San Juan, 4 de febrero de 2025.- El pánico y la incertidumbre se reflejan en las miradas de los pocos transeúntes que se atreven a salir de sus casas en los barrios de San Juan epicentro de la diáspora dominicana y blanco de las redadas ordenadas por el presidente estadounidense, Donald Trump.
«La situación está que ahora mismo en Barrio Obrero no hay vida, yo vivo en los alrededores de Río Piedras y allá tampoco hay mucho movimiento, muchos negocios cerrados», relata a EFE el dominicano Eleudy Mercedes, que arribó a Puerto Rico hace siete años.
Desde la semana pasada, un ensordecedor silencio se apodera de las calles de Barrio Obrero y la música típica de República Dominicana, como merengues y bachatas, han dejado de escucharse en los bares, que están ahora cerrados como muchos otros negocios por miedo.
Además, los pupitres de los niños migrantes están vacíos en las escuelas puertorriqueñas y la ausencia de dominicanos es patente en las consultas médicas de la isla, que es un Estado Libre Asociado a Estados Unidos.
«Nosotros somos honrados y trabajadores», «están todos escondidos», son algunos de los comentarios que intercambian entre sí los pocos viandantes en la plaza Antonio R. Barceló, en el centro de Barrio Obrero.
«Persecución selectiva, xenofóbica y racista»
El miedo está latente en la comunidad, desde que hace diez días agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, en inglés) llevaron a cabo la primera redada contra inmigrantes en Puerto Rico y detuvieron a decenas de personas.
José Rodríguez, presidente del Comité Dominicano de Derechos Humanos de Puerto Rico, denuncia que «esta persecución selectiva, xenofóbica y racista, basada en el discrimen» va a crear «una crisis económica y humanitaria».
«Las personas no van a ir a trabajar. No se atreven a salir a la calle», confiesa a EFE Rodríguez, quien lamenta que «el Gobierno puertorriqueño se ha arrodillado ante lo que ha dicho el presidente (Trump)».
Según los datos del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, hay alrededor de 60.000 dominicanos en la isla, que tiene poco más de 3 millones de habitantes, lo que representa el 60 % de la población inmigrante.
La mayoría de los dominicanos atraviesa el mar que separa a las dos islas en las llamadas ‘yolas’, arriesgando su vida en busca de un futuro mejor en Puerto Rico, adonde cada vez llegan también en estas débiles embarcaciones más haitianos.
Morir antes que volver a Haití
«Yo les dije a ellos si tú me vas a mandar a Haití, mejor tú me matas», comenta a EFE angustiado al recordar su detención, Junio Antoine, de 38 años y nacido en Jacmel, una ciudad sureña ubicada a 80 kilómetros de Puerto Príncipe.
Hace un año y cuatro meses, Antoine se vio forzado a abandonar su hogar debido al recrudecimiento de la inseguridad en Haití y, tras una hostil travesía, llegó a Puerto Rico.
Al menos 5.601 personas murieron en Haití en 2024 como consecuencia de las acciones de bandas criminales, un millar más que el año anterior, según la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
«Yo estaba ahí sentado en mi casa y entonces llegaron, me agarraron y yo sin hacer nada. Ellos se metieron adentro de mi casa y no me dejaron coger mi teléfono ni mi pasaporte», narra el haitiano.
Al hermano de Antoine también lo arrestaron y ambos compartieron celda con 10 personas durante 3 días, hasta que el miércoles fueron puestos en libertad después de que sus familiares llevaran su documentación.
Reparto de alimentos a los inmigrantes escondidos
Leonard Phophil, portavoz de la comunidad de haitianos en Puerto Rico, lleva días repartiendo comida de casa en casa porque los migrantes «tienen miedo de salir con esta situación».
Carga un todoterreno prestado con varias cajas donadas con carne, arroz, frutas, hortalizas y legumbres. En una casa donde se esconden 17 haitianos, uno de sus paisanos lo recibe cauteloso y descarga los alimentos velozmente para evitar ser visto.
Phophil deplora que la gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, dijera «que no podía hacer más porque le quitan los fondos federales».
«¿Los fondos federales son más importantes que las personas que sostienen el país?», cuestiona el representante haitiano ante la inacción del Gobierno, que también ha sido denunciada por diversas organizaciones que han creado un frente unido de apoyo a los migrantes.
Esther Alaejos
EFE