberanía nacional cubana no se ha erosionado.
En su opinión, la crisis cubana es producto del «bloqueo», un «escenario impuesto», aunque reconoce que también se debe a decisiones propias, en referencia a la fallida reforma monetaria llamada Tarea Ordenamiento, y que cuestiones como el declive agrícola está dentro de sus «capacidades».
Juan Palop
EFE