Tokio, 19 feb – El director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, visitó este miércoles la central accidentada nipona de Fukushima Daiichi, donde supervisó el vertido de agua residual de la planta y las instalaciones de almacenamiento de tierra contaminada.
Durante su visita a Japón, que comenzó en la víspera y se prolongará hasta el jueves, Grossi «reafirmó la cooperación entre la OIEA y Japón para la reconstrucción de Fukushima» tras el desastre nuclear de 2011, según informó en un comunicado el ministerio nipón de Exteriores.
En Fukushima Daiichi, Grossi inspeccionó el sistema de depurado de agua contaminada que se almacena en la planta y se descarga en el Pacífico, y participó en la toma de muestras de agua marina en las proximidades de la central para ser inspeccionada por laboratorios independientes de China, Corea del Sur o Suiza.
El OIEA está supervisando esta descarga que comenzó en el verano de 2023 entre protestas de los pescadores locales y de países vecinos, principalmente China, y el organismo internacional cuenta incluso con una oficina permanente en Daiichi.
Tanto Grossi como la operadora de la planta, Tokyo Electric Power Company, reafirmaron que el vertido al Pacífico «se está llevando a cabo de forma segura hasta el momento, y que los análisis basados en estándares internacionales continuarán en el futuro», señaló el ministerio nipón.
Grossi también inspeccionó por primera vez las citadas instalaciones de almacenamiento de suelo contaminado, mientras que el Ejecutivo japonés debate sobre cómo deshacerse del mismo.
Tras el desastre, se retiraron aproximadamente 13 millones de metros cúbicos de tierra y 300.000 metros cúbicos de ceniza orgánica de toda la prefectura de Fukushima como parte de los esfuerzos de descontaminación.
Japón tiene previsto reciclar alrededor del 75 % del suelo extraído tras el accidente, en concreto, aquellas partes cuyos niveles de radiación son bajos y que podría ser utilizado para proyectos de ingeniería civil, como la construcción de carreteras.
En un informe sobre esta cuestión el pasado septiembre, el OIEA dijo que el «enfoque de Japón para el reciclaje y la eliminación del suelo y los residuos radiactivos es coherente con las normas de seguridad del OIEA».
Grossi pudo confirmar durante su visita sobre el terreno las conclusiones de este informe, según el Ministerio nipón de Exteriores.
Además de desplazarse a Fukushima, el responsable del OIEA también visitó en la víspera la planta conocida como KK, con una capacidad de más de 8.000 megavatios (MW), y que permanece inoperativa desde el apagón nuclear ordenado por las autoridades niponas tras el desastre atómico.
En abril de 2024, el Ejecutivo japonés anunció que había comenzado la carga de combustible en la planta de cara a su reactivación, que el regulador atómico nacional aprobó tras la mejora de sus medidas antiterroristas.
Durante su visita, Grossi expresó su satisfacción por las medidas de seguridad reforzada aplicadas en KK y que la acercan «a estar preparada para la reactivación», según recogió la televisión nipona NHK.
Por su capacidad, la planta de Kashiwazaki-Kariwa es una pieza clave en el plan de suministro energético de su empresa operadora, TEPCO, y va en línea con la estrategia promovida por el Ejecutivo de impulsar las nucleares con vistas a alcanzar sus objetivos de reducción de emisiones.
EFE