Beirut, 3 nov – Miedo, ira, depresión y ansiedad son solo algunos de los efectos que la guerra en el Líbano está dejando en la población, que vive en un continuo estado de alerta e inseguridad que acaba pasando factura a su salud mental y determinando su día a día, presente y futuro.
«Esta guerra ha despojado a la gente de dos pilares fundamentales para la salud mental: la seguridad y las necesidades humanas básicas. Ahora mismo, nadie en el Líbano se siente verdaderamente seguro», dice a EFE la psiquiatra y miembro de la junta directiva de la ONG Embrace Lebanon, Myriam Zarzour.
La salud mental de las personas se resiente «incluso si no están en una zona de bombardeos activos» porque «la carga mental constante de sentirse inseguro, de preguntarse si su casa podría ser el próximo objetivo, es simplemente abrumadora».
Cicatrices en la mente
Huir de los bombardeos, dejar atrás el hogar y vivir con el temor constante deja una pesada huella difícil de borrar, especialmente entre los heridos y supervivientes de ataques directos que, en ocasiones, han acabado con la vida de sus seres queridos.
«Observamos altos niveles de ira, tristeza y miedo. La mayoría de las personas informan de importantes trastornos del sueño y cambios en el apetito. Muchos de los que ya padecían enfermedades mentales preexistentes, que se estabilizaron a lo largo de los años, están viendo ahora un empeoramiento dramático de sus síntomas debido al estrés abrumado», relata Zarzour.
El trauma afecta a la totalidad de la población, aunque hombres y mujeres lo expresan de diferentes maneras, ya que los primeros suelen presentar una mayor irritabilidad, consumo de sustancias o retraimiento, mientras que las segundas a menudo experimentan ansiedad y depresión.
No obstante, los más vulnerables son los niños. La directora ejecutiva de la Organización de la ONU para la infancia (UNICEF), Catherine Russell, ya alertó del «impacto devastador» en los menores, cuyo entorno se ha llenado de violencia y caos con desplazamientos masivos y sin espacios seguros, lo que deriva en «agresiones, dificultades para dormir, pérdida de apetito o jaquecas».
Trabajar para sanar
La psiquiatra de Embrace Lebanon recuerda que «el Líbano ya estaba en medio de una crisis de salud mental incluso antes de esta guerra», en la que han muerto más de 2.700 personas y más de 12.500 resultaron heridas desde el estallido en octubre de 2023, y que «está añadiendo otra capa de trauma agudo a la población ya vulnerable».
Los efectos de la explosión del puerto en 2020, que causó más de 200 fallecidos y miles de heridos, en medio de la crisis sanitaria del coronavirus seguían latentes cuando estalló el actual conflicto, en el que el concepto tradicional de trastorno de estrés postraumático (TEPT) no es aplicable.
«En su lugar, lo que vemos es un trastorno de estrés traumático continuo, una afección que resulta de un trauma repetido e implacable. A diferencia del TEPT, que se produce tras un acontecimiento concreto, el estrés traumático continuo se desarrolla cuando no hay oportunidad de recuperación», explica.
Para atender todo ello, afirma, que los sistemas sanitarios funcionan a pleno rendimiento a pesar de los limitados recursos, mientras que desde su organización colaboran con el Programa Nacional de Salud de Mental del Ministerio de Salud Pública libanés gestionando una línea telefónica de apoyo emocional y prevención del suicidio.
Además, han comenzado a visitar escuelas para ofrecer primeros auxilios psicológicos y psiquiátricos, mediante los que están atendiendo también «enfermedades mentales crónicas que antes estaban estables, pero han empeorado por perder sus medicamentos».
El entretenimiento como terapia
Por otro lado, la asociación Clown Me In «utiliza el poder curativo de las artes, la risa y el juego» para llegar a los más pequeños a través de actuaciones y espectáculos de payasos que realizan tres veces por semana tanto en Beirut como en otras localidades próximas.
Con sus talleres itinerantes dirigidos a todos los públicos pero con especial énfasis en el infantil, ayudan a «afrontar sus traumas y encontrar una manera de expresarlos a través del arte» y a «desarrollar formas prácticas para volverse más resiliente».
Joyce Khoury, responsable del centro social de la localidad de Baabdat, al este de Beirut, donde actúa esta semana el grupo, destaca que este tipo de eventos representan «un espacio para que expresen lo quieren decir durante los espectáculos».
Las risas y el entretenimiento están garantizados en sus ‘shows’ y prueba de ello es que en cada jornada consigue aforo completo en las diferentes escuelas y refugios a los que acuden y donde les esperan decenas de niños.
«Estamos en refugios con niños y adultos para divertirnos juntos. Esto es muy importante para nosotros porque nos enfrentamos a la guerra de manera diferente», dice a EFE Stephanie Sotiry, una de los 15 payasos de la agrupación.
«El payaso nos ayuda a estar en el momento de vivir, reír y divertirse, porque eso es muy importante y trabaja en la salud mental», dice Sotiry, quien considera que «la risa es el lenguaje del alma. La usamos para curar heridas».
Rosa Soto
EFE