Redacción Centroamérica, 2 febrero de 2025.- El portavoz global de Unicef, James Elder, es lo más parecido a un ‘influencer’ del mundo humanitario, acercando con sus apasionados videos en redes sociales el drama que sufren los niños en crisis como la de Gaza, Líbano, o ahora en Haití, para poner rostro a las víctimas más allá de los números.
En el primero de sus videos verticales sobre Haití, a donde viajó esta semana, Elder pone el foco en la grave situación de seguridad que vive Puerto Príncipe, con el 85 % de la capital controlada por grupos armados y más de 1,2 millones de menores amenazados.
El portavoz lo explica desde el interior de un helicóptero de Naciones Unidas, «el único modo de acceder en estos momentos», con muchas de las carreteras cortadas por las bandas, pero aclara que tampoco ahí la seguridad está garantizada, mostrando orificios de bala en la aeronave.
Elder explica a EFE en una entrevista vía telefónica desde Puerto Príncipe que su misión principal es «escuchar al mayor número de personas posible», tratar de mostrar el «rostro detrás de los números», para luego trasladar esas historias a los medios de comunicación o a los donantes, recordando que continúan sin más de dos tercios de los fondos solicitados para el país, algo que «cuesta vidas».
«He visto niños que han estado en prisión, he estado en escuelas, he visto niñas en casas de acogida que han sufrido la violencia sexual más horrenda. (…) El mensaje que escucho una y otra vez es que hasta que se recupere la seguridad y la estabilidad, esta dura realidad continuará», remarca.
En otro video desde Haití muestra precisamente una de esas prisiones, «donde hay docenas de niños encarcelados», con el reclutamiento de menores a niveles «incontrolados» al ser a veces la única vía de escape a la pobreza extrema, con más del 50 % de los miembros de los grupos armados menores de 18 años.
«El reclutamiento de niños aumentó en un 70 %», asegura a EFE, en un país donde los menores «están completamente perdidos en la violencia, el hambre, la desesperación, y parece que el único criterio aquí es sobre cuánto sufrimiento pueden soportar».
Según datos de Unicef, en Haití la inseguridad alimentaria aguda afecta a 5,4 millones de personas, de las que cerca de 6.000 viven en condiciones similares a la hambruna. Además, el número de menores desplazados internos a causa de la violencia ha aumentado un 48 % desde septiembre pasado, hasta superar el medio millón, afectando a uno de cada ocho niños.
La agencia asegura que los menores desplazados se enfrentan a mayores riesgos de violencia -incluida la sexual, la explotación y el abuso- con un aumento de casos de un 1.000 % en el último año.
¿Qué supone ser desplazado?
Elder confiesa que se esfuerza mucho en explicar qué supone ser desplazado, porque mucha «gente escucha desplazamiento y se encoge de hombros», como si desplazarse supusiera simplemente moverse de un lugar a otro. Así que lo acompaña con ejemplos, rostros.
«Ayer hablé con una mujer que había crecido en la pobreza en unas condiciones increíblemente duras (…) Madre soltera, abrió su propia tienda. Así estuvo durante un par de años, le iba bien. Llevaba a sus hijos a la escuela, hasta que un día llegó la violencia de las pandillas y literalmente agarró a sus hijos y huyó. Así que perdió su casa, perdió su pequeño negocio y ahora está en un campamento para desplazados con sus hijos, sin nada. Eso es desplazamiento», relata.
De acuerdo con datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el número de desplazados en Haití se ha triplicado en solo un año y ha superado el millón de personas, de las que más de la mitad son menores que, subraya Unicef, necesitan asistencia humanitaria urgente.
El portavoz de la agencia se acuerda también de todos aquellos profesionales que, aún pudiendo migrar a otros países lejos de la violencia, optan por quedarse en Haití para ayudar, como los doctores que permanecen en precarios hospitales, sin apenas medicinas u material médico, y lamenta que la falta de fondos impide cubrir esas necesidades, como si hubieran caído en el «olvido».
«Estoy en un hospital y hablo con un pediatra que trabaja 15 horas al día, es desplazado y acude a trabajar atravesando zonas peligrosas, y decide quedarse por ese compromiso, pero al mismo tiempo no podemos depender de la financiación federal y una organización como Unicef está casi más de dos tercios sin financiación», explica.
Uno de los problemas, dice, es la falta de «empatía» hacia crisis como esta, una «fatiga» que aleja la atención global.
«Sí, hay muchas otras crisis en todo el mundo (…) La gente está cansada, pero nadie está más cansado que los haitianos, que están aquí lidiando con esto», sentencia.
Moncho Torres
EFE