Quito, 19 febrero de 2025.- Abandonada en una vivienda y con una soga al cuello encontraron en agosto pasado a Sisa, una cría de oso andino que ahora está en el Zoológico de Quito (QuitoZoo), donde se busca padrinos para financiar la construcción de su nuevo hogar: un hábitat de 3.000 metros cuadrados, lo más parecido a su entorno natural, al que no podrá volver nunca más.
Rescatada en la comunidad de Angamarca, en la provincia andina de Cotopaxi, cuando tenía un mes de nacida, Sisa fue trasladada por la Policía ambiental y personal del Ministerio de Ambiente a un hospital veterinario en la ciudad de Latacunga, con deshidratación, así como peso y tamaño inferiores a los que hubiese tenido en la vida silvestre.
«Estos especímenes, a esta edad, jamás se separan de la madre», comentó a EFE David Mora, director del Departamento de Bienestar Animal de QuitoZoo, al especular que la madre pudo haber sido cazada por humanos o atacada por otros animales.
Especie «en peligro»
Especie omnívora, diurna, solitaria y terrestre, el oso andino (Tremarctos ornatus), comúnmente conocido como oso de anteojos, es endémico de los Andes tropicales y es la única especie de oso en Suramérica. Aunque en la zona andina está en estado «vulnerable», en Ecuador está «en peligro», explicó a EFE Martín Bustamante, director del QuitoZoo.
Superada la etapa de cuarentena, Sisa está ahora en un espacio temporal de unos 120 metros cuadrados cubiertos donde, en una especie de gran corredor, han adaptado diversos ambientes para que desarrolle sus capacidades lo mejor posible.
Por eso, además de grandes ramas de árboles, sustratos, troncos, y hamacas, que le permitan desenvolverse y desarrollar las conductas propias de la especie, hay espacios de agua y tierra, que comparte con su compañero de juegos: Archie, un amigable coatí (Nasua nasua).
«En vida silvestre ellos coexisten con varias especies; este desarrollo conductual a tan pronta edad, normalmente requiere este tipo de interacciones» de aprendizaje y juegos con especímenes en etapas fisiológicas similares, explicó Mora.
Los expertos controlan la temperatura del ambiente, la hidratación y alimentación de Sisa en el espacio temporal, que renuevan cada quince días porque la osezna lo destruye mientras juega y porque cada vez necesita más desafíos en el proceso de aprendizaje.
Sisa, una flor
Sisa es vivaracha, de movimientos ágiles y piel negro azabache. El pelaje blanco que otros osos tienen alrededor de los ojos, como un antifaz, ella lo tiene a los lados, a manera de barba.
En edad adulta -que alcanza a partir de los 4 o 6 años- el oso macho puede pesar hasta 180 kilos y 90 una hembra grande. Sisa, que pesa ahora entre 7 y 8 kilos, tiene una dieta definida por nutricionistas, a base de frutas, proteínas y grasa.
Sisa significa flor en el idioma quichua. «Es un reconocimiento a este paisaje andino donde estamos, pero también es metafórico, en torno a la flor que representa para nosotros», dijo Bustamante.
Con la campaña ‘Un hábitat para Sisa’, QuitoZoo busca padrinos para recaudar -a través de su portal www.quitozoo.org- los 80.000 dólares que requieren para el nuevo hogar de la osezna, en el zoológico de Guayllabamba, a unos 40 minutos del núcleo urbano de Quito, la capital de Ecuador.
«Queremos movilizar a la ciudadanía para que nos ayuden a construir y a financiar el nuevo hábitat para ella. Siendo una osa de montaña, nuestra idea es aprovechar las quebradas que tenemos en el Zoológico y construir un hábitat amplio, grande, con subidas y bajadas, con vegetación nativa», explicó Bustamante.
Un hábitat de 3.000 metros cuadrados
Se trata de una nueva forma de cuidar a los animales en espacios grandes, como los 3.000 metros cuadrados previstos para Sisa, que «supera los estándares internacionales que se manejan para osos», dijo antes de comentar que toda donación es bienvenida.
El espacio de Sisa estará básicamente cubierto de bosque seco interandino, tendrá «cuartos de noche», como conocen a las zonas donde podrán regular el ambiente y ofrecer atención veterinaria; habrá una cueva para refugio y escondite, así como plataformas para que trepe, y sembrarán árboles para sombra y ejercicio.
Y, como le encanta el agua, construirán una piscina para Sisa, que prevén llegue a su nuevo hábitat con Archie, con el que convive ahora en el QuitoZoo ante su orfandad forzada.
Susana Madera
EFE