Beirut, 1 de octubre de 2024.- La historia de Ali y su familia es el retrato de la evolución del conflicto en Líbano entre Hizbulá e Israel desde que el grupo chií realizara su primer ataque en apoyo a Gaza hace un año, una historia de desplazamientos forzados y violencia que ahora se encuentra en su máximo nivel de crudeza.

No se movieron de su localidad en las áreas fronterizas del sur del Líbano en toda la primera mitad del conflicto, pese a la que la violencia se fue intensificando con el paso del tiempo y decenas de miles de personas comenzaron a abandonar la región hacia lugares más seguros.

«Al comienzo , estábamos en una vivienda ubicada en la zona fronteriza. Los bombardeos no eran intensos», relató a EFE Ali, que entonces trabajaba cultivando aceituna y trigo.

«Sin embargo, hace cinco meses, se produjo una masacre cuando mis hijos estaban en la azotea de nuestra casa, con mi esposa a unos 200 metros de distancia (…) Decidimos huir hacia la zona de Khirbet Selm, donde en ese momento los bombardeos no eran tan intensos», agregó.

Doble desplazamiento

Khirbet Selm también se ubica en el sur del país, el bastión de Hizbulá donde se ha concentrado el grueso de la violencia, pero entonces era una zona relativamente segura al encontrarse a una distancia prudente de la divisoria.

No imaginaban que también tendrían que abandonar esa ubicación a la carrera.

«Con el aumento de los ataques, una vivienda situada a unos 50 metros de nuestro nuevo hogar resultó destruida y la pared de nuestra casa se cayó sobre mi. Rápidamente, me retiré de la casa agarrando a mis tres hijos, a mi hermana y a su esposo, que es discapacitado», explicó.

A punto de cumplirse un año de la escalada, Ali se encuentra con otros 14 miembros de su familia en un albergue para desplazados en Beirut, adonde en la última semana han huido decenas de miles de personas en medio de un recrudecimiento sin precedentes.

La dinámica en el campo de batalla dio un giro de 180 grados el pasado 17 de septiembre, cuando Israel comenzó una oleada masiva de ataques contra miembros y bastiones de Hizbulá, incluida una incesante campaña de bombardeos concentrada en el sur y el este del país mediterráneo.

Después de perder su casa y su trabajo en las áreas fronterizas con el Estado judío, Ali pone todas sus esperanzas en un acuerdo de tregua o una victoria de Hizbulá que le permitan regresar al sur del Líbano.

Hacinados

En poco más de una semana, un millón de personas viven situaciones similares, obligados a huir a zonas más seguras, lo que representa casi una quinta parte de la población del país.

La ONU alertó de que muchos de los nuevos desplazados son probablemente afectados por partida doble, que ya habían abandonado sus hogares en al menos otra ocasión a causa de las hostilidades entre Israel y el grupo chií.

«Somos muchas personas viviendo en una sola habitación, ya que no hay suficiente espacio debido a la gran ola de desplazados», se lamentó a EFE una mujer albergada en el mismo colegio que Ali y que, como casi todos, prefiere mantener el anonimato.

El primer ministro libanés, Najib Mikati, describió recientemente la actual oleada de desplazamientos como la más grande «en toda la historia» del Líbano.

La rapidez con la que se sucedieron los desarrollos hizo que muchos quedaran atascos de horas en la carretera que une el sur del país con Beirut, adonde algunos incluso llegaron caminando.

«Mi familia y yo hemos sido desplazados del sur (…) Caminamos casi dos días para llegar hasta aquí cuando la situación se complicó», detalló la desplazada en la escuela capitalina, que ya no tiene más aulas vacías, como la mayoría de los albergues.

No es la primera vez que se ve sin hogar, pues su anterior casa ya había quedado destruida durante la guerra librada por las partes en 2006, pero asegura que considera su situación como un «sacrificio» por una causa mayor.

«Si morimos o nuestros hijos mueren, será para apoyar la victoria de nuestros hermanos en Gaza», zanjó.

 Noemí Jabois y Ana María Guzelian

EFE

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