Lisboa, 20 enero de 2025.- Portugal homenajea en 2025 al guitarrista Carlos Paredes (1925-2004), de cuyo nacimiento se cumplirán en febrero 100 años y a quien el país recuerda por su virtuosismo con la guitarra portuguesa: un instrumento con el que, según sus admiradores, logró reflejar el alma del pueblo luso.
Bajo el título ‘Variaciones para Carlos Paredes’, el Ministerio de Cultura presentó este lunes un programa con conciertos, exposiciones y otras actividades, que buscan poner en valor la figura de esta leyenda de la música portuguesa.
En colaboración con el Ayuntamiento de Lisboa y el Museo del Fado, las conmemoraciones del centenario de Paredes comenzarán el próximo 5 de febrero con un concierto en el Teatro Municipal São Luiz, en Lisboa.
Las actividades se prolongarán durante todo 2025 y llevarán el legado del músico por todo Portugal, incluidos los archipiélagos de Madeira y Azores, y también por el extranjero, donde están previstos 40 conciertos en 24 localidades de todo el mundo, como Madrid, Barcelona, Sevilla, Ciudad de México, Ciudad de Panamá, Bogotá, Lima, Santiago de Chile y Buenos Aires.
Apodado ‘el hombre de los 2.000 dedos’, Paredes nació el 16 de febrero de 1925 en Coimbra, en el seno de una familia muy vinculada a la música y a la guitarra portuguesa: Fue hijo, nieto y bisnieto de grandes intérpretes de este instrumento.
En 1934 se mudó con su familia a Lisboa, donde a los nueve años comenzó a hacer de acompañante musical de su padre, Artur Paredes.
La guitarra portuguesa terminó por convertirse en su gran pasión y una que durante la mayor parte de su vida compaginó con su trabajo en el archivo de radiografías del Hospital de São José, en Lisboa. Grabó su primer álbum, ‘Carlos Paredes’, en 1957.
Miembro del Partido Comunista Portugués, en 1958 su oposición a la dictadura le llevó a permanecer bajo arresto de la policía política de Salazar durante 18 meses.
Aprovechó su estancia en prisión para componer música de cabeza, lo que hacía caminando de un lado a otro de la celda, hasta el punto de que algunos de sus compañeros pensaban que estaba loco por sus movimientos.
Está considerado, además, como uno de los grandes divulgadores de la guitarra portuguesa y tuvo un desempeño importante como compositor.
Los últimos once años de su vida no pudo tocar la guitarra debido a una mielopatía, una enfermedad que afecta a la médula espinal y por la que se pierde movilidad en las manos.
EFE