De una guerra a otra: el duro camino de los refugiados africanos en el Líbano

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Beirut, 2 nov – Cuando Mahmoud -nombre ficticio- abandonó Sudán hace año y medio huyendo de la guerra entre Ejército y paramilitares, vio en el Líbano un destino que le abría las puertas a una nueva vida con empleo recomendado por compatriotas. Ahora quiere regresar a su país, aún en conflicto, para escapar de una segunda guerra.

Este joven, que roza la treintena, es uno del medio centenar de refugiados o desplazados procedentes de diferentes países africanos que se ha concentrado ante las puertas del Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC) en Beirut para solicitar ayuda y poder abandonar el Líbano ante la escalada de violencia del último mes entre el grupo chií libanés Hizbulá y el Ejército de Israel.

Alza la voz y corea con sus compañeros ‘¿Dónde está la humanidad?’ mientras agitan pancartas escritas en árabe e inglés con lemas como ‘¿Dónde está nuestra dignidad humana? ¿Dónde están los derechos humanos? ¡Necesitamos una solución ya!’.

Sin papeles ni permisos

Su principal problema, como el de muchos otros conciudadanos, es la falta de recursos para poder abandonar el país pero, sobre todo, de documentación. Muchos empleadores escaparon llevándose sus pasaportes o rechazan devolvérselos para retenerlos y forzarles a permanecer en sus puestos de trabajo que, en muchas ocasiones desempeñan en condiciones de semiesclavitud.

Numerosas organizaciones internacionales como Human Right Watch o Amnistía Internacional han denunciado el sistema de ‘kafala’ o patrocinio, un régimen de explotación que somete a los migrantes a la voluntad de sus empleadores, así como su estatus legal en el país.

El último informe disponible de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) señala que en el Líbano hay alrededor de 250.000 trabajadores migrantes, de los que el 37 % son etíopes y un 9 % sudaneses.

«Somos refugiados africanos aquí en el Líbano y sufrimos muchos problemas. Hemos perdido nuestros trabajos por las bombas. La mayoría de nosotros venimos del sur del Líbano: Marjayoum, Nabatieh y Dahye», relata a EFE un tanto nervioso.

Su situación es desesperada, afirma, porque han perdido sus hogares y desde hace un mes deambulan y acampan por la calle comercial Hamra, mientras mueven «cielo y tierra» para «ser evacuados a Chipre o Turquía», y de ahí regresar a su tierra con su familia, aunque eso implique sumergirse de nuevo en el conflicto del que huyeron.

Vivir entre guerras

Abdubaker Othman, portavoz del Grupo de Refugiados Africanos y Antirracismo, el Bloque Negro de Anti-Racism Team (ART), denuncia a EFE la situación en la que se encuentra la comunidad africana en el Líbano por un sistema de «racismo, violencia y discriminación» que les ha dejado sin posibilidad de escapar.

«Venimos de nuestros países en busca de paz y seguridad para nuestros hijos y familias. La guerra en nuestro país es tradicional. El Líbano, en cambio, es testigo de una guerra agresiva y de bombardeos sinceramente brutales contra civiles», explica.

Desde el estallido de la guerra en octubre del año pasado, más de 2.700 personas han muerto por ataques israelíes en el Líbano, donde otras más de 12.500 han resultado heridas y más de 1,2 millones se han visto obligadas a desplazarse.

Muchos de los concentrados provienen de Sudán, pero también de otros países como Etiopía, Ghana y Senegal que, si bien no tienen un conflicto activo actualmente, todavía arrastran las consecuencias de los últimos o asumen oleadas de refugiados de países vecinos inmersos en luchas internas.

Para muchos, el Líbano era un lugar en el que empezar de nuevo. Sin embargo, Othman critica que el refugiado africano está expuesto al racismo, a la violencia social, a la explotación y no tiene derechos legales «en tiempos de paz», mientras que «ahora, en tiempos de guerra», la situación es aún peor.

Buscar una salida

«Hay muchas víctimas africanas como resultado de los agresivos bombardeos sobre el Líbano con armas prohibidas internacionalmente. No sabemos nada de ellas. Tenemos muchos desaparecidos. Tenemos personas que están varadas ahora en las zonas bombardeadas y no tienen forma de moverse», denuncia.

Por ello, piden al ICRC que ayude en la búsqueda de los desaparecidos e interceda con las autoridades libanesas para evacuarlos en vuelos o barcos humanitarios y con la documentación pertinente para poder regresar a sus países de origen o solicitar protección internacional en terceros Estados y evitar detenciones o deportaciones.

«Tenemos grupos que se vieron obligados, por miedo a los bombardeos, misiles y bombas, y debido a la presión, el racismo y la violencia social, a emigrar ilegalmente. Se vieron obligados a trabajar como esclavos para recaudar dinero y escapar de esta tierra por mar, en barco, mediante la inmigración ilegal», agrega.

Desde el área de comunicación del ICRC afirman a EFE que «están haciendo todo lo posible para poder llegar a las personas que se encuentran en las zonas afectadas por la violencia en curso» y detallan que sólo podrán facilitar las evacuaciones con seguridad «cuando las partes en conflicto ofrezcan garantías».

Ante esta situación, el colectivo ART insiste en que seguirán reuniéndose con quien haga falta hasta poder dejar atrás la guerra y regresar a casa o a cualquier otro lugar seguro en el que puedan empezar de nueva una vida en paz.

Rosa Soto

EFE