Washington, 31 ene – Desde Zimbabue hasta Ucrania, pasando por Colombia o Gaza. La decisión de la Administración de Donald Trump de congelar la ayuda exterior de Estados Unidos ha puesto en jaque el funcionamiento de programas que «salvan vidas» en todo el mundo, según denuncian organizaciones humanitarias.
El republicano firmó la semana pasada una orden ejecutiva que suspende durante 90 días toda la ayuda humanitaria de Estados Unidos, canalizada principalmente a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid), para poder revisar en qué se invierte ese dinero.
Siguiendo esa orden, el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, emitió una directiva en la que frenó toda la asistencia exterior, con excepción del apoyo para Israel y Egipto, y mantuvo solo el envío de alimentos en situaciones de emergencia extrema.
La decisión desató el pánico en organizaciones humanitarias de todo el mundo que dependen de los contratos con Estados Unidos para seguir operando.
«Necesitamos que se levante la suspensión de toda la asistencia extranjera de inmediato para que pueda continuar un trabajo que salva vidas», advirtió a EFE Abby Maxman, presidenta de Oxfam América, que se encarga de combatir la pobreza.
El mayor donante de ayuda humanitaria
Según la ONU, Estados Unidos es, de largo, el principal suministrador de ayuda exterior, con cerca de 72.000 millones de dólares invertidos durante 2023, lo que representa un 40 % de la ayuda humanitaria global.
De acuerdo con la nueva doctrina del Gobierno estadounidense, cada dólar invertido debe «hacer que Estados Unidos sea un país más seguro, más fuerte y más próspero».
El parón de 90 días es, según el Departamento de Estado, «la única manera de examinar y prevenir el despilfarro». Además, 50 altos cargos de Usaid fueron suspendidos debido a sospechas de que se habrían resistido a acatar las órdenes.
El nuevo Gobierno puso como ejemplo programas que considera innecesarios, como la distribución de condones en Gaza, servicios de justicia climática en Gabón, programas de energía limpia para mujeres en Fiji o iniciativas en favor del aborto en todo el mundo.
Para las organizaciones humanitarias, la revisión del gasto estadounidense se podría haber llevado a cabo sin ordenar un parón general de actividades que pone en riesgo la vida de miles de personas.
Tras conocerse la noticia, el presidente de Refugees International, Jeremy Konyndyk, alertó de que esta medida «costará muchas vidas si se mantiene en vigor» y advirtió de un posible parón en la distribución de agua potable y medicinas en la Franja de Gaza.
El freno a la cooperación internacional impacta también a Colombia, que en 2025 debería recibir 380 millones de dólares en iniciativas antinarcóticos y de desarrollo económico, según el diario The Wall Street Journal.
Oksana Matiiash, presidenta de la junta directiva de Teach for Ukraine, que busca mejorar el sistema educativo de ese país en medio de la guerra, reivindicó en LinkedIn que «las ONG en Ucrania no son un lujo, sino un salvavidas».
Impacto en minorías sexuales
El caos y la presión inicial que desató la medida forzó al secretario de Estado a emitir el martes una segunda exención más amplia para facilitar que sigan operando algunos programas de distribución de alimentos, medicinas y refugio, pero sigue siendo insuficiente para los cooperantes internacionales.
TransSmart, una organización de Zimbabue que proporciona apoyo médico a personas transexuales e intersexuales, confirmó a EFE que tuvo que suspender «programas esenciales» de prevención del VIH y de atención a la salud mental.
A pesar de las exenciones en materia de salud, esta organización se ve afectada por la decisión de la Administración de Trump que prohíbe el apoyo estadounidense a cualquier actividad que considera promoción de la «diversidad y la inclusión».
Según la Sociedad Internacional de SIDA, más de 20,6 millones de personas, en su gran mayoría en África, dependen de los antirretrovirales comprados con fondos estadounidenses.
Este organismo solicitó que se pueda «restablecer por completo» el plan de emergencia de Estados Unidos creado en 2003 para abordar la epidemia mundial de VIH/SIDA (Pepfar).
La ONU, por su parte, informó de que cada una de sus agencias está «mapeando» el impacto que tendrá la congelación de fondos de Estados Unidos en sus operaciones.
Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general, António Guterres, agradeció la «generosidad» de Estados Unidos como principal suministrador de ayuda humanitaria, pero pidió que otros países den «un paso al frente» para poder «diversificar» el origen de los fondos.
Eduard Ribas i Admetlla
EFE