Jericó (Cisjordania), 20 de noviembre de 2024.- Rodeado de un paisaje lunar en medio del desierto, el campus de la Universidad Al Istiqlal de Ciencias Militares y de Seguridad en Jericó, Cisjordania ocupada, se esconde tras los muros de hormigón como un remanso de paz y vegetación, donde el silencio se rompe de vez en cuando por el taconeo de los cadetes que marchan al unísono.
Fundada como academia militar por Yaser Arafat en 1998, se convirtió en universidad en 2011 y es la única institución gubernamental palestina que se ocupa de la formación en seguridad, militar y policial. Ahora tiene el reto de alistar a sus estudiantes para retomar el control en la Franja de Gaza de posguerra, de donde la Autoridad Nacional Palestina (ANP), dominada por el partido Fatah, fue expulsada en 2007 por Hamás.
Hay unanimidad entre la comunidad internacional, incluido EE.UU., en que Israel no puede ocupar el enclave cuando termine la guerra, que se prolonga desde hace más de un año con casi 44.000 muertos palestinos, y la apuesta es crear un gobierno transitorio controlado por la ANP, cuyas fuerzas asumirían el control de seguridad.
Aunque esto está por ver. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, insiste en la necesidad de que Israel mantenga el control de seguridad de la franja manteniendo su presencia militar en dos corredores y una zona de amortiguación para «evitar que Hamás vuelva al poder»; mientras que la ANP considera que su retorno a Gaza y mantener la soberanía palestina en ese territorio es una muestra del compromiso internacional con los dos Estados.
«Aquí formamos a cadetes con todas las capacidades y cualidades para asumir la seguridad de cualquiera de nuestros territorios palestinos, también Gaza. No se trata solo de formar personal militar, sino de proporcionar seguridad a todos los niveles, desde la policía, hasta la inteligencia, el control de fronteras o la defensa civil», explicó a EFE el general de brigada Zaher al Sabah, vicepresidente de la universidad para asuntos militares.
El general subrayó que la universidad, una de las más codiciadas entre los jóvenes palestinos porque garantiza un trabajo seguro, está lista y que los alumnos que se gradúen el próximo mayo están preparados para ejercer en cualquier puesto que les sea asignado, en Gaza o en Cisjordania.
«Vine como estudiante de décimo grado en una visita escolar y me encantó el lugar, quedé impresionada con el trabajo que aquí se hacía. Decidí que quería estudiar aquí y dos años me matriculé. Estoy ansiosa por graduarme el año que viene tras cuatro años de formación, y comenzar a trabajar», indicó a EFE Abieer Kadumi, de 21 años y natural de Qalqilya, en el norte de Cisjordania.
Más allá de la formación militar y los duros entrenamientos físicos, la institución ofrece una completa formación en ocho titulaciones como relaciones internacionales, ciberseguridad, inteligencia militar, mediación civil o administración pública, entre otras. El centro acoge a unos 1.200 alumnos, 735 en las diferentes titulaciones y más de 400 en los programas de máster.
Crecidos en la violencia
Con el regreso a Gaza en el horizonte, la mayoría de los cadetes se matriculan en la Universidad de Al Istiqlal con el deseo de contribuir a la paz y estabilidad de su tierra natal, Palestina, y muchos provienen de zonas particularmente conflictivas de Cisjordania, como Yenín, Nablus o Tulkarem, donde las milicias palestinas tienen fuerte presencia, lo que propicia a su vez las frecuentes redadas de las tropas israelíes.
«Entré a esta universidad porque quiero ser un servidor público para mi gente, para los palestinos, en mi comunidad, proporcionándoles la seguridad y protección que necesitan. Sobre los grupos militantes, creo que la seguridad debería estar en manos de un solo cuerpo, las fuerzas de seguridad de la ANP», opina Ahmad Balatihy, nacido en Nablus hace 21 años.
Precisamente en Nablus ha sido exitosa la estrategia de convencer a jóvenes milicianos de que entreguen las armas y se unan a las fuerzas de seguridad de la ANP, llegando casi a erradicar este fenómeno.
«El principal problema para la seguridad de Palestina es la ocupación israelí. Necesitamos unas fuerzas armadas sólidas para que nuestra gente se sienta segura», apunta la cadete Darin Faraj, de 20 años.
Aunque muchos jóvenes veían a estos grupos como un ejemplo de resistencia contra la ocupación israelí, a medida que la violencia se ha regado por Cisjordania -con cifras récord de muertos-; cada vez más ven la proliferación de milicias como un problema que solo sirve de pretexto a Israel para aumentar su presencia militar como potencia ocupante.
«Somos una academia militar palestina bajo ocupación, lo cual es muy delicado. Enseñamos a los cadetes que su obligación en servir al proyecto nacional palestino, más allá de ideologías concretas o afiliaciones políticas», apuntó Ali Ayaydeh, el otro vicepresidente de la institución.
Sara Gómez Armas
EFE